Tardamos años en incomodar al régimen como lo hicimos al realizar las primarias, fue la consulta ciudadana la encargada de demostrar la capacidad de organización que tiene la oposición venezolana. Pese a algunas renuncias dentro de la Comisión Nacional de Primarias, contamos con el poder de convocar hasta al último opositor para escoger un liderazgo. El mensaje fue claro, los venezolanos estamos agotados de tener a los mismos opositores de siempre al frente de nuestra lucha, es por eso que, en una contundente e incluso histórica victoria, ganó María Corina Machado. La única política venezolana capaz de generar incomodidad en el madurismo e incluso a ciertos opositores, aquellos que no hicieron otra cosa que centrar sus ataques en descalificarla por sus posturas, en palabras de sus adversarios: “más radicales”.
Pero como el chavismo es muy parecido a la Hidra de Lerna, ese animal mitológico al que por cada cabeza que se le corta le salen dos más, no dudaron en responder recrudeciendo su sistema dictatorial con una nueva ley anticonstitucional que se suma a otras dos que son usadas para perseguir a la disidencia. Me refiero a la nueva Ley Contra el Fascismo, la que ahora viene a hacerle compañía a la Ley Mordaza y la Ley Contra el Odio. Esta nueva ley que promulgaron en el legislativo de Maduro, va a ser la cereza en el pastel con la que se podrá enjuiciar a muchísimos más venezolanos a antojo del poder político gobernante. Y es que el término “fascista” tiene una enorme ambigüedad para los maduristas, quienes vienen usándolo a su gusto para llamar a todo aquel que aspire a un cambio político en el país o les adverse.
El resultado de estas tres leyes son los mismos: desapariciones forzosas, nuevos exilios, persecución a los portales digitales, censura de textos y detenciones arbitrarias que nunca llegan a juicio. Esto último lo explicaré con mayores detalles: aunque las leyes existan, nuestra constitución, —irónicamente promovida por el chavismo— establece en su artículo 57 el derecho a expresar libremente nuestros pensamientos, ideas u opiniones de viva voz, por escrito o por cualquier otra forma de expresión. Algo que tiene mucho más peso y que haría perder al régimen en cualquier juicio arbitrario al que quieran someter a los que detengan. Allí radica esa fijación perversa por no llevar a los detenidos a juicio, cualquier abogado podría ganar sólo conociendo los derechos fundamentales que consagra nuestra carta magna.
La nueva ley contra el fascismo es, entonces, una ley sin validez legal teniendo en cuenta que es la constitución la que tiene más peso en la jurídica venezolana. Sin embargo, estamos en un sistema político donde todo es posible, por lo tanto, está nueva ley va a ser una nueva cabeza de la Hidra de Lerna con la que se consagrará el sistema dictatorial en Venezuela. Luego de censurar todo aquello que les causa molestia en la sociedad, ahora van a perseguir también la libertad de los ciudadanos de tener representación en partidos políticos y lo que es aún peor, va a ilegalizar a cualquier ONG que son un pilar fundamental en la lucha por democracia y transparencia. Todo esto, a consecuencia de haberle cortado una cabeza al madurismo cuando realizamos el proceso electoral de escogencia de un candidato de manera cívica.
El problema tiene grandes dimensiones, esta nueva ley tendrá entre sus sanciones la inhabilitación política de cualquier ciudadano. Ahora que hemos recobrado la esperanza de los venezolanos una vez más, tenemos que enfrentarnos a una ley que cercena nuestro derecho a elegir y ser elegidos. Algo que podría llegar a generar un efecto rebote en la sociedad venezolana, quién podría volver a sucumbir ante la desesperanza de ser inhabilitado una vez más el candidato del bloque opositor. No hay mejor concepto para definirlo que el de una dictadura perfecta, en palabras de Mario Vargas Llosa: una dictadura donde hay elecciones, pero donde se compran voluntades con subsidios y se compite con adversarios de cartón. No podríamos bajo ningún concepto pensar en participar en un proceso electoral con tarjetas de partidos robadas, pseudo opositores y lo más importante, sin la presencia de la representación de nuestra candidata opositora.
Volviendo a la Hidra de Lerna: las tres cabezas que componen el plexo normativo que ilegaliza los derechos a expresarnos se ha fortalecido como nunca antes, haciendo de la injusticia un enemigo de nunca acabar. Ellos cambiaron los libros de historia, persiguieron a todos los medios de comunicación del país hasta llevarlos al exilio y emprendieron una cacería de brujas contra los derechos ciudadanos; ahora van por los partidos políticos ilegalizando partidos políticos, encarcelando a quién la justicia de Maduro define como neofascista y en el mejor de los casos emitiendo multas. Algo que no por ser menos grave deje de ser un agravante, tenemos el caso de la sede de El Nacional que en un juicio fue el precio a pagar en un embargo a favor de Diosdado Cabello por una demanda emitida por “daño moral”. Un resultado que podría avizorar el precio a pagar en esas multas irritas que promueve la recién promulgada ley contra el fascismo.
Venezuela cada día más se acerca a una distopía parecida a la que planteaba George Orwell en su novela de ficción 1984. Controlan nuestras expresiones, persiguen a quienes promueven la libertad y borran la historia de nuestro país para no tener puntos de comparación en las generaciones futuras. Nos quieren cada día más oprimidos, ignorantes y ajenos a las decisiones políticas del país. Seguimos cayendo a un fondo que parece no tener final cercano. Lo que es aún más alarmante es que existan personas que aún no logren entender la magnitud del problema y el desafío histórico al que nos enfrentamos. Hemos perdido todo y, sin embargo, no nos hemos dado cuenta cómo lo perdimos.
En cualquier escenario futuro, la única solución aparente es conseguir el despertar de nuestra sociedad, comprendiendo la historia y los múltiples errores que venimos cometiendo en nuestra lucha contra la tiranía de Nicolas Maduro. No puede haber futuro sin tener una noción clara del pasado, y es que sin ellos no contaremos con las herramientas correctas para poder enfrentarnos a los obstáculos que nos sigue poniendo el madurismo.
“Cuando todo es fascista, nada es fascista”, una frase que se puede aplicar a la ambigüedad con la que se utiliza el término en madurismo. Con esta frase cierro este artículo de opinión.