Por las intrincadas curvas de las trompas de Falopio, la vida recorre caminos de encuentro en búsqueda de unión. Se adhiere tranquila en alguna esquina uterina a esperar el anhelo del flagelo que contra corriente inhóspita sacrificará muchas vidas en su heroico imperativo de continuar haciendo nuevas combinaciones de cantar. ¡Ese misterio irresoluto e inmaculado de la concepción!
Semillas diminutas con árboles latentes en las entrañas, protoplasmas, con sinfonías, texturas, sonrisas y manos santas en obras de mil caricias y embelesos de sol y agua.
Ese plumaje de ave paraíso, ese azufre sulfurado de las sombras imaginarias que enmarcan, en contraste la cara de la luz como vientre del universo.
Partenogénesis de la existencia es la vida, antigua con toda su parafernalia de ropajes, ritmos y tonos. Y cada ensamblaje posuterino lleva consigo en holograma divino, la capacidad de emular la primera imaginación.
Cuántos telones suben y bajan, cuántos libretos entrelazados, cuanta producción, visible y tras bambalinas. Tantos nombres y palabras de cosas y gentes, colecciones de libros y capítulos, interminables en sutilezas y proezas, supuestas iniquidades y noblezas.
Diariamente se desprenden miríadas de átomos de madre para formar nido en los vientres, y esperar las legiones insistentes de los héroes comprometidos a hacer de la cópula un acto creativo, una obra maestra, un concierto, unos ojos de niño, un nuevo despierto.
Descansa conciencia de este deleite de verte a ti misma desde tantos ángulos diferentes. Déjate llevar por esa diversidad de ser en tanta gente todas las cosas a la vez: pícaro, sensual, sinvergüenza, intelectual, romántico, certero, irritante y placentero.
Tómate un tiempo, quizás unos parpadeos, para que te asombres de nuevo ante ti misma, y te derrames por las cosas con cariño, en vez de andar por ahí juzgando y comparando como el burro del cuento entre los haces de hierba equidistantes que nunca supo por cuál ir y se murió de hambre.
Vive, vive esta hermosa vida, expresada ahora en este momento, con esa sazón tuya tan particular resultado de tantas marinadas en especie, lágrima, mar y carcajada.
¿Que no puedes dormir hoy? ¡Pues dormirás mañana!
Recuéstate de ti misma, hermana despierta y mira, mírate como verdaderamente eres desnuda y transparente, radiante como montaña de nieve, profunda como el océano, vasta como el universo, antigua como el espacio entre las sombras.
Derrámate toda, inúndate, salta los cauces que te atan a tus definiciones, y así entre parpadeos momentáneos, humedece tu entorno y arrópalo todo con tu esencia.
Eres sólo tú después de todo, anidando en esquinas uterinas, esperándote a ti misma coqueta y creativa ante los anhelos de los flagelos masculinos, que vienen para hacer fiesta y desarreglo y dar lugar a la explosión de la recombinación y la imaginación, de la diferenciación de lo potencial en la múltiple multitud de experiencias, sensaciones, palabras, trivialidades, éxtasis y agonías que recorrerán los infinitos teatros para presentar en innumerables funciones vespertinas y de matinée esta obra maravillosa e interminable que eres tú.
Y no te preocupes, de vez en cuando bajará el telón para que descanses de la función y estires las piernas, salgas afuera al callejón mires la noche sin la prisa, fumes o aspires la fragancia nocturna fresca, y regreses refrescada con ánimos de trompas de Falopio o anhelo de flagelo, para seguir el cuento interminable que te cuentas sin tiempo para inventar el Amor.