«La Agenda 2030 es un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad. También tiene por objeto fortalecer la paz universal dentro de un concepto más amplio de la libertad. Estamos resueltos a liberar a la humanidad de la tiranía de la pobreza y las privaciones, y a sanar y proteger nuestro planeta. También se pretende hacer realidad los derechos humanos de todas las personas y alcanzar la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas».
Así se inicia el preámbulo de la Agenda 2030 para la el Desarrollo Sostenible, motivada por la convicción aparente e insólitamente unánime a nivel global de que afrontamos el «momento decisivo de la humanidad», en palabras del propio secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, el 25 de septiembre de 2015.
Agenda 2030: objetivos y perspectivas de realización
La Agenda 2030 de Naciones Unidas con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles1(ODS) fue aprobada por 193 países en la Asamblea General efectuada en Nueva York el 25 de septiembre de 2015. Es una carta de navegación para la humanidad que busca proteger el planeta y mejorar las condiciones de vida de las personas. Los ODS abarcan el plano ambiental, político y económico y se espera sean realidad en el año 2030. Alcanzar esas metas es un desafío inmenso para el sistema multilateral y pone a prueba la voluntad política de los Estados de hacer realidad lo que han comprometido sus gobiernos.
Por citar algunos de los ODS: Fin de la Pobreza, Hambre Cero, Igualdad de Género, Reducción de las Desigualdades o Acción por el Clima. A la luz de los informes del UNDP de 2014, tenemos que la pobreza en el mundo alcanzaba a 1.500 millones de personas o el 29% de la población mundial en 20142. Respecto del hambre, mientras en 2014 cerca de 805 millones de personas la padecían, en 2017 la cifra había aumentado a 821 millones , es decir la misma cifra del año 2010. La Igualdad de Género ha pasado a ser parte de las agendas políticas en muchos países, pero sabemos lo lejos que estamos de acercarnos a la paridad, mientras que la desigualdad de ingresos muestra que el 1% más rico del planeta posee más riquezas que todo el resto. Sobre el cambio climático basta recordar que estamos enfrentando los veranos más largos y calurosos desde que hay registros.
Con estos datos a la vista la pregunta que surge de manera natural es si será posible alcanzar los ambiciosos ODS en los próximos 12 años.
Lo que queda del multilateralismo
El actual sistema multilateral surgido al término de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de Naciones Unidas en 1945, ha sufrido un progresivo debilitamiento que amenaza hoy la legitimidad del orden internacional existente. Con todas las limitaciones que pueda tener, los organismos internacionales han sido y continúan siendo el espacio de diálogo de las naciones, culturas y religiones donde se han logrado consolidar grandes acuerdos en beneficio de la humanidad.
Las razones de su debilitamiento actual son muchas, incluyendo los cambios en el escenario internacional ocurridos a partir de 1989 con la caída del Muro de Berlín y la reunificación alemana; la desaparición de la Unión Soviética y los países que conformaban el bloque socialista. De un mundo bipolar surgido hace 73 años, hemos avanzado a uno multipolar donde nuevos actores con poder económico y militar han entrado en escena buscando consolidar su presencia y modificar la principal estructura de poder mundial como es el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Por otro lado, la creciente pérdida de legitimidad del multilateralismo es producto, entre otros factores, del no cumplimiento de resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas o de decisiones unilaterales tomadas por las grandes potencias como ocurrió con el Acuerdo sobre el Clima o COP21 firmado en París en 2015, la invasión a Irak en 2003, el reciente reconocimiento por parte de Estados Unidos de Jerusalén como capital de Israel3 o los vetos en el Consejo de Seguridad4. Se suma el retiro de la principal potencia de agencias internacionales como UNESCO y del Consejo de Derechos Humanos, sumado a la cancelación anunciada por el gobierno de Estados Unidos del programa de ayuda financiera a UNRWA5, la reciente amenaza del presidente Trump de retirar a su país de la OMC , las guerras comerciales en curso e incluso el retiro del Reino Unido de la Unión Europea.
Podemos agregar la reciente declaración del vicepresidente del Gobierno italiano, Matteo Salvini, quien amenazó con dejar de pagar las contribuciones a Naciones Unidas6. Todo ello junto a la excesiva burocratización del sistema y la expansión global de las redes sociales, que han deslegitimado en la opinión pública y gobiernos la efectividad y eficiencia de los cuantiosos recursos que se invierten en los organismos internacionales en general.
El resurgir de los nacionalismos
Las consecuencias de la pérdida de fuerza del sistema multilateral se traducen en la tendencia a fortalecer al Estado nacional haciendo más fuertes a los países con mayores recursos económicos y militares, debilitando el orden internacional, dejando a los más pequeños a merced de decisiones unilaterales y sin la protección legal que ofrece el respeto a las instituciones internacionales o lo que podríamos llamar el Estado de Derecho Mundial. Una consecuencia de ello es que los países más pequeños buscan protegerse militar y/o económicamente por lo que terminan alineándose con alguna de las potencias globales o regionales.
También somos testigos hoy del fuerte resurgimiento del nacionalismo, xenofobia y crecimiento de la extrema derecha en algunos países donde parecía que ello ya no sería posible y que sin embargo han llegado a través del voto popular a presidir gobiernos y/o estar presentes en los parlamentos, como son los casos de Rusia, Austria, Hungría, Brasil, Italia, Suecia, Holanda y Alemania, por citar algunos. Entre las múltiples causas que explican el nuevo surgimiento del nacionalismo y populismo está el colapso financiero internacional iniciado a partir de la crisis subprime en Estados Unidos y la quiebra de Lehman Brothers el 15 septiembre de 2008. Ello desató el pánico y crisis financiera a nivel global levantando las protestas de las personas contra el sistema económico y clase política en general convirtiéndose en caldo de cultivo para el descrédito de los partidos políticos tradicionales, generando un vacío especialmente entre los jóvenes y con ello estimulando las corrientes populistas. A lo anterior se ha sumado la asimetría en la recuperación económica de los países, el proceso migratorio que se vive en Europa y América Latina7 favorecido por los conflictos políticos y guerras, la eterna crisis en Medio Oriente, así como el surgimiento del terrorismo islámico.
Podemos agregar que el debilitamiento del sistema multilateral también ha contribuido al surgimiento de estas fuerzas que buscan fortalecer el Estado nacional reduciendo la cuota de soberanía que cada país entrega al ser miembro de la comunidad internacional. Así lo ha señalado la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas al expresar que «no es que digamos que el multilateralismo no puede funcionar, decimos que la soberanía (nacional) es una prioridad sobre todo eso»8. Lo anterior fue reafirmado por el presidente Trump en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas al expresar:
«Rechazamos la ideología de la globalización y aceptamos la doctrina del patriotismo».
El hambre que no cesa
En 2012, en la llamada Conferencia de Río de Naciones Unidas, se sentaron las bases de lo que son hoy los Objetivos de Desarrollo Sustentables o metas que la comunidad internacional organizada se ha puesto para lograr un mundo mejor. Se tomó conciencia plena de los desafíos que enfrenta la humanidad junto a la posibilidad de lograrlos. Que 821 millones de seres humanos sufran hambre en un planeta que produce más alimentos que los consume, es una contradicción y consecuencia del sistema económico que privilegia la ganancia sin importar el resto. Es, por tanto, un problema político y de solución relativamente simple si existiera la voluntad de quienes gobiernan para ello. Pero además no bastaría con reducir el hambre a cero, hay que mantenerlo en ese nivel lo que también es un gran desafío para las políticas públicas.
¡Es la realpolitik, estúpido!
Llama la atención que entre los ODS se haya obviado uno que parece fundamental: la reducción de la producción de armas u ODS18. Los conflictos y guerras son el mayor freno para la disminución de la pobreza o eliminación del hambre. Sin embargo, no fue considerado. La venta de armas en el mundo movió 1,686 billones de dólares, cifra equivalente al 2,2% del PIB mundial o 227 dólares por cada ser humano. Lo cierto es que la industria militar en los países desarrollados especialmente genera miles de puestos de trabajo y pingües ganancias a los productores. Ningún exportador se priva, por motivos éticos, de vender armas.
El ejemplo más reciente lo hemos visto en España, donde el nuevo Gobierno socialista anuló un contrato del 2015 para la venta de 400 bombas de precisión a Arabia Saudita porque podían ser usadas en la guerra de Yemen. Los saudíes amenazaron de inmediato con suspender la compra de 5 corbetas encargadas al Gobierno de Madrid por 1.800 millones de euros. La Ministra de Defensa debió rectificar y señalar que estaba solo en «proceso de revisión», para luego proceder a levantar el veto a la venta de las bombas. El tema de fondo es que la industria militar continuará creciendo y no se vislumbra que ello vaya a tener límites. En el mundo real en que vivimos, caracterizado por la producción capitalista y al cual no se vislumbra alternativa alguna, la reducción en la fabricación y comercialización de armas pasa a ser una ilusión o quimera.
La cuenta atrás ha empezado
Los 12 años que restan para alcanzar los 17 ODS fijados por Naciones Unidas son entonces un desafío mayor, donde también se juega la credibilidad de las instituciones internacionales de cara a la opinión pública mundial. Un multilateralismo fuerte facilitaría la consecución de los ODS y, por el contrario, un sistema debilitado los alejará. La actual situación del sistema multilateral se profundizará si es que no hay la voluntad política de revisar seriamente el orden internacional. Organismos como Naciones Unidas y sus agencias existen por la contribución de los países miembros que aportan de acuerdo con el tamaño de sus economías. Los mismos dejan de ser efectivos si sus grandes contribuyentes se restan de pagar las cuotas. La pérdida de legitimidad ocurre cuando no se respetan las votaciones de la Asamblea General, las resoluciones de organismos como la OMC o de la Corte Internacional de Justicia.
Está claro que el presidente de la principal potencia mundial, Donald Trump, busca remodelar el actual sistema internacional y de a poco va sumando nuevos aliados en diferentes lugares del mundo sin definir lo que desea, sin proponer una alternativa global, lo que genera más incertidumbres que certezas. De no haber cambios en la política de Estados Unidos o si el actual mandatario logra ser reelegido, el sistema internacional como lo conocemos podría terminar desintegrándose con consecuencias impredecibles. Otra posibilidad es que las instituciones internacionales continúen deteriorándose progresivamente hasta convertirse en entidades irrelevantes, sin poder e influencia alguna en el devenir de la humanidad.
Notas
1 ODS: Fin de la pobreza 1, Hambre cero 2, Salud y bienestar 3, Educación de calidad 4. Igualdad de género 5, Agua limpia y saneamiento 6, Energía asequible y no contaminante 7, Trabajo decente y crecimiento económico 8, Industria, Innovación y agricultura 9, Reducción de las desigualdades 10, Ciudades y comunidades sostenibles 11, Producción y consumo responsable 12, Acción por el clima 13, Vida submarina 14, Vida de ecosistemas terrestres 15, Paz, justicia e instituciones sólidas 16, Alianzas para lograr los objetivos 17.
2 El informe contempla el estudio de 101 países equivalentes al 75% de la población mundial.
3 En la asamblea General de Naciones Unidas 128 países aprobaron la resolución condenatoria, 9 se opusieron y hubo 35 abstenciones.
4 La caída del Muro de Berlín junto con el desaparecimiento de la Unión Soviética y Pacto de Varsovia extendió la democracia a prácticamente toda Europa. Lo mismo ocurrió con la democratización de gran parte de América Latina que dejó atrás las dictaduras. Tanto en Asia como en África la democracia busca su lugar. Paradójicamente donde no llega la democracia es al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que es el controlador del orden internacional.
5 United Nations Relief and Works Agency for Palestine, creada en 1949 atiende a cerca de 5 millones de palestinos en la franja de Gaza, Cisjordania, Siria, Líbano y Jordania.
6 Italia paga 100 millones de euros a la ONU anuales, señaló Salvini para luego indicar que su país va a evaluar si tiene sentido «seguir contribuyendo a la financiación del despilfarro, la malversación de fondos y robos» en el organismo internacional. El Mercurio, Chile, 13.09.18.
7 La crisis de Venezuela ha provocado el desplazamiento de más de dos millones de personas fundamentalmente a Colombia, Perú, Chile y otros países.
8 «El aislacionismo de la era Trump». Entrevista a Nikki Haley, reproducido en El Mercurio el 24.09.18, pág. A-4.