Los colombianos atenderemos este domingo 17 de junio la segunda vuelta para elegir presidente para el cuatrienio agosto 2018 - agosto 2022 entre Iván Duque y Gustavo Petro.
Para este certamen se han venido agitando intensas campañas por parte de los seguidores de los idearios que encarnan los dos candidatos, a saber: i) la continuidad de las viejas costumbres políticas, liderada por Iván Duque, del centro democrático del expresidente Álvaro Uribe, con apoyo de los partidos liberal, conservador, Cambio Radical, algunos partidos de sectas religiosas y las castas sociales y económicas, y ii) la renovación de las costumbres políticas, liderada por Gustavo Petro de Colombia Humana con apoyo del Polo Democrático, Los Verdes, los trabajadores, pensionados, grupos vulnerables, académicos y las nuevas generaciones.
Iván Duque encarna los intereses de la banca, la industria, el comercio, el agro, la minería extractiva, las mayorías del Congreso, los partidos liberal, conservador, Cambio Radical y algunas sectas religiosas. Sus asesores cercanos claman por la paz a través de las armas y por aplicación de la justicia ordinaria a los subversivos desmovilizados, y cuenta con el apoyo de políticos que se encuentran en situación sub judice por actuaciones asociadas con la corrupción, el uso ilegal de los recursos públicos, paramilitarismo o masacres.
Gustavo Petro, por su parte, encarna los anhelos de los desposeídos, los trabajadores, los pensionados, los académicos y los estudiantes, quienes claman por un Estado Social de Derecho, donde imperen la equidad y la justicia social, que garantice el fin de la guerra y facilite el desarrollo social, la erradicación de la corrupción, la pobreza, la inestabilidad laboral, la mala remuneración del trabajo, la baja calidad de los servicios públicos, los pésimos servicios en salud, educación, transporte, energía y vivienda para las clases populares, y que acabe con la represión, los asesinatos, los falsos positivos y las masacres de campesinos, líderes sociales y dirigentes sindicales, auspiciados por los regímenes tradicionales.
Las campañas han estado surtidas de señalamientos e imputaciones.
A Petro le achacan Duque y el CD (Centro Democrático) su calidad de exguerrillero del M-19 y su participación en el secuestro y asesinato de dirigentes sindicales y personajes de la élite política durante los años 70, cuando aún era un adolescente ajeno al M-19 dedicado a sus estudios secundarios, y en el asalto al Palacio de Justicia el 5 de noviembre 1985, actuación no avalada por documentos del asalto incautados al M-19 y porque en esa fecha estaba privado de la libertad en Zipaquirá por acciones subversivas. Pero Duque pasa por alto la militancia en el CD de connotados exguerrilleros del M-19 y el ELN. También le enrostran a Petro sus relaciones con líderes comunistas de la región como los hermanos Castro de Cuba y Hugo Chávez de Venezuela, y aluden a él como castrochavista para desprestigiarlo al relacionarlo con desafortunadas acciones de Castro y Chávez en sus países, como la expropiación de bienes, asegurando que Petro lo hará en Colombia, buscando causar pánico entre los electores. Hay trabajadores que han mordido el anzuelo a pesar de carecer de vivienda propia y de bienes que puedan ser objeto de expropiación por el Estado.
A Duque lo sindican de paramilitarismo, falsos positivos (ejecución de inocentes para mostrarlos como subversivos), corrupción y políticas antilaborales y antipensionales, por ser el candidato del expresidente Álvaro Uribe, durante cuyas administraciones entre 2002 y 2010 tuvieron lugar los hechos señalados. Lo cierto es que Duque acompañó a Oscar Iván Zuluaga, candidato presidencial del CD en 2014, a Brasil a negociar una partida de un millón de dólares con la corrupta constructora Odebrecht para apoyar la candidatura presidencial de Zuluaga, quien a la postre no resultó elegido. Además, por el solo hecho de ser el candidato del expresidente Uribe, a Duque le imputan desde ahora iniciativas y decisiones contra los trabajadores, los pensionados, los jueces y el pueblo, el favorecimiento a las castas económicas empresariales y sociales, dueñas de la riqueza, los medios de producción y la tierra, el ser enemigo de la paz negociada y amigo del uso de las armas para buscarla, y ser permisivo del enriquecimiento ilícito de funcionarios, congresistas y personas cercanas al mandatario de turno, como sucedió durante los mandatos de Uribe. Pese a no ser responsable de esas actuaciones, Duque no hubiera tenido opción de ser el candidato presidencial del Centro Democrático, ni logrado la alta votación en primera vuelta, sin el guiño y apoyo del expresidente Uribe, lo cual puede conducir a un voto de obediencia de Duque hacia aquel. Muchas sindicaciones a los candidatos no son ciertas, son golpes bajos.
La pureza de los comicios no está exenta de sospechas. Las redes sociales han divulgado fotos de formularios E-14 con adulteración en los reportes de resultados electorales de la primera vuelta el 27 de mayo, situación que no ha sido satisfactoriamente aclarada por la autoridad electoral. También se arguye que en numerosos municipios favorables a Duque, hay más votantes inscritos que habitantes, lo cual puede presagiar el trasteo de votos que configura el delito de trashumancia electoral. Las autoridades parecen indiferentes ante este hecho. Asimismo, se ha prevenido a la Misión de Observación Electoral y a las autoridades, de presuntos preparativos para la compra de votos por los gamonales políticos regionales que apoyan a Duque. El bando de Petro es ajeno a esta práctica y la condena.
Hay críticas en sectores intelectuales y populares al voto en blanco anunciado por algunos candidatos derrotados en primera vuelta y prestigiosos líderes que los respaldaron. No se concibe que los excandidatos Sergio Fajardo y Humberto De La Calle, y el poderoso dirigente Jorge Robledo, que respaldó a Fajardo a nombre del Polo Democrático, el partido de Petro hasta hace pocos años, hubieran anunciado sus votos en blanco para la segunda vuelta, argumentando no identificarse con los programas de los dos candidatos. Los tres han sido defensores de los acuerdos de paz con la guerrilla, de la lucha contra la corrupción, de políticas sociales en salud, educación, trabajo, pensiones, desarrollo económico y agrario, y del imperio de la justicia social y el estado social de derecho en el país, aspectos plenamente reunidos en el programa de Petro.
Bandera principal de la campaña de Fajardo fue la lucha contra la corrupción, con la cual tanto Petro como Duque dicen estar comprometidos. Pero Petro lo anuncia con las manos limpias, mientras que Duque lo dice apoyado en las manos manchadas de una clase política que se ha robado al país, y lo seguirá haciendo si Duque permite que en su gobierno se perpetúen los mismos con las mismas, como seguramente sucederá.
Esto se deduce de la reunión prolongada reciente de Duque con el expresidente Gaviria, clientelista y patrocinador de corruptos, al cabo de la cual logró el apoyo del partido liberal, surgiendo sospechas de cuotas de gobierno, y algo más, comprometidas por Duque con Gaviria. Y uno se pregunta ¿por qué Fajardo, declarado enemigo acérrimo de la corrupción, con su voto en blanco termina doblegándose ante la crema y nata de la corrupción política, encarnada en los coequiperos de Duque en su campaña? ¿Será que un intelectual de sus quilates no entiende el daño que su posición le hace al país?
Paralelamente, elemento central en la campaña del candidato De la Calle fue la defensa de los acuerdos de la paz, de los cuales él fue negociador por encargo del presidente Santos, y su implementación en el próximo gobierno. No es difícil identificar diferencias abismales entre las concepciones de Petro y Duque en el tema de la paz. Mientras Petro es ferviente devoto de la paz y defensor de los acuerdos, los aliados y asesores más cercanos de Duque amenazan con volver trizas esos acuerdos, y el propio candidato se ha pronunciado sobre la urgencia de revisarlos, acciones que van en contravía del proceso de paz. Entonces, ¿quién podrá entender por qué De La Calle, defensor acérrimo de la paz, termina favoreciendo a Duque al anunciar su voto en blanco, en detrimento de un proceso de paz por el cual se jugó la cabeza?
A no dudar, el voto en blanco de Fajardo, De La Calle y Robledo favorecerá al candidato Duque por considerarse una manifestación de desacuerdo con el programa propuesto por Petro. Ellos lo saben pero disimulan saberlo. La decisión anunciada de votar en blanco es una cosa imperdonable en candidatos supuestamente serios y maduros que se postularon para dirigir los destinos de un país. Tarde o temprano el pueblo está llamado a cobrar estas contradicciones, si algún día opta por el cambio. En el caso de Robledo, parece estar pasando cuenta de cobro por antiguas diferencias personales con Petro, compartidas en su momento por Clara López, quien ha dado muestras de gallardía y grandeza al renunciar a sentimientos personales para enarbolar las banderas de la equidad, la justicia social y el estado social de derecho, las cuales han hecho parte de su ideario político. Dirigentes connotados como Clara López, Claudia López, Antanas Mockus, Antonio Navarro y Jorge Iván Ospina, que apoyaron a Fajardo o a De La Calle en primera vuelta, se han decidido por Petro y lo acompañan con fervor, entrega y entusiasmo en esta campaña definitiva. ¿Por qué Fajardo, De La Calle y Robledo en un gesto de humildad y de identificación programática con su contendor de primera vuelta, no descienden de la nube sospechosa en que navegan para acompañar a Petro en la segunda vuelta, aprovechando una coyuntura que posiblemente no se repita en el país en muchos años?
Con la sencillez y el pragmatismo que lo caracterizan, el economista Thomas Piketty, director de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París, dedicado a estudios en desigualdad económica y distribución de la riqueza, y autor del libro El capital en el siglo XXI, de los más vendidos en el tema de economía política en el mundo, en su cuenta de Twitter reconoce que el programa de Petro es serio y convincente, y afirma que «para un nuevo ciclo progresivo en América Latina y en el mundo, ¡voto a Gustavo Petro!”»
Por razones como éstas, el pueblo, más inteligente de lo se cree, no perdonará las posiciones de Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y el senador Robledo de votar en blanco en una coyuntura como la presente, con la excusa de que ni el programa de Petro ni el de Duque les llama la atención, una posición facilista y engañosa que el propio pueblo se niega a creer y aceptar. Y mientras los tres se enredan tratando de explicar lo inexplicable sobre su cantado voto en blanco, que al menos no han debido cantar para disminuir el daño, al otro lado Duque, contradictor a ultranza de los cuatro, no se contiene de sonreír y frotarse las manos en señal de complacencia por la gran ayuda recibida, la cual ha robustecido sus aspiraciones porque cualquier voto que se sustraiga a Petro a través del voto en blanco de quienes por ideología deberían respaldarlo, cuenta a favor de Duque. En la primera vuelta, Petro se impuso en regiones marginales donde imperan la miseria y la ausencia de Estado y prevalecen los pobres, que son mayoría en el país, dando una voz de alerta a los políticos tradicionales clientelistas y corruptos sobre la evolución en la actitud del pueblo colombiano de cara a su marginamiento social y económico y frente a ellos.
El triunfo de Petro en las regiones de miseria y ausencia de Estado y entre los trabajadores, los pensionados, los académicos y los estudiantes, es un traspiés y una voz de alerta y de repudio para los políticos inescrupulosos tradicionales y para las élites políticas, económicas y sociales, porque el pueblo se ha cansado y hastiado de tanta explotación y corrupción, exige mejores condiciones de vida, más y mejor salud, educación, empleo, más justicia en la remuneración laboral y en la política de pensiones, ausencia de terrorismo de estado en la vida ciudadana y una política agraria de justicia social en la tenencia de la tierra y de los medios de producción, que conduzca al rescate del campesino de su estado de miseria, y a la suficiencia en la producción de alimentos a precios justos, ajena a presiones internacionales y a los TLC; es un claro anuncio y advertencia de que pueblo se encuentra hastiado de la tradicional política clientelista que compra votos con almuerzos, ladrillos, bultos de cemento, dinero en efectivo o promesas de empleos oficiales, y que exige un cambio de actitud y responsabilidad en la ejecución de las políticas y la administración pública, so pena de que los destinos del país pasen a manos más limpias como las de Petro u otros agentes del cambio, de extracción distinta a la tradicional.
De cara a la etapa decisiva del 17 de junio, algunos hacen cuentas alegres de que los 4,5 millones de votos de Sergio Fajardo irán en su mayoría a Iván Duque y de que Gustavo Petro deberá trasegar una cuesta más empinada y espinosa para atraer votos de esa fuente. Pero otros consideran que los de Fajardo son votos de opinión de personas que rechazan los extremos peligrosos, y en su mayoría no son endosables porque adquirieron valor ético y democrático.
A continuación se presenta un paralelo que muestra algunas de las principales diferencias entre las plataformas políticas de los dos candidatos.
- Proceso de paz
Duque someterá los acuerdos a revisión y modificación buscando que todo el peso de la justicia ordinaria caiga sobre los responsables de crímenes como guerrilleros, con desconocimiento de la JEP (Justicia Especial para la Paz). Algunos asesores cercanos e influyentes prometen hacer trizas los acuerdos de paz. Petro respetará e implementará los acuerdos de paz y será la JEP la encargada de aplicar la justicia transicional a los responsables de crímenes en calidad de guerrilleros.
- Lucha anticorrupción
Duque promete librar una lucha abierta contra los corruptos, pero sus opositores no reconocen sus credenciales para ello al haber estado rodeado en su campaña de líderes políticos destacados en la corrupción.
El grueso de la opinión reconoce las manos limpias de Petro para combatir este flagelo.
- Política tributaria
Duque propone reducir impuestos a las grandes empresas para hacerlas más competitivas en el comercio internacional, y al mismo tiempo aumentar la base tributaria de personas naturales y pequeños contribuyentes. Buscará implantar seis jornadas anuales libres de IVA para incentivar el comercio doméstico. Petro propone eliminar exenciones tributarias a la gran empresa, establecer el impuesto a los dividendos y gravar con alto impuesto predial a los terrenos improductivos fértiles de más de 1.000 hectáreas. Reducirá el IVA del 18 al 16 % y buscará la devolución del tributo pagado por la población que está por debajo de la línea de pobreza.
- Política fiscal
Duque habla de un enfoque contracíclico, con la acumulación de ahorros en tiempos de bonanza y la liberación sostenible y racionalizada del gasto público en períodos de recesión. Este propósito no se ve respaldado por los antecedentes de algunos asesores que han derrochado a sus anchas la Hacienda Pública en contratación corrupta y que para financiarla acudieron a la venta de algunos activos estatales muy apreciados.
Petro practicará el control riguroso de la contratación y el gasto público, aspecto en el que todos sus asesores tienen manos limpias, y, mediante el control del gasto, buscará reunir $15 billones adicionales para invertirlos en universidades públicas.
- Exportaciones y política energética
Duque continuará incentivando la industria extractiva y petrolera como eje de la exportaciones, y apoyará el fracking petrolero.
Para Petro, la economía no puede depender de la minería extractiva y los hidrocarburos, se opone al fracking y propone cambio de vocación de Ecopetrol hacia el estudio e implementación de energías renovables, dejando la extracción de crudo como transitoria.
Economistas del sector académico ven en la propuesta de Petro de destinar excedentes de Ecopetrol a la inversión en desarrollos en energías renovables, una oportunidad de cambio necesario ahora que con su ingreso a la OCDE, Colombia necesitará energías más limpias.
- Política internacional
Duque sostiene que no renegociará los TLC vigentes, y buscará aprovecharlos y potenciarlos. No negociará nuevos TLC. Ejecutará las obras de infraestructura en curso y planificadas para apoyar el comercio internacional.
Petro sostiene la necesidad de revisar los TLC, especialmente las cláusulas de protección de la propiedad que implican renuncia a la “soberanía nacional”. Dará prioridad a la construcción de vías terciarias.
- Temas sociales
Duque habla de impulsar el ahorro programado para educación superior, fortalecer los fondos privados de pensiones, limitar a Colpensiones a la administración de pensiones de un SMMLV, revisar e introducir reformas a la atención en salud por las EPSs, reforma pensional con aumento de requisitos para la pensión, reforma laboral con menos beneficios para trabajadores y aumento de cobertura de servicios públicos. PETRO habla de eliminar las EPSs como responsables del fracaso de las políticas en salud, respalda reducir del 12 al 4 % los aportes obligatorios de los pensionados a salud, buscará fortalecer a Colpensiones, aumentar la inversión en educación pública, la recuperación de la mesada 14 para los pensionados afectados por el Acto Legislativo 01 de 2005, conservar los requisitos actuales para la pensión y restablecer los beneficios laborales abolidos durante las administraciones de Uribe y Santos. Creará leyes para el primer empleo, buscará que el salario mínimo recupere capacidad adquisitiva y buscará agua potable para toda la población.
- Política agropecuaria
Duque creará créditos para el campo, impulsará sistemas de riego y tecnificará la agricultura para aprovechar mercados internacionales. Petro distribuirá tierra y asegurará recursos a campesinos y víctimas del conflicto para garantizar la oferta de alimentos, atenderá la construcción de vías terciarias, e impulsará la infraestructura eléctrica con energías renovables. Renegociará aspectos de los TLC.
- Educación
Duque fomentará el ahorro programado para estudios de educación superior, fortalecerá el Sena y la formación técnica en educación media. Destinar parte de las regalías a la capacitación de docentes para preescolar y promoverá la jornada única.
Petro habla de inyectar $15 billones a la expansión de la universidad pública, educación pública gratuita en todos los niveles, e inversión en primera infancia semejante al modelo que impulsó en Bogotá, con atención de bebés y niños hasta de tres años por personal capacitado.
Ciudadano colombiano: ¡Usted decide! Con su voto estará contribuyendo a definir el país que queremos para nosotros y para las generaciones futuras. Llevamos 200 años eludiendo este deber y facilitando que en el país imperen la corrupción y el desgreño administrativo. ¡Reaccionemos!