Es imposible pensar en los superventas literarios o best-seller sin que surja en nombre del novelista británico Ken Follet. El autor de Los pilares de la Tierra y Un mundo sin fin regresa de nuevo al pueblo ficticio de Kingsbridge, con Una columna de Fuego una novela situada en la Inglaterra del siglo XVI y con la que culmina la trilogía de Kingsbridge.
En este tercer volumen de la saga nos situamos trescientos años después de la novela anterior en pleno auge del protestantismo en Europa por lo que las luchas religiosas son una constante a lo largo de la novela en la que también aparecen numerosos personajes históricos como la reina Isabel I, María Estuardo o los miembros de la poderosa familia francesa de Guisa, el cardenal Carlos y su hermano el Duque Francisco, el Acuchillado.
Al contrario que en los dos tomos anteriores de la trilogía, en Una columna de Fuego, la ciudad de Kinsgsbridge, escenario principal en Los Pilares de la Tierra, pierde protagonismo en favor de las tramas políticas y las luchas de poder. La religión es un tema clave para el argumento de la novela, las luchas entre los protestantes y los católicos y las numerosas guerras en las que se encontraba sumida Europa por lo que la trama se traslada a lo que eran las grandes urbes de la época como Sevilla, París y Londres, y llega incluso al Nuevo Mundo, lo que hace que la novela se disperse demasiado.
Una columna de fuego tiene una trama muy centrada en las luchas de poder y las intrigas de palacio. Los protagonistas ya no son jóvenes que se dejan llevar por sus pasiones y deseos como lo eran Jack y Aliena en Los pilares o Caris y Merthin en Un mundo sin fin, sino que todo gira entorno a los monarcas europeos y a qué religión pertenecen dando lugar a luchas constantes en las que la única razón para morir es la religión.
El reinado de Isabel I se presenta como el primer intento de tolerancia religiosa y en el antiguo continente además de que a lo largo de la novela podemos ver la creación del servicio secreto inglés al que pertenece uno de los protagonistas. Sin embargo, Un mundo sin fin se queda muy lejos de la genialidad de sus predecesoras, siendo una novela con un desarrollo lento y con unos personajes muy anodinos. Los malos no son muy malos y los buenos no son buenos del todo. Atrás queda la maldad casi diabólica de William De Hamleigh, principal antagonista de Los pilares, un personaje que encarnaba todo lo malo de la clase noble de la Edad Media.
Las novelas históricas de Follet son largas, en esta trilogía cada uno de los tomos tiene más de mil páginas, sin embargo, la gran envergadura de las novelas apenas se notaba en los dos primeros tomos, el argumento era sumamente adictivo, sin embargo Un mundo sin fin no engancha tanto como sus predecesoras, las intrigas de palacio no son tan interesantes como deberían ser.
Un mundo sin fin llegó a las librerías en septiembre del año pasado, veintiocho años después que Los Pilares de la Tierra, y aunque el estilo del escritor es más que notable, sí que se puede afirmar que la tercera novela ambientada en Kinsgbridge es la peor de la saga.