La siguiente historia está basada en hechos reales, por lo mismo, los nombres a continuación utilizados han sido modificados con la intención de proteger la privacidad de sus protagonistas.
Luego de un rato de haber salido y aún con la incertidumbre de lo que Camila quiso decirme en ese momento, trataba de no darle muchas vueltas al asunto; el amor así como las penas, siempre son sentimientos intensificados cuando le ocurren a uno.
Poco, si no es que nada, sabía hasta ese momento: que en efecto, esta vez se trataba de algo verdaderamente impactante.
Aun a pesar de los audífonos, la música y la tertulia de los comensales a esa hora del día, pude identificar los pasos vacilantes de quien no termina de decidir si acercarse o tomar otra ruta; así de nerviosa la pude notar, y de todas formas no había sombra alguna que opacase su sonrisa de alguna forma forzada.
Camila, que por fin se había sentado a la mesa, en lugar de saludar con su característico «¿qué onda?», lo que salió de su boca fue ligeramente diferente.
«¡Tengo leucemia, es cáncer de la sangre y el doctor dice que solamente lo puedo controlar, no tiene cura!»
Fue lo primero que escuché de su boca antes de que cualquier cosa sucediera; en ese momento mi cerebro se congeló. Claro que sabía qué era la leucemia, por Dios, mi padre es médico y mi abuela tuvo cáncer de mama. Claro que sé lo que significa la leucemia y lo que implica, tanto para quien la padece como para la familia y amigos cercanos.
Y fue gracias a esta experiencia previa que pude, digo yo, recibir la noticia de una forma más tranquila, aunque claro, el shock inicial siempre es el mismo; es como si de repente todo el sonido alrededor hubiera desaparecido, la gente avanzara en cámara lenta y poco a poco las cosas empezaran a tomar su ritmo normal.
«Bueno, al menos ahora tienes un excelente pretexto para darle gusto al gusto, ja, ja, ja». Y gracias a ese mal chiste es que su semblante cambió radicalmente.
«Precisamente por ello es que quería que tú lo supieras. Es por ello que ya no había venido, además el doctor me dijo que era mejor si me juntaba con gente que tuviera buen sentido del humor para que no decayera, sabes que esto de ser madre soltera no es fácil y ahora esto…».
Por su semblante volvía a querer posarse una nube. Sin embargo, así como vino, se fue. Una sonrisa con cierto dejo de tristeza apareció en su lugar.
«Precisamente por mi hijo es que no puedo dejarme caer, ni llevar por este tipo de emociones, es mejor si veo las cosas como son en realidad; además tengo ventaja sobre ti, al menos ya sé cuánto tiempo me queda, tú sin embargo puedes morir mañana, ja, ja, ja». Se consolaba a ella misma diciendo lo anterior.
«Quizá no sepa cuanto viva, pero lo que si sé es que debemos ir por una cerveza para celebrar que seguimos aquí, ja, ja, ja». Le contesté.
«SÍ, hay que salir y hacer cosas; de hecho ando considerando la posibilidad de regresar a la Ciudad de México, es solamente que no quiero preocupar a mi familia, además no puedo dejar de trabajar», continuó Camila.
Es de esta forma que la vi por última vez. Animada, sonriente, aun a pesar de la leucemia no quería dejarse vencer.
Luego de ese día en la zona de comida, la volví a encontrar tiempo después. Desconozco si fue a causa de su salud o simplemente ya no quería trabajar en la tienda, que renunció, y fue en ese momento que nos vimos por última vez.
Siempre fue muy risueña y aun con ropa de calle se veía bien, era muy pronto para que la enfermedad comenzara a menguar su físico todavía, seguía sonriente y expectante. Fue ahí cuando supe que efectivamente regresaría a la Ciudad de México con su familia.
De entonces ha sido la última vez que nos hemos visto, hablamos ocasionalmente por WhatsApp y siempre que lo hacemos trato de alegrarle el día, ser fiel a mi palabra de ser ese amigo que no le permitiría perder el sentido del humor o que de alguna forma se sintiera abrumada por la tristeza.
Así que, donde sea que estés, Camila, he aquí un regalo muy especial que puedo darte, no importa lo que suceda o que el final llegue tarde o temprano. Vivirás por siempre en la memoria de aquellos quienes han leído este muy pequeño extracto de lo que fue nuestro encuentro en esta vida.