Hay artistas que tienen el raro don de encontrar universalidad en lo local, en lo cotidiano. Algunas veces sus relatos son historias mínimas al estilo del argentino Carlos Sorín o de la escuela de cine iraní (cuyo abanderado es Abbas Kiarostami), las que nos hacen percibir el aspecto extraordinario de la vida. Historias que ocurren todos los días pero que nosotros apenas percibimos. Este tipo de sensibilidades artísticas ponen una especie de lupa sobre la realidad para enseñárnosla como si nunca antes la hubiéramos visto.
Asmita Shrish (Nepal) es una realizadora que pertenece a esa cada vez más rara estirpe de cineastas a los que les interesa lo real cotidiano. Su cine (Auntie Ganga y Gyalmu’s house) es fundamentalmente documental, aunque su trabajo más logrado, Chandra, es una ficción en torno al brutal terremoto que azotó Nepal en abril del 2015 y que mató a casi 10.000 personas. El guión de la película fue escrito un año antes, pero la cineasta tuvo la lucidez de reescribir la historia con la atmósfera del terremoto como telón de fondo. El resultado es un híbrido. Una ficción que está en los límites del documental. El ensayista francés Jean Louis Comolli habla de este fascinante género híbrido como cine monstruo: ficción con cabeza de documental.
Chandra es una película de una sutileza en la construcción de las atmósferas y la dirección de no actores que por momentos recuerda el cine de Satyajit Ray y su trilogía de Apu. Ninguno de los dos personajes principales de la película eran actores profesionales, pero es un recurso que funciona en la película por la cercanía que tiene con el documental.
Chandra es un niño nepalí que quiere ir a visitar a su madre que está grave en una de esas pequeñas clínicas improvisadas que levantaron para atender a más de 20. 000 heridos que hubo tras el terremoto. Sin embargo, su abuelo no quiere que el niño viaje con él porque quiere protegerle. Finalmente, el pequeño consigue convencer al abuelo y se ponen en camino.
Los actores del filme no eran profesionales. En algunas escenas el pequeño se puso nervioso. Entre la directora y el niño se estableció un vínculo muy fuerte: «Parte de mi trabajo como directora fue crear un ambiente en el que él pudiera sentirse cómodo».
La directora vive en Inglaterra desde el 2008 y en Londres desde hace un par de años. Su relación con la ciudad es compleja. No es fácil para un artista joven sobrevivir en una ciudad como Londres.
Actualmente trabaja en un documental que cuenta la historia un músico minusválido nepalí que vive en las calles de Londres y toca con una banda de música fusión llamada Namlo. Paralelamente, trabaja en otro documental sobre un soldado amputado llamado Hari Budha Magar, que intentará escalar el monte Everest.
Asmita Shrish es la cronista de las historias real cotidianas de la comunidad nepalí en Inglaterra.
Auntie Ganga es un documental sobre la tía de la directora. A la manera de Agnes Varda, Shrish retrata las reflexiones de una mujer en la última etapa de su vida. La resistencia de los nepalíes de la tercera edad que enfrentan las adversidades del paso del tiempo apoyándose mutuamente. Una lucha colectiva contra el tiempo.
Si no se contaran los pequeños relatos cotidianos, se perderían para siempre. En English Lesson, la directora explora el proceso de integración de un grupo de inmigrantes de Nepal que estudian inglés esperando encajar en el mundo al que decidieron inmigrar.
Los cortometrajes de Asmita Shrish son como capítulos de una misma historia. Las vidas discretas, privadas, marginales de su comunidad, contadas a través de la mirada de una directora a la que le espera un prometedor futuro.