Es tal vez una de las películas más injustamente elogiada. Se trata de Scent of a woman, el filme estadounidense de 1992, con el cual Al Pacino conquistó el Oscar al Mejor Actor en 1993 y que reportó cuantiosas ganancias a sus productores, con una recaudación que casi quintuplicó el dinero invertido.

Esta cinta fue un remake de la italiana Profumo di donna de 1974. Ambas, la original y la segunda versión, fueron exhibidas con el mismo título en español: Perfume de mujer. Por ello, para los efectos de este artículo se hará la diferencia con los nombres en los idiomas originales.

Profumo di donna fue dirigida por Dino Risi y tuvo en los papeles protagónicos a Vittorio Gassman, Alessando Momo y Agostina Belli. Scent of a woman, bajo la dirección de Martin Brest, contó en su elenco, junto a Al Pacino, con los debutantes Chris O’Donnell y Philip Seymour Hoffman, además de Gabrielle Anwar, en un rol breve pero muy destacado.

Ambos filmes fueron adaptaciones de la novela La oscuridad y la miel (Il buio e il miele) del italiano Giovanni Alpino. En rigor, el filme italiano es el más fiel a la novela, tanto en su sentido profundo como en su trama, mientras la versión norteamericana trasgrede con creces tanto el argumento como el espíritu de la obra de Alpino, limitándose a usufructuar de sus ángulos más llamativos.

La actuación de Al Pacino en Scent… fue sin duda magistral, acorde con la fama de este actor, reconocido por su profesionalismo y su capacidad para “meterse en la piel” de sus personajes. En este caso, Frank Slade, un teniente coronel ciego. Para caracterizarlo, se entrenó actuando en la vida real como un no vidente e incluso se negó a usar lentes oscuros, adoptando una mirada fija e inexpresiva en la película.

Un gran papel para un filme atractivo pero vacuo, donde la espectacularidad y el dramatismo estuvieron en función de conmover a espectadores despistados y cosechar el aplauso fácil de los críticos hollywoodenses. Da la impresión de que el Oscar otorgado a Al Pacino por esta película fue una reparación por la tardanza de la Academia en reconocer sus méritos en anteriores cintas notables, como Serpico (1973), Tarde de perros (1975) y Prohibida obsesión (1985).

Disciplinado hasta la exageración, Pacino actuó bien hasta en los pasajes más grotescos de la película, como cuando conduce a toda velocidad un Ferrari por las calles de Nueva York pese a su ceguera y engaña incluso a un policía.

Pareciera que Brest se empapó del “modo gringo” de hacer cine, apostando a la parafernalia a falta de otros anzuelos. Así, construyó un argumento ajeno a la novela de Alpino, que gira en torno a la amenaza que se cierne sobre un joven y pobre estudiante de perder beca y arruinar su futuro por no denunciar a otros compañeros. Es el suspenso que acompaña a la película en vez del proyecto de suicidio del coronel ciego. Y es este propio coronel, ya liberado del proyecto suicida e imbuido de su papel de salvador, el que irrumpirá en la asamblea de juzgamiento del exclusivo colegio para conmover al auditorio y salvar al joven que contrató como lazarillo. Un desenlace de epifanía, iluminador, donde triunfa el bien. No podía ser de otra manera.

La escena más aplaudida de Scent…, difundida y comentada frecuentemente entre los aficionados al cine en redes sociales, es la del tango del coronel Slade con la bella Donna (Gabrielle Anwar). Al compás de Por una cabeza, el ciego militar hace bailar a la bella joven, con la cual ha entablado conversación al comentarle la marca del jabón que está usando.

Un recurso que se repite en otras dos apariciones femeninas en la película, en que el no vidente acierta la cercanía de mujeres con las marcas de sus perfumes, como si los respectivos fabricantes hubieran auspiciado las menciones.

Una mala justificación del título Perfume de mujer, contrariamente a la obra de Giovanni Alpino y a la cinta italiana donde “il profumo” es una referencia sensual, como un sentido adicional del olfato del militar ciego, en este caso el capitán Fausto Consolo (Vittorio Gassman), para detectar féminas a su alrededor.

El joven recluta Giovanni Bertazzi (Alessandro Momo) debe acompañar al capitán Consolo desde Turín a Nápoles, pasando por Génova y Roma. Si la actuación de Al Pacino como Frank Slade fue extraordinaria, la de Gassman como el militar ciego y manco no le va a la zaga.

Gassman ganó el premio David di Donatello en 1975 por esta película y Risi recibió el mismo galardón como mejor director. También en 1975 la actuación de Gassman fue premiada con el Nastro d’argento y en Cannes. Profumo di donna obtuvo el premio César como mejor película extranjera y fue postulada en la misma categoría al Oscar.

Risi hizo una película esencialmente italiana, sin aspavientos y cruzada de dosis de dramatismo y humor. El joven Bertazzi reflexiona constantemente sobre la locura del capitán Consolo y debe acompañarlo en sus correrías en busca de prostitutas en Génova, con la advertencia de que ignore a aquellas de pies grandes porque son travestis.

El proyecto del suicidio está muy presente en esta película, que acorde con la novela de Alpino es en última instancia un recurso de escape de la soledad en el mundo moderno. Un tono de amargura es el trasfondo de esta historia, donde el amor de la joven Sara (Agostina Belli) hacia el derrotado, mujeriego y alcohólico militar es una vía para la supervivencia.

La información disponible en Wikipedia señala que Scent of a woman se filmó con un presupuesto de 31 millones de dólares y recaudó 134 millones. No hay datos sobre los réditos de Profumo di donna.

La película de Risi pasó asimismo a la historia como la última de Alessandro Momo, quien a los pocos meses de estrenada falleció en un accidente de motocicleta, tenía 17 años y ya era conocido en los 70 por sus envidiables roles en Malicia y Pecado venial, como juvenil seducido y seductor de la hermosa Laura Antonelli, gran sex simbol de aquellos buenos tiempos de comedias italianas.