En Argentina, el acto de ir al cine se presenta como un momento para compartir, para disfrutar. Un momento en que nos sumergimos en una producción y formamos parte de un hecho cultural que nos interpela de una u otra forma. El cine argentino ha sido un transmisor de tradiciones, modismos, momentos históricos que quedan plasmados en una cinta, que reproducen parte de la idiosincrasia argentina, disponible para que nuevas generaciones comprendan su historia. Ante una industria tan competitiva, las películas argentinas han logrado posicionarse a nivel internacional.

Estos últimos meses, el cine nacional se ha visto envuelto en una guerra en su contra, una guerra que tiene como aparente objetivo desvalorizar la cultura de un país orgulloso de su identidad y su historia. Durante mucho tiempo el menosprecio hacia todo lo que constituye la cultura nacional y popular ha pisado fuerte, por lo que se convirtió en una industria bastardeada y menospreciada frente a la imponencia hollywoodense. Pero, desde el inicio del 2024, con la asunción del nuevo gobierno, toda actividad relacionada a la cultura y el arte fue tildada como una pérdida a niveles económicos, y sobre todo, como un enemigo público causante de la pobreza de este país, produciendo despidos, cierres de lugares emblemáticos y desfinanciamiento a instituciones y festivales.

Desde 1897 hasta la actualidad, la lista de filmografías argentinas no hizo más que crecer a pasos agigantados. Con la llegada del cine mudo en este mismo año y la creación de diversos cortos con una carga patriótica como La bandera argentina de Eugenio Py, se marca el inicio de la historia del cine nacional. En 1909, se estrenaron las primeras películas con argumento como El fusilamiento de Dorrego y, el mismo año, también La Revolución de Mayo, que utilizó la técnica del teatro filmado. De esta manera, no tardaría en llegar el primer éxito en taquilla de la mano del director Humberto Cairo, con la película Nobleza Gaucha. La misma se estrenó en 1915, contó con un presupuesto levemente superior a 20.000 pesos y logró recaudar un aproximado de 1 millón de pesos.

Así fue como el país comenzó a producir su propio lenguaje fílmico y a generar códigos y recursos específicamente cinematográficos, como la utilización del flashback, distintos planos, que se utilizaban de acuerdo a la intención de la escena, y el montaje paralelo. Nobleza gaucha también fue el primer largometraje en representar los problemas políticos y sociales que se estaban viviendo en aquel entonces, especialmente mostrando situaciones que tenían como protagonistas grupos subalternos, como inmigrantes y criollos.

Dos películas argentinas han tenido el honor de ganar el Premio Oscar a mejor película internacional, siendo motivo de orgullo y festejo. Después de todo, que nuestras producciones Audiovisuales sean reconocidas por los premios más prestigiosos de la industria, habla de la calidad del cine al cual nos referimos. Por otro lado, es importante recordar que todas las producciones que estuvieron nominadas fueron aquellas que con su trama nos dejaban sumergirnos en una parte crucial de la historia, una parte dolorosa, como lo fue la dictadura argentina.

La historia oficial, estrenada en el año 1985, es una producción valiente en su historia, exponiendo al mundo uno de los hechos más oscuros y terroríficos que acecharon al país hasta el año 1984, como lo es la apropiación de los hijos de desaparecidos en dictadura. La grabación tuvo lugar aún sin estar en democracia. Las películas cuyas tramas giran en torno a la dictadura son innumerables, y es lógico, después de todo, el cine es una forma de contar y representar un hecho, lo que nos ayuda a no olvidar lo que ocurrió, a sentirlo de otra manera, y de interpelar a las nuevas generaciones. Otras de las más reconocidas fueron El secreto de sus ojos, ganadora del mismo premio en 2010, y Argentina 1985, nominada en 2023.

Pero el drama no es el único género que caracterizó al Cine argentino, la comedia tiene un lugar importante en la cultura, siendo la película más emblemática Esperando la carroza, estrenada en 1985 y de la cual he hablado en otro artículo. La misma representa modismos, expresiones y caracteriza el humor propio de una época. Esta nos deja adentrarnos en la historia de una familia, con sus costumbres y sus gracias, que a día de hoy continúan en el imaginario colectivo de la sociedad.

El ataque al cine nacional tiene precedentes. Los responsables de la realización de películas durante la década del 70 fueron considerados subversivos durante el golpe de Estado que tuvo lugar en el país en 1976, por lo que fueron perseguidos y debieron exiliarse, dejando atrás el recuerdo de una industria destruida. De esta manera, comienza la mayor crisis artística industrial de la historia del país hasta el momento. Con la vuelta de la democracia, en 1983, comienza un nuevo tipo de cine, que se ajustó a la situación de la época y logró renacer en un país económicamente inestable. La libertad de expresión volvió a las calles, por lo que también volvió en el arte, y de esta manera surgió el cine feminista, entre tantas otras producciones, que como mencioné en párrafos anteriores, tuvieron como temática principal aquellos años e historias que merecían ser contadas recobrando el compromiso social que se había perdido en las artes Audiovisuales con mayor exposición durante la dictadura.

Desfinanciamiento, cierre y despidos son las primeras palabras en las que pensamos cuando hablamos de Cine argentino en 2024. Con la asunción del nuevo presidente, Javier Milei, el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) se ha visto fuertemente desfinanciado, con muchos trabajadores que se han quedado sin una fuente de ingresos. Entre los objetivos estaba cerrar el Cine Gaumont, el cual proyecta películas nacionales a un precio accesible, fomentando el consumo y la difusión de las mismas. Por otro lado, el cierre de la plataforma Cine.ar, la cual contiene y resguarda una innumerable cantidad de producciones audiovisuales.

Una multitud de personas, desde agrupaciones, estudiantes y aficionados, se vieron en la necesidad de salir a la calle el pasado 14 de marzo para brindar apoyo a este sector de la cultura argentina. La concentración se dio en la puerta del Cine Gaumont la tarde de un jueves. Banderas, pancartas y canciones acompañaron la lucha. “Un país sin cultura, no tiene identidad. Muy fácil de colonizar” fue uno de ellos. Comprender la importancia de tener una cultura rica, respetada e impulsada desde el Estado, es vital para la conformación de una identidad nacional reforzada. Alguien debe narrar nuestras historias desde el amor y el respeto, de esta manera, formar parte de una industria competitiva, generando puestos de trabajo, turismo, fondos de inversión y educación de calidad para quienes se quieran dedicar a este arte.