¿Qué hay detrás del aceite de palma? ¿Cuáles son las condiciones laborales de los trabajadores? A continuación narraremos las experiencias y destaparemos lo que sucede en estos campos, gracias a las investigaciones de Amnistía Internacional.
Explotación laboral, explotación infantil, condiciones precarias, objetivos inalcanzables y maltrato hacia las personas. Todo esto están sufriendo los campesinos que trabajan para conseguir el aceite de palma, tan utilizado por algunas de las marcas más famosas del mundo.
Adultos y niños trabajan jornadas abusivas para alcanzar los objetivos y así poder cobrar un ridículo salario. Madres expuestas a enfermedades por el abuso de herbicidas. Sin contrato o en ocasiones temporal.
Amnistía investigó cuatro plantaciones
La organización Amnistía Internacional ha investigado durante meses cuatro plantaciones y ha entrevistado a más de 120 personas en Indonesia. Campesinos que trabajan a diario en estos lugares donde se violan los derechos humanos.
Indonesia es el país con mayor producción mundial de aceite de palma. También hay muchas plantaciones en otro países de América Latina, como Colombia, pero en menor cantidad. Indonesia es el pionero, el número uno. El mayor proveedor. Y las empresas abusan de ello. Esto provoca que las selvas sean deforestadas para ampliar la explotación del aceite de palma.
La realidad es que los campesinos trabajan largas jornadas por una mínima remuneración salarial. Además, los objetivos fijados por los encargados son casi imposibles de cumplir. Por lo que muchos llevan a sus hijos para poder cobrar a fin de mes. Con su ayuda y más manos trabajando tienen más posibilidades de llegar a los números. Se les exigen 950 kilos a diario por persona por un salario de 100 euros al mes.
Los niños dejan la escuela para trabajar
Los niños salen de los colegios a una edad temprana para ayudar en el trabajo. Son niños de muy corta edad (7 y 8 años) que trabajan junto a sus padres para sacar más provecho y así poder cobrar. Las mujeres, en cambio, sin contrato alguno, hacen los trabajos de insecticida, limpieza, etc. Utilizan productos herbicidas tóxicos, arriesgando constantemente sus vidas y su salud. Como ha podido saber Amnistía Internacional, a las mujeres nunca se les hace contrato fijo, sino temporal. Lo que provoca inseguridad y se les priva del acceso a las pensiones.
Empresas conocidas compran el aceite de palma
Son muchas las empresas que, de forma indirecta, con o sin conocimiento, compran este aceite de palma que se consigue con explotación laboral e infantil. Según el Informe de Amnistía Internacional, publicado a finales del 2016, empresas conocidas como Nestlé, Kellogg's, Unilever, Procter & Gamble y Colgate-Palmolive están entre ellas. También hay una empresa española, según Amnistía, y es Afansa, empresa de Vigo que trabaja con el aceite de palma. Estos aceites que utilizan estas empresas provienen en su gran mayoría de estas plantaciones.
Lo que la Organización pide es que se utilice aceite de palma sostenible. Que no se consiga a través de la explotación laboral. Pide responsabilidad a estas empresas y a sus clientes. Todos debemos ser conscientes y exigir a las marcas transparencia. Que no compre productos allí donde se vulneren los derechos humanos.
La legislación laboral no se cumple
Cabe decir que la legislación en Indonesia existe, pero no se cumple. La ley dicta que la jornada laboral consta de 40 horas semanales más 14 extras. Y que los menores de 18 no pueden realizar trabajos duros. Esto no se cumple de ninguna de las maneras. Existe el trabajo forzoso. Retención de salarios, despidos y amenazas de no pagar sino se cumplen los objetivos.
El problema es que las empresas no están reguladas. No existe legislación, por lo que es difícil controlar dichas empresas. Lo mismo sucede con el cobalto y las multinacionales. Empresas de telefonía móvil que explotan de forma indirecta a los congoleños en las minas de la República Democrática del Congo
En conclusión. Debemos exigir a las empresas, como consumidores, transparencia en su cadena de producción. Invitarles a no comprar productos allí donde no se respeten los derechos laborales. Con pequeños gestos podemos hacer mucho.