Corría el año 1840 en Venezuela, durante la segunda presidencia de José Antonio Páez (1790-1873), cuando este instruye al entonces ministro de Relaciones Interiores, el doctor Ángel Quintero (1802-1866) para que contactara al ingeniero militar y geógrafo Agostino (Agustín) Codazzi (1793-1859), con miras a traer inmigrantes para establecer poblaciones en las que se pudiera desarrollar la agricultura y minería venezolanas. Codazzi, por recomendación de Alejandro de Humboldt (1769-1859), contacta con pobladores y autoridades del Kaiserstuhl, zona agrícola del Gran Ducado de Baden, a orillas del Rin.
Codazzi, Ramón Díaz (1800-1875) y el Conde de Tovar, Martín Tovar Ponte (1772-1843), establecen una empresa que selecciona la zona donde instalar a los inmigrantes. Con similitudes geográficas y climáticas con el Kaisersthul, unos terrenos donados por el sobrino del Conde de Tovar, Manuel Felipe Tovar (1803-1866), servirían para establecer la nueva colonia.
Luego de construir algunas instalaciones básicas, la empresa colonizadora viajó a Endingen, Baden, para seleccionar a los colonos. Una vez firmados sus contratos en la posada Der Pfauen, 240 hombres y 151 mujeres partieron a Venezuela el 18 de diciembre de 1842.
Luego de un largo viaje y numerosas penurias, los inmigrantes llegarían el 18 de abril de 1842 al sitio de Palmar del Tuy, tomando ese día como el de la fundación de la Colonia Tovar, nombre que honra al donante de las tierras. Junto a los primeros colonos llegaron visitantes científicos, naturalistas y artistas, algunos por corto tiempo, otros para establecerse en el lugar. Entre estos visitantes encontramos al afamado pintor Ferdinand Bellermann (1914-1889) y al naturalista Johann Wilhelm Karl Moritz, una de las figuras más relevantes en las ciencias naturales venezolanas durante el siglo XIX.
Karl Moritz nace el 16 de diciembre de 1797, en Klein-Santersleben, en la región del Gross – Rottmersleben, en Sachsen, Prusia, parte de la actual Alemania. Su padre, Heinrich Christian Moritz, ejercía como maestro, cantor y organista en el vecino pueblo de Barleben. El joven Karl estudiaría Teología, cursando además varias materias de ciencias naturales, lo cual le permitiría obtener excelentes conocimientos de Botánica y Zoología. Desde su época de estudiante consideraría a la Entomología su tópico de estudios preferido. Una vez culminados sus estudios de teología, en 1825, sería contratado como tutor de los hijos del Conde von Bredow, en Wagenitz, pequeña población cerca de Berlín.
En 1834, Moritz decide culminar su trabajo con von Bredow para viajar al Caribe a objeto de explorar, estudiar y colectar muestras botánicas y zoológicas que eventualmente enviaría a diversos museos de Europa. Su primera parada es en Saint Thomas, para pasar luego a la vecina Saint John. También explora y colecta ejemplares en La Española.
Entre febrero y junio de 1835 viaja a Puerto Rico, pasando mayor tiempo en Yabucoa y sus alrededores. Aquí comienza a escribir un manuscrito sobre la fauna de la Isla y sus diversos ambientes ecológicos. Conocerá entonces al recientemente exilado presidente de Venezuela Dr. José María Vargas (1786-1854). Regresa Moritz a Saint Thomas, y aunque estaba interesado en viajar a Venezuela, decide ir a Santo Domingo, debido a la revolución que había depuesto a Vargas. Casi al mismo tiempo, varios diputados le escriben a Vargas con la intención que regrese al país a continuar su presidencia. El venezolano convence a Moritz para que lo acompañe.
El manuscrito sobre las exploraciones en Puerto Rico es finalizado y enviado para publicación luego de llegar a Venezuela, ya que está firmado en Caracas, en enero de 1836. En este trabajo hace el naturalista algunas comparaciones sobre zonas de vida, la fauna y vocablos utilizados en ambos paises. Gracias a la amistad con Moritz, el presidente venezolano le entregó al alemán cartas de recomendaciones y pasaportes que le permitiera recorrer el país y otras regiones de Sur América.
En Venezuela, Moritz explora diversas zonas de la Cordillera de la Costa, aledaña a la ciudad de Caracas. Visita la región costera de la Guayra y viaja también hasta las cercanías del pueblo de Cagua luego de haber sido invitado por el Sr. Gustav Julius Vollmer (1805-1865), en cuya casa en Caracas llegó a vivir. Recorre la Hacienda “El Palmar” y los valles de Aragua. Viaja luego por el Orinoco y explora regiones al norte de Apure para llegar hasta Mérida y Trujillo.
Regresa a Alemania en 1837 y a Venezuela en 1840. En esta oportunidad viaja al oriente de nuestro país y visita la Cueva del Guácharo, acompañando al reconocido pintor alemán Ferdinand Bellermann y al naturalista belga Nicolás Funck (1816-1896), quien, nacido en Luxemburgo, trabajaba en Bélgica en los establecimientos de producción de orquídeas de su suegro, el respetado botánico y experto cultivador de orquídeas Jean Jules Linden (1817-1898).
Luego de explorar el Oriente venezolano, Moritz visita la Colonia Tovar, a pocas horas al oeste de Caracas. Lo recibe Agustín Codazzi quien lo hospeda en su casa. Para 1843 se establece definitivamente en el lugar. Por esta misma época recibe una ayuda financiera enviada por Friedrich Wilhelm IV (1795-1861), rey de Prusia. Éste se había enterado de las exploraciones y la obra de Moritz en el Nuevo Mundo gracias al Conde von Bredow y Alejandro de Humboldt. El Rey ordenaría entonces la compra de una gran colección de insectos que Moritz había colectado en su viaje por el Caribe y Venezuela, para que formara parte del Museo de Historia Natural de Berlín, donde aún se encuentra.
Moritz es ampliamente conocido dentro del mundo de la Botánica y además de la creación del género Moritzia (Boraginaceae) para homenajearlo, innumerables especies de plantas llevan su nombre. El creó un Jardín Botánico en los terrenos de su propiedad en la Colonia Tovar. También estableció en su casa un herbario, el cual fue eventualmente comprado por el Museo Británico. Muchas de las muestras de plantas por él colectadas se encuentran en diversos museos de Europa. De igual manera, los conocimientos entomológicos de Moritz eran muy amplios y no solo muchos de los ejemplares que colectó se encuentran en museos europeos, sino que escribió trabajos científicos sobre varios insectos. Basados en su correspondencia, Moritz llegó a asignar nombres a varios ejemplares por él colectados en Venezuela, especialmente en la Cordillera de la Costa. Sin embargo, no todos estos nombres fueron publicados formalmente.
Sus amplios conocimientos en diversas ramas de las ciencias pueden evidenciarse en sus trabajos publicados. Su visión integral es notable en cada uno de sus escritos. En la narración de una excursión realizada a la Silla de Caracas el 28 de marzo de 1843 junto a su amigo Nicolás Funck, leemos:
En un sitio cerca del pico existe un grupo sombreado por la alta vegetación y el propio domo de la Silla no lo encontré tan pelado como lo halló el Sr. De Humboldt. El incienso (Trixis neriifolia) crecía con verdaderos troncos, en cuya sombra nos desayunamos, no sin cierto temor a los enjambres de avispas que se encontraban entre sus ramas y que iban alborotándose a medida que el sol las calentaba (pues gozábamos de un bellos tiempo sin nieblas o lloviznas), después de estar heladas por el frío de la noche. Entre las mariposas observé algunos tipos grandes de alas blancas y amarillas, Pontiae o Pierides, pero desgraciadamente su vuelo muy veloz como para poderlas atrapar con la malla. Estas mismas creo haberlas visto también en las quebradas más abajo y así mismo pude ver una notable Hipparchia negra carbón con una mancha blanca grande, la cual ya yo había cazado en las bajas montañas de Galipán, también bastante común Argynnis juno y tres pequeñas Hesperiae, de las cuales dos nuevas.
La antigua casa de Karl Moritz es considerada Patrimonio Cultural de la Colonia Tovar y hoy aloja un restaurante que lleva su nombre. Moriría Moritz en 1866 y en el viejo cementerio de La Colonia Tovar, en la zona central podemos aun ver a un viejo ciprés y a su lado tres cruces cubiertas con tejas de madera, similares a las que podríamos encontrar en las montañas del Tirol y de Baden. Una de ellas marca el sitio de reposo final del eminente naturalista, botánico y entomólogo.