Hace unas semanas, a pesar de un frío tenaz y una verdadera tormenta de nieve, amantes de las artes escénicas inundaron clubes nocturnos, auditorios de todo tipo, universidades, museos, centros culturales, y hasta varias iglesias de la ciudad de Nueva York, en pos de presenciar lo último de lo último en cuanto a música, teatro y danza.
Se trataba de los miles de eventos relacionados con Association of Performing Arts Presenters (“APAP”, por sus siglas en inglés), asociación de gestores culturales de todas partes del mundo que celebra su congreso anual en la ciudad de Nueva York.
Durante cinco días sumamente intensos, cada año a principios de enero, APAP reúne en el Hotel Hilton de las Américas en la Sexta Avenida y en escenarios por toda la isla de Manhattan y alrededores, a miles de artistas que presentan su arte ante un público de curadores y programadores de artes escénicas a nivel nacional e internacional.
Una de las más importantes razones para asistir a APAP es que ofrece una magnífica oportunidad de tomarle el pulso de la música internacional; en su sexagésima edición fue notable la presencia latina ante y detrás de los escenarios.
A nivel de la organización, cabe destacar la labor de Mario García Durham, Presidente y Director Ejecutivo de la organización, quien es mexicano-estadounidense originario de Houston, Texas. Para mí, uno de mis momentos predilectos es iniciar la labor de cubrir APAP comentando con García Durham su perspectiva de la labor de APAP en el año anterior y hacia el futuro.
Este año, García Durham hizo hincapié en el sentido de respeto que se debe nutrir para crear un ámbito de tolerancia entre personas de distintas creencias, y a la par resaltó el papel de los artistas y los gestores culturales en este proceso tan importante, señalando que “... es importante reconocer que compartimos valores fundamentales, como el respeto, el entendimiento, la compasión”.
También enfatizó el compromiso de APAP de crear mayor diversidad y un ambiente de fuerte inclusividad en el mundo de la curación cultural, lo cual presenciamos en las sesiones plenarias de la conferencia, en las que jugaron un papel primordial artistas cuya labor se centra en temas interseccionales, con la intención de ilustrar y entender cómo es que conjuntos diferentes de elementos con los que nos identificamos (discapacidad, género, religión, por ejemplo) influyen sobre los caminos de nuestras vidas en todos los sentidos.
Después de conversar con García-Durham, suelo iniciar el delicioso frenesí de actividad cultural que conlleva APAP. A la luz de la inmensa abundancia de oportunidades para presenciar música en vivo, siempre conviene crear un plan estratégico para poder dividir el tiempo entre varios eventos claves, los cuales incluyen sin falta Winter Jazz Fest, Globalfest y las noches de conciertos que se presentan en Drom, club de música global.
Este año, en su decimotercera edición, Winter Jazzfest se ha extendido a cinco días de conciertos, más el corazón del festival son dos noches denominadas “el maratón”, en los cuales decenas de clubes y auditorios presentan conciertos de jazz de 6 pm a 2 am. Los conciertos de Winter Jazzfest suelen destacar nuevos proyectos que ilustran la vanguardia del género del jazz y como parte de sus ofertas, pudimos presenciar mucho de lo que cabe dentro del concepto de jazz creado e interpretado por latinos, que va desde el saxofón vibrante de la chilena Melissa Aldana hasta la potente voz de la cubana Daymé Arocena, al jazz acompañado de bailaora flamenca del español Chano Domínguez, el arpa colombiana de Edmar Castañeda y el jazz orquestal y con mucha salsa de los veteranos del Spanish Harlem Jazz Orchestra.
Además, Winter Jazzfest dio muestra de la inmensa variedad de texturas que ofrece el jazz creado por latinos en conjuntos de todos tamaños. Por ejemplo, nos encantó ver el riquísimo intercambio musical en el trío liderado por el pianista cubano-francés Harold López-Nussa, quien fue acompañado por su propio hermano Ruy Adrián López-Nussa en la batería. Nacidos dentro del seno de una familia de reconocidos músicos, los hermanos entablaron un diálogo casi telepático marcado por un vaivén rítmico que paseaba por la isla, y luego se remitía directamente a África.
En contraste, Winter Jazzfest también presentó conciertos como el de una gran orquesta de vientos llamada Out of Ra: Afrohorn Superband, en el que los diez saxofones a trompetas a trombones comenzaron su intercalado bombardeo de notas impulsados con el llamado sagrado en tambores acompañado por canto yoruba en manos del gran percusionista afrocubano Román Díaz. Este proyecto, co-fundado por el baterista mexicoamericano Francisco Mora-Catlett, halla el común acuerdo musical entre el afrofuturismo de la Arkestra Sun Ra de la década de los setenta (de la cual Mora-Catlett fue integrante) el folclore cubano, el surrealismo mexicano y el misticismo africano en magníficas descargas rítmicas.
También en Manhattan, en Drom, la noche de conciertos denominada “Secret Planet” auspiciada por los sellos disqueros Barbés y Electric Cowbell, además de disfrutar de los boleros clásicos de Miramar y los beats indie afrocubanos vía Toronto de Battle of Santiago pudimos ver por primera vez el conjunto femenil llamado Ladama, colectivo internacional de mujeres liderado por músicos, activistas y docentes de diferentes partes de las Américas. Las integrantes de Ladama manifiestan la misión responder la desigualdad de género y la desigual representación de las mujeres en todos los aspectos de la educación musical y la industria de la música, con la intención de construir comunidad a través de la música y sus dulces ritmos ofrecieron un encantador paseo musical por las Américas que evocaron un sentimiento musical bolivariano de unidad panamericana.
Finalmente, Globalfest, noche de conciertos que presenta doce diferentes conjuntos en tres escenarios de Webster Hall, nos brindó un verdadero banquete de ritmos internacionales. Además de una serie de fascinantes artistas internacionales de entre otros países, Korea, Portugal, Angola, Ghana, el Sudán, Marruecos y la India, contamos con la presencia maravillosa del septeto cubano Septeto Santiaguero, clásico conjunto de Santiago de Cuba que desde su fundación en 1995 se reconoce como uno de los más importantes exponentes de la música tradicional cubana. Ganadores de Grammy Latino, el Septeto Santiaguero hizo retumbar las paredes del gran salón de Webster Hall con su irresistible y sumamente bailable son cubano.
Más el gran punto fuerte de Globalfest es dar a conocer artistas desconocidos en el ámbito de música del mundo, y en este sentido, la aclamada novedad de la noche fue el concierto de la agrupación tradicional afrovenezolana de Betsayda Machado y la Parranda El Clavo. A pesar de haber tocado juntos desde hace tres décadas en su pueblo (El Clavo, ubicado en el sureste del país, como a una hora de Caracas y fundado por esclavos provenientes del África), la agrupación apenas empieza a darse a conocer a nivel internacional. La música de la parranda, en gran parte música creada y dedicada a los santos para celebrar sus festividades, es un efervescente testimonio a la fuerza de la música con su carga emotiva de raíz, memoria y posibilidades. Y en este sentido, el logro mayor de APAP no es únicamente su éxito como un simple mercado de talento, sino la manera en la que permite promover y fortalecer la infraestructura que nos permite compartir este maravilloso arte de la familia humana.
Para mayor inspiración y en celebración de la presencia latina en este importante congreso, los invito a escuchar la conversación con Mario García-Durham acompañada de una muestra de la música de APAP 2017 en esta edición especial de Beat Latino. ¡Y nos vemos en APAP 2018!