El 1 de diciembre se celebraron elecciones en Gambia. Se presentaron Jammeh, el actual presidente, Adama Barrow, principal líder de una coalición de partidos de la oposición, y Mama Kandeh, tercer candidato con menos apoyo y visibilidad que los dos primeros.
El país esperaba estas elecciones como una oportunidad después de muchos años para sacar a su presidente de la silla en la que lleva apoltronado más de 20 años. Y lo consiguió. Para sorpresa de todos, Jammeh el dictador acepta unos resultados de las elecciones que le posicionan como perdedor. Días más tarde, dice: donde dije digo, digo Diego y ahora no acepto los resultados. Es más, quiero que se repitan las elecciones.
20 años de Jammeh en el poder
Un pequeño país de la costa occidental africana que ha estado gobernado durante más de 20 años por Yaya Jammeh, ex militar que dio un golpe de Estado en 1994. Durante todos estos estos años el presidente ha ido convocando elecciones, en un intento por mostrar a la población y comunidad internacional su espíritu democrático. La realidad es que los resultados de éstas siempre han sido favorecedores a Jammeh, y es que, como él siempre ha declarado, “me votéis o no, yo voy a ser vuestro presidente por un billón de años”. Una dictadura que ha provocado detenciones arbitrarias de todo aquel que se pronunciase en contra del Régimen, falta total de libertad de prensa, torturas, centros de detención ilegales, desaparecidos y un gran éxodo masivo de gambianos a Europa y América.
¿Por qué estas elecciones eran diferentes?
Partidos de oposición en Gambia, haberlos, haylos. El problema es que su actividad política ha estado muy limitada por la represión del régimen y que la ciudadanía no tenía la libertad suficiente, pero sí el miedo instalado como para no asistir a mítines y actos políticos. El pasado mes de abril fue un punto de inflexión en la política gambiana. Uno de los políticos opositores desapareció y se supo de su muerte a manos de la policía secreta y el principal líder opositor junto a otros políticos fueron encarcelados por una manifestación en la que reclamaban una reforma en la ley electoral. Los ánimos de los gambianos empezaron a encenderse y el peso de la comunidad gambiana en el extranjero, que ha estado muy activa en las redes sociales ha contribuido a ir formando un movimiento en contra de Jammeh dentro y fuera de las fronteras del país. La gente empezó a mostrar su apoyo a la oposición, primero bajo el anonimato de internet, después en las calles.
La coalición
Los partidos de la oposición, en un intento por trabajar por una causa en común, sacar a Jammeh del poder y obtener el respaldo de los ciudadanos de manera masiva, crean una coalición en la que mediante elecciones sale elegido Adama Barrow como candidato a la presidencia. Barrow, un gran desconocido para la mayoría de gambianos de a pie, consigue convertirse en cuestión de días en cara visible de una lucha por la democracia que ha estado presente, pero muy escondida bajo el miedo. Adama Barrow empieza un tour por el país en su campaña presidencial y la gente responde, y cómo responde. Allá donde va, las calles llenas de gambianos que parecen haber perdido el miedo a mostrar su apoyo en público a la oposición. Las redes sociales y el intercambio de imágenes entre África y Europa y América acrecientan el ánimo de los gambianos en el país por seguir apoyando la causa.
El día D
La noche antes de las elecciones, la comunidad gambiana que reside en el extranjero constata que no puede llamar a familiares y amigos en Gambia. La noticia corre como la pólvora en las redes sociales. El servicio de internet tampoco funciona en Gambia. Jammeh ha cortado las comunicaciones con el extranjero y aísla al país del resto del mundo. Un hecho que no demuestra juego limpio y que incendia ánimos de la diáspora, que hace de Facebook y Twitter su muro de lamentaciones.
Sólo un observador internacional ha sido acreditado para dar fe del buen hacer democrático de las elecciones. Se abren las urnas a la mañana siguiente y los gambianos votan con normalidad. Llega algún video del ejercicio democrático y horas más tarde empiezan a filtrarse por la red los primeros resultados filtrados por miembros de las mesas electorales. Nada oficial, aún, pero se atisba una esperanza en que el líder de la coalición Adama Barrow pueda llegar a ganar las elecciones. La gente hace largas colas en los colegios electorales. Los gambianos quieren votar y quieren cambio.
Los resultados de las elecciones en Gambia se suelen saber la misma noche de las elecciones. Pero en el día D, son más de las doce de la noche y ninguna declaración oficial llega ni parece querer llegar. Listas y más listas filtradas por internet de demarcaciones geográficas que apuntan a Barrow como ganador. Prudencia, la gente no se atreve a celebrar. Ni rastro de Jammeh, ni rastro del presidente de la comisión electoral, que es el que debe anunciar los resultados.
El presidente de la comisión electoral, clave en estas elecciones
Gambia amanece al día siguiente sin declaración oficial de resultados pero los ciudadanos ya no saben más de prudencia y paciencia y empiezan a salir a las calles a celebrar la victoria de Barrow. Al mediodía, Jammeh aparece en la televisión nacional aceptando la derrota y felicitando a su opositor. Sorpresa, algunos no se lo creen. No es el hacer al que Jammeh tiene acostumbrados a los gambianos. Y la gente sale a la calle y lo celebra, lo celebra en voz alta. El presidente de la comisión electoral ha sido clave en todo el proceso electoral, y es que, pese a haber recibido presión y amenazas para no dar los verdaderos resultados, y gracias al apoyo de una sección del cuerpo militar que se posicionó para defenderlo, enunció unos resultados transparentes y limpios, con Jammeh como perdedor.
La comunidad internacional mira a Gambia
Un dictador africano, derrotado en las urnas, mediante elecciones hechas con canicas de colores y no con papeletas, y que acepta su derrota en la televisión pública tiene la suficiente chicha como para aparecer en los medios internacionales. La BBC, Al Jazeera, CNN, FOX News, periódicos europeos y estadounidenses, todos ponen la lupa en este pequeño trocito de tierra africana. Y eso es noticia en Gambia, un país demasiado acostumbrado a que no se hable de su situación pese a la falta de derechos humanos y barbaridades que se han cometido durante los últimos 20 años.
Gambia está en boca de Naciones Unidas, el departamento de Estado de EEUU, la Unión Africana, Amnistía Internacional y por eso no se entiende el último desatino de Jammeh.
Jammeh en estado puro
Días después de aceptar los resultados y felicitar al candidato ganador, Jammeh reaparece en la televisión nacional para anunciar que ha habido fraude en los resultados y que las elecciones deben repetirse. Es el surrealismo característico de Jammeh, pero esta vez es demasiado tarde. Organismos y medios internacionales siguen la transición de poderes en Gambia y esta vez no va a poder hacer y deshacer a su antojo con impunidad. Senegal manda tropas a la frontera con Gambia, Naciones unidas reclama que Jammeh se retracte en su última declaración y el presidente electo, Adama Barrow declara en un video que él es el presidente elegido por el pueblo y que Jammeh no tiene ningún poder constitucional para reclamar nuevas elecciones. Las redes sociales siguen que arden y se llenan muros de Facebook de posibles escenarios, rumores, pero sobre todo de un sentimiento en común. Han esperado este momento muchos años y no van a permitir que Jammeh siga en la silla presidencial.