Plutocracia

  1. Situación en la que los ricos ejercen su preponderancia en el gobierno del Estado.
  2. Conjunto de ciudadanos adinerados que ejercen su influencia en el gobierno del Estado.

He de reconocer que “plutocracia” es un término con el que me topé no hace muchos años. Lo oí de pasada en un documental y al no saber de qué se trataba fui a buscar la definición que de ella daba la Real Academia de la Lengua, que es con la que he comenzado este artículo. Mi primera reacción al saber su significado fue sorpresa. Sorpresa por desconocer un término que tan bien se podía aplicar a la situación política actual y sorpresa al comprobar el poco uso que se le daba y lo desconocida que era esa palabra en la sociedad, sobre todo teniendo en cuenta que la primera referencia data del siglo IV a.c.

Para ahondar más en su historia y significado y estando como estamos en vísperas de Navidad, me gustaría hacer una metáfora con el Cuento de Navidad de Dickens en la que el huraño Scrooge representa a esta sociedad individualista donde el poder económico impera sobre cualquier otra cosa, y a quien los fantasmas muestran diferentes escenas de su vida.

El fantasma de las Navidades pasadas

La primera referencia que guardamos del término plutocracia viene del griego Jenofonte, quien lo empleó para definir la situación que se vivió en Atenas durante el siglo VII a. c., donde las clases acaudaladas habían influido de tal manera en el Gobierno de la ciudad que consiguieron hacerse con el control absoluto del mismo. Esto lo hicieron a través de medidas que excluían a las clases bajas de los derechos políticos. Se estableció que únicamente los eupátridas -“bien nacidos”- tendrían derecho a elegir a los nueve gobernantes o arcontes que dirigirían la ciudad; por si no fuese suficiente también se creó un órgano formado exclusivamente por exarcontes – Areópago - que tendría la última palabra a la hora de aceptar a los nuevos gobernantes.

A estas medidas les siguieron otras como la esclavización de todos aquellos ciudadanos que no pudiesen pagar sus deudas. Aunque inicialmente la legislación se aplicaba arbitrariamente, sus estrictas leyes fueron finalmente redactadas por Dracón de Tesalia, hombre que daría lugar al adjetivo “draconiano”.

Todo esto acabó desembocando en una sublevación de los atenienses contra los eupátridas y sus instituciones hasta la llegada de Solón al poder, quien emprendió un gran número de reformas destinadas a aliviar la situación de unos campesinos ahogados por un sistema que les conducía a la miseria. Igualmente les devolvió la capacidad de voto en lo que se considera uno de los primeros pasos hacia la democracia.

El fantasma de las Navidades presentes

La plutocracia que afecta actualmente a las democracias de medio mundo no se entendería sin el auge del neoliberalismo. Esta corriente surgió como oposición al intervencionismo del Estado representado por el New Deal de Franklin D. Roosevelt en la década de 1930. En un fantástico artículo titulado Neoliberalismo: la raíz ideológica de todos nuestros problemas, George Monbiot nos cuenta cómo esta corriente tuvo su boom con Thatcher y Reagan pero que a medida que han ido pasando los años este sistema ha demostrado ser tremendamente ineficaz. Desde su instauración en los años 80 el crecimiento ha sido “notablemente más bajo que el de las décadas anteriores; salvo en lo tocante a los más ricos. Las desigualdades de riqueza e ingresos, que se habían reducido a lo largo de 60 años, se dispararon […]”. Sin embargo Monbiot señala que a pesar de ser un sistema muerto, su cadáver sigue adelante en gran parte por el enorme desconocimiento que hay de él por parte de la sociedad. Asimismo afirma que el descontento social generado por el neoliberalismo ha sido el trampolín que ha propiciado la subida de Trump al poder.

Dentro de poco más de un mes Donald Trump jurará su cargo como Presidente de los Estados Unidos de América, y aunque durante su campaña se ha dedicado a criticar al establishment que controla Washington y cuyos intereses están en contra de la clase trabajadora, todo eso se ha ido difuminando a medida que se han ido sabiendo los nombres de su futuro gobierno. Como bien detalla Iñigo Sáenz de Ugarte en su artículo Trump recicla votos de trabajadores en un Gobierno de multimillonarios, todo apunta a que el magnate neoyorkino quiere abrirles las puertas del poder político a las economías más boyantes del país. Serán ellos los que a partir de ahora tendrán que ocuparse de los problemas de los más desfavorecidos, de la política medioambiental o del sistema laboral. En sus acaudaladas manos queda.

Si volvemos nuestros ojos hacia la Atenas del s. VII a.c. no serían pocos los paralelismos que encontraríamos; esta sociedad actual del 1% en la que las clases más pudientes están consiguiendo acaparar el poder político bien podría hacernos pensar que ese zombie del neoliberalismo finalmente ha conseguido impregnar de plutocracia todo el sistema.

El fantasma de las Navidades futuras

Confucio dijo aquello de “estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro”. Si miramos al pasado de Atenas vemos cómo ese sistema acabó provocando graves conflictos sociales que sólo se solucionaron al aplicarse una serie de reformas destinadas a proteger al pueblo de la oligarquía económica, lo cual acabó dando lugar años más tarde a ese concepto, con el que muchos se llenan la boca al pronunciar, llamado democracia.

De igual manera podríamos pensar que, más tarde o más temprano, le ocurrirá lo mismo al sistema actual. Según el sociólogo y matemático noruego Johan Galtung, la victoria de Trump acelerará el declive de EEUU y augura que su hegemonía mundial llegará a su fin a mediados de la década que viene. Es algo optimista, pero aún en el caso de que tuviese razón solo garantizaría que el poder cambiaría de manos, no que ello vaya a traer consigo un cambio social.

La verdad es que todo apunta a que a partir de 2017 viviremos tiempos convulsos. Puede que veamos el triunfo final de la plutocracia o que vivamos la caída del neoliberalismo. A pesar de que la imagen que nos muestra el fantasma de las Navidades futuras es poco esperanzadora, se trata de un futuro posible pero no certero. Como en el cuento de Dickens tendremos que preguntarnos si es ese el futuro que queremos y al mismo tiempo tendremos que asimilar que si no cambiamos nada, será el futuro que tendremos.