Aunque todos tenemos en el imaginario común la figura de Hans Christian Andersen (Odense, 1805 - Copenhague, 1875) como el autor de una de las más importantes colecciones de cuentos infantiles, sin embargo, en su haber se encuentra una asombrosa variedad de libros de poemas, novelas, piezas teatrales y libros de viaje que lo convierten en un escritor prolífico y un desconocido personaje. Famoso por sus colecciones de cuentos de hadas, publicados entre 1835 y 1872, se ha convertido en un referente de la literatura infantil, hasta el punto de que sus textos han sido tan divulgados y conocidos que, con frecuencia, se toman como cuentos tradicionales anónimos. Algunos de estos cuentos son: El patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, El sastrecillo valiente, La reina de las nieves.
De origen humilde (hijo de un zapatero y una lavandera), su educación fue sobre todo autodidacta, ejerciendo gran influencia sobre él autores como Goethe, Schiller y E.T.A. Hoffmann. Se sabe que con su padre tuvo una estrecha relación, y también con la madre de este (es decir, con su abuela), a la que con frecuencia acompañaba para hablar con las ancianas pobres de la ciudad, de cuyos labios escucharía cuentos y supersticiones que más tarde quedarían recogidas en sus obras. No obstante, la relación con la madre debió de ser mucho más distante, tanto que el hecho de su fallecimiento ni siquiera quedó reflejado en el diario que le acompañaba.
A los catorce años, Andersen viaja a Copenhague con el propósito de convertirse en cantante, propósito que ha de abandonar, al igual que los de convertirse en bailarín y dramaturgo. Prueba suerte con unas primeras tentativas poéticas, con las que corre la misma suerte, por lo escaso de su formación y por el momento en el que se encuentra Dinamarca (duras condiciones tras el Tratado de Paz de Kiel).
Gracias a una beca obtiene el título de bachiller y comienzan a darse a conocer algunos de sus poemas, como El niño moribundo, en el tono romántico que empleaban los poetas alemanes de la época. En el resto de su producción quedará reflejada una notoria exaltación sentimental y patriótica.
Movido por un afán curioso por descubrir el mundo, comienza a viajar por Europa, dejando plasmadas sus impresiones en interesantes cuadernos y libros de viajes. Al regreso de su primer viaje es cuando tiene lugar la publicación de su primera novela El improvisador, que le provee de cierta fama.
Otras de sus novelas son O.T., Tan solo un violinista, Las dos baronesas, Ser o no ser, Pedro el afortunado, todas con tintes autobiográficos. También hay piezas teatrales, como El mulato, y, a modo de cuento, su propia vida recreada en diversas autobiografías (El libro de la vida, El cuento de mi vida).
A raíz de una estancia en Reino Unido, entabló una estrecha amistad con Dickens, con quien se profesaba un respeto y reconocimiento mutuo. De este tomó su afición a elegir personajes de las bajas esferas, pero sobre todo le influyó el poderoso realismo que caracterizaba a las obras del autor inglés, lo cual supuso uno de los factores que le ayudaron a encontrar el equilibrio entre realidad y fantasía en un estilo que hallaría su más lograda expresión en una larga serie de cuentos.
Tras su primer viaje a Italia preparó y publicó Cuentos para contar a los niños (1835), la primera de sus colecciones de cuentos infantiles, elaborados con una poderosa inventiva y una equilibrada sencillez en el estilo y en la técnica narrativa.
Entre 1835 y 1872 llega a escribir un total de 168 cuentos, en donde los protagonistas son seres de la vida cotidiana, héroes mitológicos, animales y objetos animados. Para ello, se inspira en las tradiciones populares que había oído contar durante su infancia en Odense (El eslabón, El pequeño y el gran Claus, Los cisnes silvestres), en narraciones mitológicas extraídas de fuentes griegas y alemanas (La colina de los elfos, Ole Luköje), en fuentes literarias (El vestido nuevo del emperador, recogido en El conde Lucanor) y en su propia experiencia (La cerillera). Sin embargo, la mayor parte de su producción literaria es pura invención, apartándose así de la línea de autores que reelaboraron cuentos tradicionales (Perrault) o se limitaron a transcribirlos y compilarlos buscando preservar su pureza y espontaneidad originales (hermanos Grimm).
Aunque los cuentos pudieran estar dirigidos a un público infantil, la lectura por parte de un adulto formado y atento podrá apreciar una moraleja última y un valor literario en la narración que un niño no vería. Sus historias se desarrollan en escenarios donde la fantasía forma parte natural de la realidad y las peripecias del mundo se reflejan en historias que tratan de los sentimientos y el espíritu humanos. Valiéndose de elementos fabulosos, reales o autobiográficos el escritor identifica a sus personajes con valores, vicios y virtudes para describir la eterna lucha entre el bien y el mal y dar fe del imperio de la justicia, de la supremacía del amor sobre el odio y de la persuasión sobre la fuerza. Los personajes más desvalidos se someten a su destino hasta que un héroe, hada madrina u otro ser fantástico acude en su ayuda y premia su virtud.
Los elementos autobiográficos están presentes en cada cuento, en los temas, ambientes, situaciones, paisajes; en cada uno de ellos aparecen su infancia, sus viajes, su interés por la historia, sus frustraciones amorosas, sus temores, sus ideas religiosas, su obsesión por la muerte; todos sus intereses y preocupaciones están presentes. Se hallan repletos de referencias directas e indirectas a su vida; es en ellos donde se encierra la verdadera biografía del escritor.
Andersen no se adaptó a las nuevas tendencias realistas y naturalistas del momento. Sin embargo, aunque dentro de la tradición occidental no sea muy reconocido, la realidad es que pertenece a los primeros creadores del relato breve, y es así como muchos autores del norte de Europa (como Thomas Mann) lo reconocen como maestro y modelo del género.
La maestría y sencillez de los cuentos de Andersen contribuyen a su rápida popularización y lo consagran como toda una personalidad de las letras y de la vida cultural danesa, y uno de los grandes escritores de la literatura universal. Sin embargo, el hecho de que este éxito no lo alcanzase con lo que él consideraba "géneros mayores" hizo que no saborease plenamente la admiración que todos le profesan.