Desde la Glorieta de Atocha hasta el Parque de El Retiro hay una pequeña cuesta en la que se concentran las obras más ilustres de escritores de todo el mundo. La calle de Claudio de Moyano, más conocida como la Cuesta de Moyano, está sembrada de casetas en la que podemos encontrar los libros más diversos y a muy buen precio. Algunos ejemplares son a estrenar y otros de segunda mano pero, en todo caso, un libro siempre es un placer para los sentidos, a nuestro alcance durante todo el año.
Esta “feria del libro permanente” procede de una que existió en Atocha a finales del siglo XIX, en la que se vendían varios productos, entre ellos libros. Esta feria se trasladó al paseo del Prado, frente al Jardín Botánico, en 1919 hasta que, cinco años después, el director del Jardín solicitó que se quitaran todos los puestos ya que su colocación permanente era perjudicial para la salud. Desde ese momento, se trasladó a la Cuesta de Moyano.
El escritor Ramón Gómez de la Serna denominó esta feria como la del boquerón, debido al bajo precio de los libros que se vendían allí en esa época. A partir de 1925 ya podemos hablar de feria del libro propiamente dicha. Se instalaron en la Cuesta unas casetas de 15 metros cuadrados hechas con madera de pino y el ayuntamiento de Madrid determinó que no se podían construir más de treinta. Ninguna de estas casetas podría tener alumbrado, calefacción y los puestos no se podían subarrendar. A principios de siglo, los libreros debían de pagar un canon municipal de entre treinta y cincuenta pesetas al mes.
Actualmente, la feria continúa y conserva todo el encanto que tenía en el pasado. Los libreros de la Cuesta de Moyano más que visión de negocio, lo que conservan es el amor por la lectura. Da gusto pedir consejo a cualquiera de ellos. A veces, incluso te hacen recomendaciones espontáneas de algunos de los libros que tienen en su caseta.
Lo cierto es que el libro digital está comiendo terreno al de papel, pero muchos seguimos siendo unos nostálgicos que nos apegamos al olor de unas páginas amarillas. No nos importa tener entre nuestras manos un libro que ha podido pasar anteriormente por las de otras personas. Un libro envejece muy bien y nada más abrirlo sugiere una historia nueva que se irá formando en la mente de cada uno.
Visitar la Cuesta de Moyano puede ser un buen plan para una mañana o tarde veraniega. Además, no hay que esperar para empezar a leer. Cualquier banco del Parque del Retiro puede ser un buen lugar de comienzo de una gran historia que conecte con nuestra imaginación.