China, el país más poblado del mundo, levantó la prohibición de tener un único hijo. Su población supera los mil trescientos millones de habitantes y se estima que durante las décadas de prohibición dejaron de nacer cuatrocientos millones de otros tantos. Esto ha tenido lugar debido a que el envejecimiento de la población hará sufrir a la economía china en los años venideros. No obstante, se dice que entre que la medida llega tarde y que la mayoría de las parejas no pueden permitirse tener dos hijos, la prohibición –viendo el lado positivo en este aspecto- es bien acogida sobre todo por el efecto psicológico que puede ejercer en la población.
A pesar de todo esto, en la actualidad son bien conocidos los problemas que está causando la superpoblación. Este fenómeno está en relación directa con el medio ambiente, pero afecta igualmente a la economía, lo social y lo político, por no hablar del resto de manifestaciones humanas. Obviamente no es China la única que está aportando su granito de arena, son muchos los factores que están afectando y afectarán a la calidad de vida global. Muy cerquita nos quedan todas las restricciones que nuestro gobierno está aplicando a las energías renovables, en lugar de potenciarlas. En fin, una serie de acciones cuyas consecuencias se prevén e ignoran a partes iguales.
Por suerte, desgracia o sin más, también existen individuos en todos los campos que protestan o ponen de manifiesto de alguna manera estos hechos, con la intención de despertar conciencias y hacer pensar mentes. De la propia China sale el autor del que nos ocupamos, Huang Yong Ping, cuyas obras sacuden los ojos del espectador y algo más, según el tipo de sangre que le corra por las venas al mismo.
Este artista está considerado una de las grandes figuras del Avant Garde y/o el Movimiento Dadá de Xiamen que tuvo lugar en 1986. Antes de abandonar su país, resultó junto con sus compañeros una figura revoltosa, pues se dejaron seducir por el espíritu dadá y reflexionaron acerca del papel de las artes y la realidad/historia, o dejándose llevar simplemente por sus intenciones quemando obras en el patio de la escuela de Bellas Artes. Llegaron a proponer una exposición con la intención de cambiarla posteriormente para marcar su punto, pues sabían qué era lo que la academia quería –su falsa propuesta- y finalmente exhibieron un trabajo basado en material encontrado, principalmente, en los alrededores del museo. Obviamente, la exhibición no permaneció abierta más que unas horas.
También resultó ser un lector empedernido cuando en China se levantó otra prohibición relacionada con la información proveniente del extranjero, siendo uno de sus favoritos Wittgenstein. En el arte, este puesto de influencias fue ocupado por Duchamp, Beuys, y Cage, sin los cuales el mundo del arte sería incomprensible en nuestros días y se dedicó a mezclar filosofías tanto propias como ajenas, como las anteriormente mencionadas dadá y el budismo Zen, reflexionando así acerca tanto de la realidad como de la estética, como de la realidad de sus posibles manifestaciones. Sin intención de que esto suene a un galimatías, este artista trabaja con la historia en un intento también de destruir las separaciones entre tradición y modernidad, al tiempo que realiza un ejercicio crítico con ambos lados del mundo: crea un contraste entre las artes de ambos puntos cardinales por un lado, oponiéndose al nacionalismo del arte chino y por otro oponiéndose al eurocentrismo del arte. Filosofía tradicional china combinada con el modernismo del arte occidental.
Parece que desde los años noventa el arte realizado en oriente está teniendo mayor interés en occidente, pues muchos museos realizaron muestras de artistas de allí en toda Europa.
Volviendo a Yong Ping, la Masacre de Tiananmen (1989) le pilló en Francia, lugar donde tomó la decisión de no volver a su país, llegando a nacionalizarse en su nuevo lugar de acogida. Y a pesar de que en sus primeros años de carrera artística sus obras se encontraban muy enraizadas en este mundo dadá y fluxus (como ejemplifican La Historia de la Pintura China y la Historia del Arte Moderno Occidental después de dos minutos en la lavadora, 1987-1993) posteriormente sus obras han ido tomando un cariz más escatológico a la vez que unas dimensiones enormes, difíciles de ignorar. De hecho, su instalación para la Monumenta 2016 resultó todo un desafío a la hora de exhibirse.
Esta obra, Empires, toma el espacio de la nave de cristal del Grand Palais de París y consiste en la acumulación de numerosos contenedores de los que se emplean en el transporte marítimo principalmente, y sobre ellos el esqueleto de una enorme serpiente pitón (por hacer referencia a una obra anterior del mismo artista), esqueleto, fantasma o figura acechante, como se quiera ver, al tiempo que incluye un enorme sombrero napoleónico. Como en obras anteriores, hace referencia a hechos históricos del pasado, empleándolos como símbolos fácilmente reconocibles por el espectador. Elementos de poder, formas sinuosas que suben y bajan por los contenedores, bestialidad en la escala de exhibición, dan idea del escaparate global al que nos enfrentamos. La silueta del animal hace referencia al ascenso y descenso de los imperios. El sombrero napoleónico está realizado a base de betún, compuesto a su vez de petróleo y funciona como elemento de poder, y los contenedores hacen referencia a elementos geopolíticos y económicos. Todos estos elementos forman parte de las guerras que se libran y han librado a lo largo de la historia, señalando el autor que forman a su vez parte de la naturaleza humana.
De igual manera –grande- realizó la instalación de un pulpo gigante en el Museo Oceanográfico de Mónaco (2012): Mediterraneo, donde se combinaron el arte contemporáneo y la ciencia. Aquí aparecen ideas relacionadas con la sociedad, el destino, las culturas y el impacto de la globalización en la identidad, prestando atención a acontecimientos relevantes y alarmantes que están y llevan ocurriendo en nuestro mar desde hace años. El ser creado para la ocasión hace referencia a desastres marítimos creados por el hombre, un ente entre pulpo y calamar, que ocupa todo el techo y se ofrece exultante sobre una serie de animales marinos más pequeñitos situados más abajo en representación de la vida marítima. Este monstruo tiene referencias en la literatura de Ovidio, Plinio el Viejo y Tito Lucrecio, pasando por Víctor Hugo y Julio Verne, y lo mismo resulta un ser capaz de adivinar eventos aun por ocurrir, como una presencia maligna. Esta exhibición apunta a la proliferación de medusas, la excesiva y constante urbanización de las costas, la explotación de los recursos naturales, la proliferación de las especies invasivas y la polución creciente del mar a causa de, básicamente, el factor humano, y cómo esto impacta sobre el medio marítimo, con lo que ello conlleva.
Reflexiona también sobre el papel de las religiones, budista, islámica, cristiana o mitos como el de la caverna, empleando a menudo iconos arquitectónicos o escultóricos de todas las culturas, fáciles de reconocer, como el Coliseo, un Buda, o un minarete.
En su imaginería emplea a menudo animales disecados, como por ejemplo en la obra Circus (2012), que consiste en una serie de animales seccionados por decapitación, situados en diferentes direcciones, sin una guía clara, y una estructura en cuya parte superior se sitúa una mano gigante (como no podía ser de otra forma) de madera. Esta obra guarda una especial coherencia tanto con las obras Bugarach (2012) como con el Leviathanation (2011) donde aparecen las cabezas de estos animales. No de los mismos necesariamente, Bucharah muestra una montaña en la que se incrusta un plato con las cabezas de estos animales, y un helicóptero sobrevolando la escena. Leviathanation es un híbrido de cabeza de pez y vagón de tren, el pez a la cabeza, y sobre ésta, más cabezas disecadas. Aquí se mezclan desde creencias mitológicas, con religiosas y extraterrestres, desastres ecológicos y perversiones del mundo moderno.
Otras obras, al igual que el helicóptero de la escena anterior, muestran herramientas de control, como las puertas de los aeropuertos, Passage (1993-2005) las cuales se ubican sobre jaulas con casquería; reflexiones fabuladas de hechos históricos como Bat project IV (2004) donde aparece el fuselaje de un avión acompañado de murciélagos –en referencia al choque de un avión espía estadounidense con un quen jet chino en el espacio aéreo chino en 2001- y pone de manifiesto lo ilusorio de ciertos comportamientos protocolarios creados para la forma de vida contemporánea. Las suyas son a menudo escenas de caos que paralelamente a la realidad, adquieren una gran escala, al tiempo que bascula entre lo natural y lo artificial, lo salvaje y lo social, que no terminan de ponerse de acuerdo, creando seres a menudo salidos de las peores pesadillas de vertidos nucleares, o visiones del fin del mundo.
Así podríamos seguir a lo largo de las obras de este artista, pero lo corto del artículo no permite profundizar en lo fascinante del cuerpo cognoscitivo detrás de cada pieza, que incluye un gran conocimiento de literatura, historia, cultura, y un largo etcétera, unido a una visión muy clara de lo que está ocurriendo en nuestro mundo, contaminación, desastres ecológicos, luchas de poder y, en definitiva, las consecuencias de vivir en un mundo globalizado y pasota, en el que se critican algunos aspectos de las artes sin tener en cuenta a qué hacen referencia, que suele ser un problema mayor y más grave.
Huang Yong Ping describe escenas aun por ocurrir que giran en torno a estos cambios globales que estamos sufriendo, y vaticina nada bueno.