Lo primero que hay que decir es que no hay que dirigirse a ninguno de los puertos que dan al Océano Pacífico o al Océano Atlántico. Para ir tras la embarcación mas grande que hayan producido las tierras colombianas, debemos adentrarnos en el país por el Río Magdalena. Un río que recorre más de 1.500 kilómetros desde su nacimiento en el departamento del Huila, cercano al sur de Colombia, hasta su desembocadura en Barranquilla, la ciudad costera donde cada año se celebra el Carnaval.
Lo segundo a mencionar es que en este viaje por el Río Magdalena no debemos ir tan lejos ni buscar una inmensa ciudad. No. Para buscar la embarcación más grande de Colombia se siguen las aguas hasta el municipio de El Banco, que está ubicado al sur del departamento que tiene el mismo nombre del río. Allí no habitan más de 60.000 habitantes.
El tercer dato a tener en cuenta es que la embarcación más grande jamás vista o escuchada en Colombia no es un buque o un crucero, es una piragua. Una piragua que, según el pintor banqueño Hernán Evelio Mejía, encargado de pintar una reproducción a escala, medía casi 21 metros por un metro y medio de ancho. En la mitad de la embarcación había una cubierta semejante a un medio tubo hecho con paja que protegía la carga. Se requerían doce personas para que esta pudiera navegar por el Magdalena, una de ellas era un temible personaje conocido como Pedro Albundia. Es bueno señalar que el creador de la embarcación contó que alguna vez respondió una carta a algunos estudiosos de la historia y la lengua castellana que le habían preguntado por el curioso nombre, en la que les informaba que Albundia no era un apellido sino un sobrenombre ya que dicho apellido, hasta donde se sabe, no existe.
Para que no se piense que el calificativo de ‘La embarcación más grande de Colombia’ es un mero capricho nacido del patriotismo, es bueno hablar de quien hizo la piragua. Hasta el 12 de mayo de 2007 se llamó José Benito Barros Palomino, más conocido por todos cómo José Barros y llamado por todos en El Banco por su segundo nombre, Benito. Él no era ingeniero o barquero, tampoco carpintero. José Barrios era compositor, un oficio que aprendió mientras componía canciones a lo largo de su vida. No hubo academia y de hecho no hubo colegio después de cierta edad por la falta de dinero en su hogar.
Puede que la tradición marinera y el espíritu aventurero de los portugueses le fuera dada por su padre, José María Barrios Traveseido, quien había nacido en la península. Desde su adolescencia intentó dejar El Banco para probar suerte en otros lugares. Estuvo prestando el servicio militar en Cartagena de Indias; buscó oro en el municipio de Segovia, cerca de la ciudad de Medellín; salió hacia el sur del continente hasta Argentina, parando en Brasil y Perú; también estuvo por el norte y conoció México y Panamá. Durante todos estos recorridos, José Barrios aprendió de los ritmos de los países, quedando con un gran gusto por los boleros y los tangos.
De hecho, antes de emprender la tarea de componer la embarcación, hizo canciones con estos ritmos, y fue el tango Cantinero sirva tanda el que le permitió grabar por primera vez. En aquella ocasión fue en Lima, en el año 1945 con la RCA Víctor. Cuando regresó a Colombia, más específicamente a Bogotá, le fue más sencillo entrar en el mundo musical gracias a que se conocía su primer canción.
En ese punto comenzó un gran idilio con músicos, cantantes y la gente en general. Sus obras eran apetecidas. Poco a poco se dio a conocer con temas más autóctonos como los porros El gallo tuerto y La llorona loca o la cumbia Navidad Negra, canciones que mostraban la tradición de los pueblos ribereños del norte de Colombia. Fue tal el impacto que cantantes de distintas parte del continente querían interpretar algún tema suyo: La Sonora Matancera, que venía de la ciudad cubana de Matanzas, grabó una versión inolvidable de La Momposina; El gallo y La llorona aparecieron en películas mexicanas; Artistas actuales como Carlos Vives y la cantante folclórica Totó la Momposina siguen cantando temas que José Barros puso de moda décadas atrás.
Tiempo después, aparecería la dicha embarcación. Fue un encargo primero, una de dos canciones solicitadas por una disquera. Primero fue rechazada porque, según le dijeron a José Barros, era muy poética y muy suave. Solo hasta que Hernán Restrepo, director musical de la disquera Sonolux, escuchó el tema, se grabó. Así todos conocieron La piragua, una cumbia que según el compositor Francisco Zumaqué, cambió la forma de hacer cumbia.
La piragua pudo salir del viejo puerto de El Banco y navegar por el Caribe para que la conocieran mas allá de Colombia, donde casi todos sus habitantes pueden cantar a coro y a todo pulmón su coro Era la piragua de Guillermo Cubillos. Julieta Venegas y La orquesta venezolana Billo’s Caracas Boys, fueron algunos de los artistas que decidieron interpretar este tema.
Aunque la letra reza que La Piragua ‘yace dormitando’ en la arena, lo cierto es que la más grande embarcación sigue navegando por el mundo, cruzando fronteras que solo una nave de tan mágicas cualidades podría cruzar. Sigue llevando la poesía y música de José Barros por el mundo. En Colombia, se celebró este año el centenario del natalicio del compositor que, según rumores, el gran músico mexicano Agustín Lara, compositor de Granada, considerara el más grande de Latinoamérica. Ojalá pronto escuchen pasar a La Piragua.