El pasado reciente y la Memoria Histórica siempre han sido un motivo de discusión y debate en la sociedad española, que después de 76 años no ha sabido cerrar las cicatrices que dejó la Guerra Civil. España sigue siendo aún una joven democracia y me atrevo a decir que quizás se encuentre aún atravesando su etapa demócrata-adolescente, cargada hasta los topes de hormonas que vagan difusas por lo que hoy muchos quieren llamar Patria. Y lo es por esos detalles que pueden parecer tan insignificantes -rendir tributo a viejos héroes no oficialistas o condenar la dictadura franquista- que dependen mucho del partido que ocupa el poder, sobre todo dependiendo de la ideología y del miedo a reconocer, aceptar y asumir la propia historia del país. Todo lo contrario a lo que ocurre, por ejemplo, en Alemania, donde el nazismo avergüenza hoy en día a prácticamente la totalidad de los habitantes de la nación teutona sean de la ideología que sean.
Precisamente el nazismo tiene algo o mucho que ver con el relato que quiero contarles hoy. Una historia ya conocida para muchos amantes de las efemérides de la Segunda Guerra Mundial, pero que durante muchísimo años pasó desapercibida para el público más generalista que desconocía este episodio histórico.
El pasado 3 de Junio, los Reyes de España Don Felipe VI y Doña Leticia inauguraron en Paris "El Jardín de La Nueve" y rindieron homenaje a los republicanos españoles que formaban parte de la 2ª División blindada que, bajo el mando del General Philippe Leclerc, fue la primera en entrar y liberar Paris el 24 de agosto de 1944, antes de que la tomara por completo el ejército aliado dirigido por Dwight D. Eisenhower.
El general Leclerc y su Novena Compañía tomaron La Cámara de los Diputados, el Hotel Majestic y la Plaza de La Concordia mientras que dos días después entraron en París los soldados estadounidenses. Posteriormente la compañía participó en el desfile de la victoria recorriendo los Campos Elíseos enarbolando banderas republicanas y conduciendo los jeeps y semiorugas que los soldados españoles habían "bautizado" con nombres como: "Guernica", "Teruel", "Don Quijote", "Ebro" o "Guadalajara" en clara referencia a batallas de la Guerra Civil española.
Poco después fueron condecorados por el General Charles Degaulle. A la Compañía se le conoció a la postre como "La Nueve". Su historia comenzó en las playas de Normandía, donde sus integrantes desembarcaron en la playa de Utah (La Madeleine) dos meses después del Día D, el 4 de agosto de 1944. Posteriormente a la liberación de Paris, La Nueve también participó en la toma del Nido del Águila, el refugio privado del que disponía Adolf Hitler en los montes de Berchtesgaden.
Francia siempre quiso ocultar que una parte de los que pisaron por primera vez Paris el día de su liberación fueran españoles libertarios de ideología comunista, anarquista y socialista. Tampoco deja de ser cuanto menos pintoresco e incluso irónico que un monarca rinda tributo a estos combatientes republicanos décadas después. Felipe VI, en su diplomático discurso, se limitó a destacar que "el Jardín de La Nueve evoca un importante momento en la historia de la capital y de Francia en la lucha contra el totalitarismo".
Finalmente, una historia como esta no pudo ocultarse más y hoy en día se sitúa con honores en el justo pedestal que merecieron aquellos hombres y sus valientes hazañas. Gran culpa de desempolvar las andanzas de esta mítica Compañía la tiene la escritora Evelyn Mezquida, que en su magnífico libro La Nueve rescata y documenta las proezas de estos españoles tomando como referencia las entrevistas personales que ella misma realizó a los propios supervivientes y los diarios del capitán Raymond Dronne.
Fue a raíz de este libro y de los propios diarios de Dronne cuando conocí por primera vez hace años la figura del subteniente Miguel Campos. Dronne definía a Campos como un guerrillero de primera categoría que protagonizó gestas heroicas de un enorme merito y que luego le merecieron varias condecoraciones, entre ellas la que le adjudicó el mismísimo Charles De Gaulle en persona.
Cuenta Dronne que Campos llegó incluso a traspasar las líneas enemigas y capturar a 129 nazis, liberar a ocho prisioneros americanos y eliminar junto a su sección a 20 soldados de las SS.
Evelyn Mezquida relata en su libro que Campos atesoró una fuerte experiencia de combate en la Guerra Civil española y posteriormente en el norte de África hasta que recaló en La Nueve. Los supervivientes entrevistados hablaban de él como un hombre rebelde pero con un gran sentido del compañerismo y que su origen provenía de las Islas Canarias donde decía, había nacido. Incluso algunos se han atrevido a asegurar que era natural de una pequeña ciudad del norte de la isla de Tenerife, el Puerto de la Cruz, de donde es paisano este que les escribe. Después de contactar con su nieto, asegura que Campos era realmente natural del pueblo de Güímar. Fue este dato que nunca ha sido contrastado fiablemente el que hizo que me interesara por su historia definitivamente.
Sus ex-compañeros relataban que Campos luchaba porque tenía la firme convicción de que los aliados vencerían al fascismo de Hitler y Mussolini, esperanzado en que posteriormente llegaría el turno de la reconquista de la España victoriosa de Franco. Sin embargo, eso nunca ocurrió y Miguel Campos desapareció en combate en Diciembre de 1944 en extrañas circunstancias durante la batalla de Las Ardenas. Su cadáver nunca se encontró, dando rienda suelta a numerosas hipótesis y alargando de esta manera su leyenda de héroe, que a día de hoy pervive en la memoria.
Precisamente tomando como referente a Miguel Campos, el conocido escritor de comics Paco Roca, premio Nacional de Comic en 2008 por Arrugas, rescató su figura en la obra Los surcos del azar, editado por Aztiberri en 2013. En ella, Roca ficciona e imagina a un Miguel Campos que sobrevivió a la guerra y se exilió fuera de España y que es entrevistado en la época actual por un periodista que ha logrado dar con su paradero.
Un poeta trágico del 456 AC. dijo una vez que "se llama memoria a la facultad de acordarse de aquello que quisiéramos olvidar". Afortunadamente, hoy en día los libros, los comics, incluso el cine e internet perpetúan esa memoria de héroes que quisieron ser olvidados por distintas razones y que hoy en día han dejado de ser anónimos. Miguel Campos ya es uno de ellos.