Faltos de ideas
Como si de una profecía se tratase, el año en el que la primera parte de Regreso al Futuro cumple 30 años a la par junto a Los Goonies, podemos ver el futuro de nuestras carteleras simplemente echando mano de algún “almanaque cinéfilo”.
Y es que a decir verdad, a simple vista cualquiera diría que la industria se está quedando sin ideas; este mismo año han visto y verán la luz secuelas o remakes como Mad Max, Star Wars, Terminator y Jurassic Park, por no decir que están anunciadas para el año que viene las secuelas de Blade Runner y Cazafantasmas, pero la cosa no acaba aquí. Si no estáis preparados para llorar por el desaguisado que vendrá no sigáis leyendo, en serio.
Para los valientes que seguís aquí, os dejo caer algunos de los títulos a los que la industria piensa “premiar” con una flamante secuencia y/o remake; podréis ver con un simple vistazo que algunas son esperadas, otras son continuaciones lógicas y otras simplemente deben haber sido propuestas por personas que tan solo quieren ver el mundo arder. ¿Preparados? Pues allá van: Avatar, Piratas del Caribe, ¿Quién engañó a Rogger Rabbit?, Las Aventuras de Tintín, Zoolander, Star Trek, Clerks, Prometheus, Hancock, Yo, Robot, Conan, Beetlejuice, Indiana Jones, Tron, Bridget Jones, Kung Fu Panda, Hotel Transylvania, Sherlock Holmes, Austin Powers, Men in Black, Pacific Rim, Rambo, The Karate Kid, Top Gun, Superdetective en Hollywood (Berberly Hills Cop), Buscando a Nemo… y como os podéis imaginar, un largo etcétera. Quienes no hayáis tenido suficiente y andéis buscando más dolor, no dejéis de consultar “secuelas/remakes” en previsión en la base de datos de IMDb.
Como veréis, no he nombrado ninguna de superhéroes clásicos porque me faltarían páginas para hacer un justo repaso. Y es que a decir verdad, ya con esta breve lista cualquier persona se da perfecta cuenta de que para ver historias nuevas lo mejor será no ir al cine, sino encender la tele. Y es que ahora mismo estamos viviendo lo que se empieza a conocer como la época dorada de las series.
El poder de la palabra
Hoy en día la cantidad y calidad de las series de televisión es verdaderamente notable, hasta el punto de que el público espera con mucha más ansiedad el nuevo capítulo o temporada de las series que sigue que la nueva secuela cinematográfica de turno. Un dato llamativo de ello es que en las charlas de la gente ya no se oye tanto el “¿has visto la peli…?” como el actual “¿has visto el último capítulo de…?”. En mi más que modesta opinión, creo que esta es una tendencia que reivindica el guión por encima de la espectacularidad, pues han sido los personajes y las tramas lo que ha enganchado a los espectadores y no los efectos; y a decir verdad, creo que siempre fue así.
Cierto es que siempre son de agradecer unos buenos efectos, pero si no van unidos a una trama consistente y a unos personajes bien construidos, todo queda en nada; prueba de ello es que quizá uno de los momentos más épicos de Breaking Bad sea una frase tan simple como llena de sentido: “Say my name”. Sin explosiones, ni fuego, ni tiros –que los hay cuando son necesarios para la trama-, tan sólo unos pocos actores haciendo muy bien su trabajo.
Si vamos a hacer algo mal, hagámoslo mal hasta que quede bien
He de decir que muy a pesar de la industria, el cine seguirá abriéndose paso y las buenas películas seguirán apareciendo y perdurando. Y en este sentido, quiero nombrar una que me ha parecido especialmente original y que, desde mi punto de vista, de lo mala y hortera que han querido hacerla les ha quedado la mar de bien. Me estoy refiriendo a Kung Fury, una película estrenada el 28 de Mayo de este año totalmente gratis a través de Youtube y que a día de hoy, una semana y media después, ya cuenta con más de catorce millones de visionados. Esta película, subvencionada a través de crowdfunding, no ha contado con un gran estudio detrás ni con ninguna cara conocida y el guion entero podría caber en un folio por ambas caras con unos diálogos, que de malos, son geniales.
Saco a relucir esta película porque ya que hablamos de los años 80, es sin duda toda una oda a esa época. En sus treinta minutos de metraje, que se pasan en un instante, consiguen meter todos los elementos imaginables de esa década, sin necesidad de hacer un remake. Prefiero no contar más para no meter ningún spoiler, pero lo que quería reseñar es la idea de que hacer una película totalmente independiente y subvencionada por los propios espectadores que consiga tener esa repercusión mundial no es que sea un logro, es que casi se puede considerar un punto de inflexión.
Y es que las “mentes preclaras” de la industria que deciden qué películas tendrán buena aceptación del público y cuáles no, no siempre han estado muy acertados; prueba de ello es que la genial La Vida de Brian tuvo que pagarla George Harrison, ya que ningún gran estudio se comprometía a priori con un proyecto tan controvertido. Cuando le preguntaron al beatle por qué puso el dinero la respuesta fue bien sencilla y al igual que la frase de Walter White, con un gran significado: “Quería ver la película”, dijo.
Y a decir verdad es lo que queremos ver todos. Queremos ver Películas -sí, con mayúscula-, con nuevos personajes que consigan que les amemos u odiemos y unos guiones que te dejen en vilo hasta el final; no queremos más refritos, por favor, pues cuando algo están bien, es mejor dejarlo así. Dicho en otras palabras: ¿de verdad alguien cree que sea posible hacer un remake o secuela de Roger Rabbit sin decepcionarnos? Ya hemos perdido a los dos hermanos Valiant. Por favor, no nos hagáis perder también a los dibus.