Aunque parezca mentira, la crisis no es algo exclusivo de la sociedad española. La decadencia económica de la Unión Europea afecta de manera muy directa también a las clases medias y bajas de los países centroeuropeos.
La problemática laboral actual es justamente lo que Jean-Pierre y Luc Dardenne quieren expresar en su película Deux Jours, une nuit en la que hacen hincapié en las actitudes sociales que se producen ante un conflicto de índole económico-laboral. Si el lector de este artículo considera atractivo el clásico cine francófono, tranquilo y personal, no puede perderse estos 96 minutos de producción audiovisual.
Marion Cotillard es protagonista en el papel de Sandra, una madre de familia que trabaja en una fábrica y que no puede permitirse perder su sueldo para llegar a fin de mes. Desde el comienzo del largometraje, observamos el dilema principal: la empresa le ha ofrecido a sus compañeros una prima económica a cambio de que acepten el despido de la mujer.
La secuencia del film es lineal, pues Sandra tiene únicamente dos días para convencer a sus compañeros de que renuncien a la dotación económica para que ella pueda preservar su puesto de trabajo. Un torbellino de relaciones sentimentales, egoístas o de compañerismo, se sucede sin cesar en la película.
Sin embargo, lo que subyace verdaderamente en la pieza audiovisual belga no es tanto el problema aislado de esta familia de clase trabajadora como la situación asfixiante que vive la sociedad europea en su conjunto. Cuando Sandra visita uno por uno a sus compañeros de trabajo, el contexto social que atraviesa cada uno de ellos es inequívoco y representativo. Se observan diferentes circunstancias, como la de un chico inmigrante con un contrato precario, la de una chica que se acaba de trasladar a vivir con su pareja o incluso la de familias que necesitan hacer frente a ciertos pagos de sus hijos.
Las necesidades monetarias se contraponen fuertemente con la muestra de solidaridad hacia su compañera. Quizás la sensación con la que el espectador se encuentra durante el desarrollo de la acción es el espíritu consumista y de capitalismo que, fundamentalmente en época de vacas flacas, hace que el egoísmo y la falta de compañerismo salga a la luz.
La situación psicológica de la protagonista, la intriga y la necesidad de conocer cuál será el desenlace, hace que el espectador esté en una constante alerta y mantenga la atención en la pantalla durante cada una de sus fases. El final de la película dota a la joven de un compañerismo ferviente y pretende enseñarnos ciertas lecciones para vivir en sociedad.