Marina Vota
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Marina Vota

Mi nombre es Marina Vota y nací en 1991 en Remedios de Escalada, conurbano sur de la provincia de Buenos Aires.

Desde chica me gustaron las historias de todo tipo. Contarlas y que me cuenten. Viajar sin moverme a diferentes tiempos y lugares. Y mezclarlos, ¿por qué no? Crear mis propios universos.

Los primeros años los pasé mirando la tele por horas, muy cerca de la pantalla, embobada con las exageraciones y el verosímil propio de los dibujos animados. De a poco también empecé a mirar películas y novelas. Mi familia, al notar mis gustos, empezó a comprar VHS copiados de ferias.

Fue un viaje de ida cuando aprendí a grabar con la videocasetera todo lo que yo quisiese. Mis favoritos: Alicia en el país de las maravillas de Disney y Alien vs. Depredador.

En un momento comencé a leer. No me acuerdo cuál habrá sido el primer libro que agarré ni cuál fue el que me impactó de determinada manera que me subí y jamás me bajé. Todo lo que llegaba a mis manos, lo leía, no importaba qué. Entonces mi familia empezó a comprarme colecciones de libros infantiles que venían con revistas o que yo sacaba de la biblioteca de la escuela. Lo que sí me acuerdo es el abrigo que sentía en esos mundos: la sensación en el cuerpo de que esos narradores me estaban hablando a mí, que me invitaban a su vida, que me contaban secretos.

Si bien mi familia y maestras me incentivaban, nunca lo había tomado más que como un pasatiempo. Hasta que me crucé con uno de los dos profesores a los que siempre voy a estar agradecida. La primera fue una profesora de literatura en el secundario. Solo la tuve un año. Hermosa y poeta. Y si bien no tengo mucha idea de poesía, me acercó autores de los más diversos. Con ella empecé a pensar la posibilidad de poder trabajar como escritora. ¿Y qué tal si me dedicaba a escribir? Pero no, finalmente me anoté en la carrera de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires (UBA) para la cual debía llegar a la capital federal, atravesarla y llegar a la ciudad universitaria. No me di cuenta en ese momento, pero había elegido contar con otras herramientas.

En esa primera facultad, conocí un grupo de gente con el que escribíamos, leíamos, mirábamos películas. Cada uno era de localidades distintas así que nos la pasábamos viajando, descubriendo lugares, hablando con gente. Íbamos a cada una de las ferias a llevarnos ropa y libros usados. Asistíamos a ciclos de cine en cualquier espacio y nos prestábamos pelis en DVD bajadas o grabadas en pésima calidad. El tráfico de historias era desbordante. Tuvimos también durante un breve lapso lo que pretendíamos que fuera una compañía teatral.

Con el tiempo, algunos se cambiaron de carrera, o se mudaron a otras ciudades, yo me cambié de facultad.

En la Universidad Nacional de las Artes (UNA), la idea de hacer cine fue mucho más concreta. Me anoté para estudiar guion cinematográfico y empezar a trabajar en la construcción de mundos con imágenes, movimientos de cámara y también sonidos. Las ganas estaban en el cuerpo, vivas. Fue en esta carrera que se me abrió un universo increíble de mundos posibles. Pero duró solo dos años ya que empezaron a tener problemas de presupuesto y se inició una temporada de tomas para exigir mejores condiciones.

Después de unos meses, me fui de viaje. Volví y trabajé en un lado y en el otro. Vendía libros usados, me mudé con unos amigos a una casa grande y, cada vez que podíamos, nos tomábamos un micro o viajábamos a dedo.

Pero como las ganas de estudiar siempre están, un día me anoté para entrar a la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC). Nunca sucedió, no pasé el primer examen. Es por eso que pedí una beca en la Universidad del Cine (FUC) y también me anoté para ser guionista cinematográfica.

Esos tres años y medio fueron de un gran aprendizaje. Una de las tres materias del último cuatrimestre fue Literatura Latinoamericana. Y en este momento es cuando entra el segundo profesor que me marcó el rumbo. Fue en una de sus clases que invitó a un amigo suyo a hablar de su novela, la cual teníamos que llevar leída. Además de un gran autor, resultó ser quien hasta el año 2023 fue rector de la carrera de artes de la escritura. La misma era muy nueva, solo un par de años, y por eso yo no sabía que existía.

Así que, a mitad del 2018, terminé mi tecnicatura en guion y abracé ese otro lenguaje que siempre me acompañó. Me anoté en la carrera de escritura en mi querida UNA a la que sigo disfrutando hasta el día de hoy.

Pero no abandoné el cine porque ese mismo año, con una amiga con la cual convivíamos, empezamos a pensar una película documental relacionada al aborto. Queríamos dejar plasmado algo que nos llamó la atención: mi amiga es italiana y abortó en la legalidad (lo es desde la década del 70), contrario a lo que fue mi interrupción. Sin embargo, ambas sentimos el prejuicio, lo vivimos como algo tabú y lo llevábamos como una carga, como una vergüenza. Es por eso que empezamos a buscar personas que quieran participar y compartir su experiencia, así como también modos de financiar nuestra peli. La marea verde empezaba a tomar lugar en las redes sociales, en la televisión y a instalarse en la mesa de las familias de todo el país. En medio de ese contexto llegaron las noticias: el Instituto Nacional de Cine y Artes Cinematográficas (INCAA) y Mecenazgo Cultural de la ciudad de Buenos Aires iban a financiar nuestro proyecto. Esto nos permitió no solo llevar adelante una película, si no también viajar haciendo que el documental termine siendo una especie de road-movie que hablaba sobre aborto, pero a través de la amistad.

Con Valeria Ciceri pudimos estrenar Esa casa amarilla en el año 2021 en el 39´ Torino Film Festival (Italia). Además, participó del CineFem 10 (Uruguay), 23MIDBO (Colombia), FIDBA (Buenos Aires) y La Mujer y el Cine (Buenos Aires).

También, desde el año 2020 trabajo para Palestra Productora donde soy parte del equipo de producción y dirección en rodaje de videoclips y largometrajes.

Además, desde el año 2022, soy parte del medio digital Tierra Roja y su revista impresa La Carlos.

Actualmente, trabajo como guionista y editora audiovisual. Disfruto de complementar las herramientas que tengo y también mezclarlas, según criterios y exigencias.

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