Durante la Edad Contemporánea, con el inicio y desarrollo de la industrialización, el trabajo infantil se convierte en una práctica anómala y abusiva, impulsada por la necesidad económica de las familias para sobrevivir ante las duras condiciones del proletariado.

Uno de estos centros pioneros en España de los siglos XVIII, XIX y XX se desarrolla en Cataluña con explotación infantil sin horarios ni prestaciones sanitarias. La falta de legislación estatal propicia la explotación sistemática tanto en el campo como en la industria propicio que los empresarios contratan mano de obra barata —femenina, infantil e incluso extranjera—, mientras que las familias permiten que sus hijos pequeños trabajen para patronos sin escrúpulos, ansiosos de obtener ganancias rápidas.

La principal causa de la incorporación de niños y niñas al trabajo industrial es la extrema pobreza en la que viven millones de familias en toda España, quienes carecen de lo básico para subsistir.

Tras décadas de abusos y explotación en áreas rurales y urbanas, en un contexto de crueldad patronal e indefensión obrera, los gobiernos de los países en proceso de industrialización comienzan a promulgar leyes laborales destinadas a proteger a la infancia.

Estas normativas buscan frenar lo que hasta entonces había sido una práctica común y brutal en minas, fábricas, campos y comercios de todo el mundo industrializado. Las primeras leyes contra el trabajo infantil permiten vislumbrar la magnitud de esta problemática, así como el alto grado de aceptación que tenía la explotación infantil.

Fue la incipiente lucha obrera de centro Europa, la formación de sindicatos y la conciencia de algunas personas comprometidas lo que permitió criticar la situación, revisarla y elaborar leyes que aliviaran las penosas condiciones laborales de mujeres y niños. El capital (1867) de Karl Max, es una crítica económica de la época, el inicio de un manifiesto marxista-comunista, la abolición de la lucha de clases, la dictadura del proletariado y la denuncia del abuso del capitalismo y de los poderes fácticos, empresariales y sociales.

A partir de 1931, con la instauración de la Segunda República española, se observa un importante avance en la legislación laboral, particularmente en lo relativo al trabajo infantil. Los legisladores republicanos y socialistas se preocupan por la prevención de accidentes laborales, las condiciones de salubridad en las fábricas, la reducción de enfermedades profesionales y la implementación de un nuevo reglamento para el cuerpo de inspectores de trabajo.

Además, el creciente interés por la educación infantil y las cuestiones sociales se traduce en un mayor cumplimiento de la normativa vigente y en la prohibición total del trabajo infantil para menores de 14 años. Durante los años de la Segunda República, se reducen los abusos relacionados con las tareas, edades y horarios de los niños y jóvenes trabajadores, al menos en la zona republicana hasta 1939.

La industria del algodón en Cataluña: auge, declive y legado

A mediados del siglo XIX la industria del algodón fue el motor que impulsó a Cataluña para convertirse en la principal región industrial de España, siendo una excepción en la zona Mediterránea frente a la tendencia de la industrialización de la máquina de vapor, que se concentraba en Inglaterra y Alemania.

También en los Estados Unidos de América con un declive por la Guerra de Secesión (1861-1865) también llamada Guerra Civil americana, con la paralización del comercio del algodón. En cambio, la industria del algodón en Cataluña fue la primera en aplicar a gran escala la tecnología moderna y el sistema fabril.

El origen de esta industria se remonta a principios del siglo XVIII con la producción de telas estampadas indianas, favorecida por la prohibición gubernamental de importar dicho tejido de la India y la apertura de oportunidades comerciales en las colonias americanas para los comerciantes catalanes.

A principios del siglo XIX, se introdujo tecnología inglesa y comenzó el hilado, lo que marcó un despegue de la industria a partir de la década de 1830. Este impulso fue posible gracias a que Gran Bretaña levantó las restricciones a la emigración de mano de obra experta en 1825 y a la exportación de maquinaria en 1842. Durante este periodo, se incorporó la máquina de vapor a la producción.

No obstante, debido al elevado costo del carbón importado, la industria se vio obligada a recurrir a la energía hidráulica hacia finales de la década de 1860. Esto estimuló la creación de más de setenta y cinco colonias industriales a lo largo de los ríos en la Cataluña rural, generando un importante desarrollo regional.

La industrialización en Europa trajo cambios sociales y políticos como el auge del socialismo y la socialdemocracia para mejorar la situación laboral de los obreros, e ir erradicando la explotación barata del trabajo infantil de niños y niñas. El destino de este último de este grupo social es la formación y la educación como única posibilidad de progreso de las naciones.

Desde mediados del siglo XIX, la industria del algodón se mantuvo principalmente gracias a medidas proteccionistas. Los altos costos de las pacas de algodón, la energía y la maquinaria limitaban su competitividad a nivel global, y la producción dependía casi por completo del mercado interno y de las colonias en las Antillas.

Sin embargo, la industria entró en declive con la Gran Depresión del crack de 29. Los crecientes conflictos laborales, el deterioro económico, la Guerra Civil y la política autárquica del primer franquismo (a partir de 1939) impidieron que la industria del algodón aprovechara el crecimiento económico y la inversión global tras la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, la apertura de la economía española en la década de 1960 y la crisis del petróleo en los 70, pusieron fin a esta industria textil. Que se ha extendido al este Asia y China (textil y calzado) con mano de obra más barata y supuesta explotación infantil.

A pesar de su declive, la industria del algodón dejó un extraordinario legado arquitectónico en Cataluña. Los magnates del sector financiaron algunas de las obras más importantes del modernismo, tanto en fábricas como en residencias privadas y edificios de viviendas.

Estos inmuebles no solo fueron sedes empresariales, sino también símbolos del poder, la modernidad y el espíritu progresista de sus dueños. Ejemplos notables de este legado incluyen la Casa Calvet, la Casa Terradas, el Palacio Güell, Can Batlló (uno de cuyos edificios alberga hoy la Escuela Industrial) y la fábrica Aymerich en Tarrasa, actualmente el Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña.

Las colonias industriales no solo ayudaron a industrializar y modernizar la Cataluña rural, sino que también atrajeron a una gran cantidad de mano de obra, promoviendo una redistribución territorial de la población con implicaciones para la política actual. Aunque muchas colonias cerraron, sus turbinas siguen suministrando electricidad a la red nacional, y las infraestructuras restantes albergan numerosos museos que mantienen viva su historia.

Salariales de trabajadores menores en España

La imagen de los trabajadores menores como mano de obra barata y explotada ha sido recurrente en el imaginario colectivo. Sin embargo, paradójicamente, se ha investigado poco sobre los salarios infantiles, como si fuera un conocimiento básico y sencillo. La historiografía ha centrado su atención principalmente en cómo los salarios de los adultos han afectado al trabajo infantil y en las contribuciones de los menores a las economías domésticas.

Este estudio presenta series salariales de menores inéditas en la historiografía internacional. Dichas series de salarios nominales se han construido a partir de los archivos de empresas de los sectores minero y textil.

Este análisis destaca cuatro aspectos importantes: la evolución de los salarios infantiles a lo largo del tiempo, las diferencias de género, las relaciones entre los salarios de menores y adultos (de ambos sexos) y las contribuciones del trabajo infantil remunerado a las economías familiares. En términos generales, los salarios infantiles siguieron tendencias similares a los de los adultos, con incrementos moderados y estabilidad desde finales del siglo XIX hasta los primeros años del XX.

Aunque compartieron el importante ascenso salarial al finalizar la segunda década del siglo, es sabido que los salarios reales de los adultos crecieron menos que los nominales, con aumentos del 51% y 152%, respectivamente, entre 1913 y 1930.

Siempre existió una distancia entre los salarios infantiles y los de los adultos de ambos sexos, siendo este un factor clave en la demanda de trabajo infantil. Sin embargo, en el siglo XX, esa brecha comenzó a reducirse en sectores como la minería y el textil, lo que apunta a una tendencia de retraso en las edades de incorporación al trabajo regulado. En un estudio sobre la industria algodonera belga, Peter Scholliers (1995) encontró una correlación positiva entre el aumento de los salarios y el incremento en las edades de los menores trabajadores.

Por su parte, la historiografía sobre el trabajo femenino ha documentado la segregación de género en el mercado laboral, manifestada en la organización del trabajo, la cualificación y la desigualdad salarial. Esta segregación también se reflejaba en el mundo infantil, ya que las ocupaciones asignadas a niños y niñas estaban determinadas por la división del trabajo adulto según el sexo.

Este fenómeno también se materializaba en los salarios. En la Cataluña industrial, las diferencias salariales por género entre menores eran evidentes. Aunque en algunos casos las niñas ganaban más que los niños o percibían el mismo salario cuando trabajaban en el mismo oficio, las diferencias salariales por género se incrementaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, en detrimento de las niñas. Además, las disparidades salariales entre menores de 14 años y adultos fueron más reducidas en el caso de niñas y mujeres, quienes no contaban con una progresión salarial comparable a la de los hombres.

Estas desigualdades también se observaban en zonas pesqueras, donde el trabajo infantil penalizaba especialmente a las niñas debido a su edad y sexo, dos variables fundamentales en cualquier estudio sobre el trabajo infantil (Muñoz).

Los salarios de los menores, aunque importantes, no eran el único ingreso familiar. Otros recursos, como la explotación de huertos familiares o el hospedaje en zonas mineras complementaban los ingresos del hogar. Aun así, los salarios infantiles permiten una medición cuantitativa significativa de las aportaciones de los menores a las economías familiares.

Es esencial distinguir las edades al analizar estas contribuciones, tal como señalan varios autores, quienes critican que estudios previos confundieran niños y jóvenes.

Situación actual

Ley de jornada máxima legal: Antes los jornaleros solían trabajar más de 12 horas diarias en España. Antes de la implementación de esta Ley 47/1983 de 4 junio año en que se redujo su duración en 4 horas (de 44 a 40). En aquel momento también se ampliaron las vacaciones anuales a 30 días naturales.

Con la nueva normativa, la jornada laboral se limitó a 8 horas diarias y se prohibieron las horas extraordinarias para los menores de edad, contribuyendo a la lucha contra el trabajo infantil. Sin embargo, algunos trabajos agrícolas, como la vigilancia de ganado, quedaron excluidos de esta regulación.

A pesar de estas excepciones, la ley se aplicaba de manera uniforme y estricta en todo el sector rural. Los Jurados Mixtos eran los únicos autorizados para eximir su cumplimiento, siempre que se verificara que el empleador estaba realmente imposibilitado de contratar más jornaleros.

Actualmente en 2024 la jornada laboral pretende ser de 37,5 horas semanales, sin disminución de salarios, promete convertirse en una realidad gracias a los socialistas y progresistas, cuyo pacto incluye, entre otras medidas en materia laboral, la reducción de la jornada laboral máxima legal. Te contamos los detalles de la futura jornada laboral de 37,5 horas semanales.

Como indica el Comité de los Derechos del Niño en la citada Observación General número 13, las graves repercusiones de la violencia y los malos tratos sufridos por los niños, niñas y adolescentes son sobradamente conocidas. Esos actos, entre otras muchas consecuencias, pueden causar lesiones que pueden provocar discapacidad; problemas de salud física, como el retraso en el desarrollo físico y la aparición posterior de enfermedades; dificultades de aprendizaje incluidos problemas de rendimiento en la escuela y en el trabajo; consecuencias psicológicas y emocionales como trastornos afectivos, trauma, ansiedad, inseguridad y destrucción de la autoestima; problemas de salud mental como ansiedad y trastornos depresivos o intentos de suicidio, y comportamientos perjudiciales para la salud como el abuso de sustancias adictivas o la iniciación precoz en la actividad sexual.

(Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, dice en el aparado número 12)

Conclusiones

Aunque el trabajo infantil es ilegal en España desde el año 1980 (con la Ley de Estatuto de los Trabajadores), es necesario reconocer que la mano de obra de menores no es rentable ni beneficiosa desde un punto de vista económico, productivo o social. Aparte de las cuestiones legales, el trabajo infantil conlleva una serie de limitaciones físicas, psicológicas y educativas que disminuyen su efectividad en el ámbito laboral en cualquier sector. Además, los costos sociales y las repercusiones negativas a largo plazo, tanto para el menor como para la sociedad en su conjunto, superan cualquier posible ganancia a corto plazo. Esto refuerza la necesidad de mantener y hacer cumplir las leyes contra el trabajo infantil y de promover el acceso a la educación como una vía para el desarrollo de una mano de obra cualificada y sostenible en el futuro. Los sindicatos por los primeros que deben vigilar que las leyes, decretos y acuerdos laborales se cumplan.

Notas

Aramayona, Guillermo, "Aproximación al trabajo infantil en España (1832-1939)"). Balcells, Albert. (1974), Trabajo industrial y organización obrera en la Cataluña contemporánea (1900-1936), Laia, Barcelona, 1974. Iturralde, Martin, “Trabajo infantil en la fábricas de indiana en Barcelona” (1736-1800) Intrustria del algodón en Cataluña, Wikipedia.