Transferir la Teoría de la Relatividad y la Física Cuántica al ámbito de las disciplinas sociales, sin resolver los requisitos metafísicos, epistemológicos, ontológicos, ónticos y onto-praxeológicos de tal operación, es una manifestación seudo-intelectual y seudo-espiritualista de esnobismo cultural y egocéntrico. En este ensayo expreso un acercamiento filosófico al tema referido.
Cuando desde las religiones, la política y la seudo-cultura que inunda Internet se hace uso de la ciencia para utilizarla en función de intenciones políticas o simplemente egolátricas, el resultado es lamentable. Ni el método científico, ni el conocimiento ni la sabiduría, sintonizan con tales intentos. Lo generado en esos casos es una narrativa ideológica con fines de manipulación y control social. Veamos.
Hacia un nuevo paradigma científico y humanista
En el verano de 1925, Werner Heisenberg, a la sazón un joven de 24 años, dejó por unos días su trabajo en el Instituto de Física de la Universidad de Gottingen. En esas vacaciones descubrió la Mecánica Cuántica, cuya completa formulación se originó en las investigaciones de Heisenberg, Max Born, Paul Dirac, Pascual Jordan, Wolfgan Pauli y Erwin Schrödinger. Para algunos filósofos de la época era claro que la Física Cuántica implicaba cambios en la Teoría General del Conocimiento y en la Teoría Especial del Conocimiento.
Con el paso de los años (explica Stephen Hawking en Historia del tiempo y otras de sus obras) se hizo evidente la posibilidad de construir un nuevo paradigma científico basado en una teoría unificada de la física, lo cual exigiría sintetizar la relatividad general con el principio de incertidumbre formulado por Heisenberg.
La creación, consolidación y desarrollo de ese nuevo paradigma, fenómeno aún en crecimiento y profundización, requiere altos niveles de especialización e interdisciplinariedad. Las eventuales interacciones de esa teoría unificada de la Física con las disciplinas sociales y humanísticas requiere satisfacer ciertas condiciones de carácter metafísico, ontológico y epistemológico.
La no observancia de tales condiciones y lo más grave, su completa violación, conduce a la creación de una superstición teñida de ciencia a la cual denomino “Ideología Cuántica”.
La prudencia de Einstein
El proceso de construcción de una teoría unificada de la Física lleva más de cien años de estudio e investigación, sin que las ciencias y el humanismo hayan arribado a resultados completos y consistentes. Abundan especulaciones de todo tipo, pero la obra científica efectuada desde el año 1900 hasta nuestros días se apega a las realidades observables, expresa sus resultados de modo preciso, y enuncia leyes que rigen los hechos mediante hipótesis confirmadas por la experiencia, y por lo pronto aún no se cuenta con una teoría unificada de la Física Relativista y la Física Cuántica.
Es por lo anterior que el andamiaje científico, humanista y de sabiduría, no puede someterse a seudo-reflexiones precipitadas y supersticiosas.
En opinión de Albert Einstein, la moda de aplicar los axiomas de la física a la vida humana no es solo una completa equivocación, sino que es en sí algo reprensible. Esta tesis se refiere a grupos humanos o movimientos sociales cuyo objetivo es establecer vínculos entre Física Cuántica y Teoría de la Relatividad con espiritualidad, economía, política, cultura, historia o antropología, sin cultivar y atender, como debe ser en una construcción responsable, las condiciones requeridas para tal operación.
El resultado de semejante desatino es, a lo sumo, un gigantesco galimatías de esnobismo verbal oscuro y confuso.
La prudencia reflejada en la opinión de Einstein constituye una regla básica del procedimiento racional, es un antídoto frente a la irracionalidad. A este respecto, estimo de provecho ahondar en el pensamiento complejo que postula el carácter social de todas las ciencias y disciplinas, así como la importancia de sus relaciones mutuas, pero muestra un respeto irrestricto a sus autonomías y evita traslados precipitados de los contenidos de unos ámbitos de actividad humana a otros.
El despiste de los ilustrados seudo-cuánticos
A pesar de lo dicho, en algunos segmentos de la cultura "ilustrada", “seudo-ilustrada” y de las sensibilidades woke o del despertar, donde deben incluirse políticos, ideólogos y espiritualidades epidérmicas abundantes en Internet, es común referirse a temas socioeconómicos, históricos y políticos aplicando términos propios de la Física Cuántica, la Teoría de la Relatividad y otras ciencias naturales.
¿Qué decir de esta tendencia cuya influencia se encuentra hoy en decadencia? Cuando esa práctica se basa en un fundamento teórico, metodológico y experimental pertinente, se trata de un hecho estimulante y positivo; pero si ocurre lo contrario, y esto es lo común, estamos en presencia de simple charlatanería seudo-intelectual y exhibicionismo verbal.
¿Cuáles son las condiciones de legitimidad a partir de las cuales es factible plantear el tema de los vínculos orgánicos de la Física Cuántica, la Teoría de la Relatividad y las disciplinas sociales y humanísticas?
Apoyándome en un libro anterior1, y sin ánimo de ser taxativo menciono las siguientes:
Primero: desarrollar la epistemología inherente en la nueva física, algo que en estos momentos está en sus primeras fases de desarrollo.
Segundo: obtener las implicaciones teórico-prácticas de la nueva física en la Teoría General del Conocimiento y en las Teorías Especiales del Conocimiento, lo cual también se encuentra en etapas iniciales, e implica, además, incorporar el bagaje histórico de las temáticas gnoseológicas.
Tercero: incorporar los resultados obtenidos en las dos operaciones anteriores dentro de las epistemologías propias de las disciplinas socio-humanísticas, las cuales deben cultivarse y desarrollarse conforme las exigencias específicas de sus ámbitos de investigación.
Cuarto: efectuar análisis comparativos de los contenidos originados en las disciplinas socio-humanísticas con los propios de las ciencias físico-químicas y matemáticas, a fin de verificar o desechar en cada caso su mutua complementariedad.
Quinto: esclarecer la cosmovisión metafísica, ontológica, óntica y ontopraxeológica subyacente al intento de validar la interacción entre Física Teórica y disciplinas sociales y humanistas.
Si estas condiciones no se cumplen (y no se cumplen en ninguno de los casos conocidos hasta el momento), la tendencia a utilizar conceptos de la Física Cuántica, de la Teoría de la Relatividad y de otras ciencias naturales y físico-matemáticas en disciplinas sociales y humanísticas no pasa de ser una mera intoxicación verbal, en extremo demagógica, cuyos efectos sociales y políticos son destructivos, máxime cuando el iluminismo político hace su aparición autodefiniéndose como salvador.
Siguiendo la tesis expuesta por Alan Sokal y Jean Bricmont en su libro Imposturas intelectuales2, la ideología cuántica así construida se caracteriza por lo siguiente:
Hablar prolijamente de teorías científicas de las que, en el mejor de los casos, solo se tiene una idea muy vaga y generalista.
Incorporar a las ciencias humanas o sociales nociones propias de las ciencias naturales, sin ninguna justificación empírica o conceptual de dicho proceder.
Exhibir una erudición superficial lanzando, sin el menor sonrojo, una avalancha de términos técnicos en un contexto donde tales nociones resultan incongruentes.
Manipular frases sin sentido. Se trata, en algunos autores, de un simple uso y abuso de giros lingüísticos, combinado con total indiferencia respecto al significado de las palabras.
Y es en este contexto de total irresponsabilidad cognitiva donde la ideología cuántica se manifiesta como una expresión monumental de irracionalismo y superstición, utiliza conceptos como “espiritualidad cuántica”, “cuerpo cuántico”, “salud cuántica”, “capitalismo cuántico” y “socialismo cuántico”.
Lo dicho me lleva a insistir en la necesidad de respetar ciertas condiciones de legitimidad requeridas para que el uso social de conceptos originados en la cosmovisión cuántico-relativista sea un ejercicio de investigación y generación de conocimientos válido, y no un esnobismo culturalista.
Mientras la seudo-ilustración cuántica de la ideología cuántica insista en su proceder, le sucederá lo mismo que al emperador en el cuento de Andersen: se paseará desnuda por la ciudad, y enceguecida por la vanidad y la egolatría creerá a sus súbditos cuando proclaman lo hermoso de su vestido.
Nada se avanza en términos de conocimiento y sabiduría cuando la ideología cuántica insiste en enunciados generalistas, conocidos desde hace milenios, como el de la unidad sujeto-objeto, la no localidad de la existencia mental-emocional, la incertidumbre cognitiva o el enfoque holístico.
Lo importante y decisivo no es repetir estas generalidades y obtener de ello un galimatías ininteligible, sino conocer el modo concreto como se realizan sus supuestos y consecuencias, y para generar este conocimiento en nada contribuye el infantilismo e inmadurez endémica de la ideología cuántica.
El gran debate
Antes de finalizar este ensayo, permítaseme volver a insistir en algunos hechos importantes relacionados a la génesis y desarrollo de un nuevo paradigma en física, denominado por lo pronto como cosmovisión cuántico-relativista.
En las primeras tres décadas del siglo XX, los estudios de Werner Heisenberg, Niels Bohr, Max Born, Paul Dirac, Pascual Jordan, Wolfgan Pauli, Albert Einstein y Erwin Schrödinger, entre muchos otros afamados científicos, hicieron evidente que en el ámbito de la imagen física de la realidad había nacido una "nueva física", sustentada en dos pilares: la Teoría de la Relatividad y la Física Cuántica.
Varias de las expresiones investigativas e intelectuales de este hecho se materializaron en los Congresos Solvay V y VI, celebrados en los años 1927 y 1930, en la ciudad de Bruselas.
En el primero de los eventos mencionados, tuvo lugar uno de los debates filosófico-científicos más importantes de la historia en torno al fundamento de la Física Cuántica y la naturaleza de la realidad.
Los protagonistas fueron Albert Einstein y Niels Bohr, quienes se enfrascaron en un diferendo a propósito de la relación observador-observado en Física Cuántica y el carácter completo o incompleto de esta disciplina.
Una obra clave para adentrarse en los pormenores de aquel debate-diálogo (uno de los más importantes en la historia de la ciencia) es el libro QUÁNTUN: Einstein, Bohr y el gran debate sobre la naturaleza de la realidad escrito por Manjit Kumar, y publicado por la Editorial Kairos, 2011.
La discusión sobre estos temas ha sido constante desde entonces. Se han obtenido avances en dirección a la solución de la disputa, pero no puede decirse que el conflicto haya sido superado.
Y, mientras eso acontece en el ámbito de la nueva física, en filosofía la revolución cuántica implica un reposicionamiento de los diálogos asociados a análisis de Aristóteles, Tomás de Aquino, la filosofía clásica alemana, en especial Kant y Hegel, el empirismo, el positivismo, Brentano, Husserl, Heidegger, los existencialismos del siglo XX y Xavier Zubiri, entre otros.
Lo discutido entre Einstein y Bohr, visto por el fondo de lo planteado por ellos, es análogo a lo reflexionado por los filósofos desde antes de la Grecia clásica: ¿Qué es lo real? ¿Cómo se relacionan la subjetividad y la objetividad en los procesos de conocimiento? ¿Es factible arribar a una teoría completa de la realidad? ¿Existe una conciencia no local o supra-conciencia? ¿Por qué existe el ser y no más bien nada?
Estos temas se asocian a otros de la epistemología general y de las epistemologías específicas tales como la unidad sujeto-objeto, la continuidad comunicativa conciencia-materia, la energía-información como sustrato universal, la capacidad creativa y otros asuntos corelacionados. 3
El contenido del diálogo sobre estos y otros temas relacionados está en desarrollo desde hace milenios y en todas las civilizaciones.
Se han logrado avances de forma y fondo, pero hasta el momento no se cuenta con una visión o paradigma capaz de ofrecer respuestas por completo convincentes. Existen muchas teorías, pero ninguna es completa ni alcanza un grado suficiente de desarrollo.
En tales condiciones, las intervenciones políticas e ideológicas para utilizar la ciencia en beneficio de intereses de coyuntura constituyen lamentables ejercicios de seudo-intelectualidad y esnobismo egolátrico.
Cinco obras magistrales
Situándonos en un ambiente donde la ideología cuántica es un grito de moda en decadencia, plagada de superficialidad, conviene intensificar en escuelas, colegios, universidades, institutos de investigación y otros ámbitos sociales el cultivo de las ciencias, las humanidades y la sabiduría.
Por esta vía se puede evitar la trampa de pasar gato por liebre cultivada en ciertas sensibilidades epidérmicas.
Bueno sería que las personas interesadas en el tema estudien cinco obras relevantes: Quántum: Einstein, Bohr y el gran debate sobre la naturaleza de la realidad (Manjit Kumar, ya citado), El camino a la realidad (Roger Penrose), Imposturas intelectuales (Sokal y Bricmont, ya citado), El gran diseño (Stephen Hawking) y Entre tecnócratas y wishful thinkers: La visión misionera de las ciencias sociales (Pedro Haba).
Estas obras bien pueden significar una adecuada introducción al esfuerzo por evitar los efectos corrosivos de la ideología cuántica, y de las ideologías en general.
Notas
1 Araya, Fernando. Abandonar los fanatismos, vivir sin odio: la vida humana como autogestión creativa.
2 Sokal, Alan y Bricmont, Jean. Imposturas intelectuales. Editorial PAIDÓS, versión castellana, Barcelona, Buenos Aires y México, 1999.
3 Abordé estos temas en el libro La magia del conocimiento: reflexiones heréticas, donde sostengo la pertinencia de un nuevo paradigma epistemológico, el cual estimo se encuentra apenas en construcción.