Las personas pueden reaccionar distintamente ante un mismo estímulo de su ambiente, según su capacidad mental y su experiencia. Se dice que la conducta humana es la capacidad que tiene el ser humano para expresarse mental y físicamente en las actividades que desarrolla en las diferentes fases de su vida. El comportamiento es algo bastante parecido: es la forma en que los humanos interaccionan con su medio en función de su capacidad individual para responder a los diferentes estímulos que recibe.

En otras palabras, la conducta humana es la manera en que las personas hacen frente a la lucha por la existencia, idealmente respetando los valores existentes y guiados por la influencia de la cultura imperante en su medio desde la niñez, época en que el niño se ve constantemente sometido al aprendizaje de reglas para comportarse ante diferentes situaciones. Esas tempranas enseñanzas habrán de acompañarlo hasta la muerte.

Los expertos han señalado que los seres humanos somos animales de costumbres. Formamos hábitos y, a lo largo de nuestra vida, nos conducimos según esos hábitos. Por eso es tan importante en la niñez enseñar valores y dar ejemplos.

Uno de los debates sobre la conducta humana tiene que ver con qué cuestiones serán más importantes para el desarrollo del niño: ¿la naturaleza o la crianza? O, como se dice en inglés: Nature vs nurture. El Dr. McEluwe indica que estos términos se refieren a las dudas que hay acerca de la preponderancia de la biología (herencia genética) en el desarrollo del niño. Sin embargo, existen investigaciones que muestran una propensión heredada a realizar ciertos actos, independientemente de la experiencia que se adquiera o la herencia social o cultural que se reciba en su hogar y en el medio externo.

El Centro para el Desarrollo infantil de la Universidad de Harvard señala que, finalmente, los expertos se han dado cuenta de que “las diferencias genéticas son de importancia crítica para el desarrollo del niño”. Además, hoy sabemos que los niños aprenden mejor cuando se les permite cometer errores y vivir las consecuencias. Tal como sucede en la investigación científica, donde se avanza por el ensayo y el error. Los chicos que enfrentan obstáculos aprenden con la práctica a no repetir sus fallas.

Por eso, a los niños debe ofrecérseles el mejor ambiente posible para cultivar sus mentes y desarrollar lo más posible sus aspectos genéticos favorables para el comportamiento. Hace 2500 años, Hipócrates, el Padre de la medicina, les decía a sus discípulos: “aprended de los errores”. Esa es la mejor forma de adquirir experiencia.

Por supuesto, está muy claro que la lesión de diversos genes puede provocar diversas enfermedades mentales o contribuir junto con otros factores a su aparición, como en los casos del síndrome de Down o de la trisomía del cromosoma 21, la enfermedad de Parkinson. En todo caso, la mayoría se inclina hacia la idea de que hay factores ambientales muy importantes que contribuyen a que se expresen cualidades genéticas del niño.

David Barash dice: “La observación de la vida y la organización ´social´ de los animales ayuda a aprender el comportamiento individual y social del hombre, tan condicionado por las características biológica y genéticas, pero sería ingenuo suponer la que la biología es en cierto modo más importante que la cultura”. Las hormigas y las abejas tienen una conducta eminentemente heredada. Los animales superiores también tienen esa conducta, sobre todo para alimentarse o defenderse, y porque heredan muchos rasgos de la inteligencia que les permite adaptarse mejor a las situaciones que se le presentan. Pero también se valen de la experiencia que le ha transmitido su familia para sobrevivir en muchos otros aspectos.

El medio social o entorno contribuye a modificar la respuesta, y el individuo a su vez influye en el medio en que se desenvuelve, pues su conducta es observada por otras personas. Aristóteles decía: “El hombre es por naturaleza un animal civil o político. Mediante la palabra, el hombre creó la sociedad, en está desarrollo la inteligencia, en virtud de la inteligencia produjo el orden y mediante este creo la sociedad”. Sin embargo, desconfiaba de que la educación los convirtiera en seres éticos. Por ello afirmaba: “El hombre no actúa movido por ideales éticos, es preciso coaccionar su voluntad por medio de la ley para que haga lo correcto. Con la ley, el hombre es el ser más perfecto; sin ella, es el más salvaje. Por eso precisa de una organización social, el Estado, el cual mediante leyes lo obliga a obrar rectamente”.

Resumiendo, la conducta del ser humano se trata de una serie de actividades realizadas bajo la influencia de su aprendizaje cultural, valores, actitudes, emociones y conceptos éticos, incluso de la persuasión bajo una autoridad. La conducta puede, por lo tanto, ser normal, aceptable o fuera de lo corriente y no aceptable. Algunos consideran que también comprende las habilidades y destrezas que poseen las personas en diferentes áreas del saber humano, como las ciencias, las artes, el deporte, las matemáticas, etc., incluida la forma de comunicarse para darse a entender.

Hay consenso en torno a la idea de que una gran mayoría de los niños y jóvenes criados en la pobreza, sobre todo cuando esta es extrema y viene de la mano de una falta de educación, al llegar a la edad adulta no logran comportarse correctamente, ya que están resentidos por su marginación social. Eso da lugar a que contribuyan al fenómeno mundial de la violencia criminal en las ciudades.

La biología y la cultura tienden a aunar experiencias y conocimientos para explicar la conducta humana, que, a fin de cuentas, parece ser el resultado de factores genéticos (heredados) y fisiológicos del cerebro humano, que cuando funciona produce lo que se da en llamar conciencia: un proceso abstracto derivado de las células cerebrales que produce ideas, pensamientos y respuestas a los estímulos externos o internos del ser humano, o a la influencia social. La mente capta todos esos estímulos para reflexionar en base a ellos y dar respuestas adecuadas, o simplemente los almacena en la memoria.

Pero no debería caber duda alguna sobre la importancia que tienen los genes en el comportamiento humano. Si bien los genes no siempre determinan estrictamente el comportamiento, sí tienen un papel importante en la conformación del tipo de mente que habrá de poseer cada persona. Solemos decir que heredamos nuestra personalidad de nuestros padres, pero la realidad es que nuestros genes se remontan más atrás, provienen de nuestros abuelos, bisabuelos, e incluso de generaciones anteriores.

La educación es una herramienta que contribuye a crear la conducta humana y al progreso de la evolución. Para sacarle mayor provecho, es necesario que quien se está educando se esfuerce para aprender, independientemente de las condiciones genéticas que tenga para hacerlo. No se aprende a conducir una bicicleta sin caerse, ni a tocar el piano sin practicar y cometer equivocaciones. Tampoco se aprenderán reglas de conducta y moralidad si no se cuenta con buenos ejemplos que puedan ser puestos en práctica a lo largo de la vida. La calidad humana del ser humano no se reconoce por lo que dice, sino por lo que hace.

Hasta hace unos años se aceptaba que la conducta humana era adquirida, resultado de las influencias educativas y sociales. Hoy se acepta que en la conducta influyen también como vimos, aspectos genéticos o heredados que se expresarán con el tiempo. De tal forma que biología y cultura o genes y experiencia conforman al ser humano.

Bibliografía

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