“La monumental piedra del altar de Stonehenge, un bloque de seis toneladas de peso, procede en realidad de Escocia —a una distancia de, al menos, 750 kilómetros de su actual ubicación— y no de Gales como se pensaba hasta ahora”, según asegura el periodista Amado Herrero.
Y es que así lo revela una nueva investigación publicada en la revista Nature, en la que un equipo de científicos ha analizado la edad y la química de los fragmentos de minerales de la piedra. Es más, “se cree que la construcción del monumento megalítico comenzó hace 5.000 años, con múltiples evoluciones y añadidos a lo largo de los dos milenios posteriores”, añade Herrero.
En este sentido, no hay que olvidar que:
Investigaciones previas habían revelado que la mayoría de las piedras empleadas en el misterioso conjunto proceden de la zona de Preseli Hills, en el oeste de Gales, y durante el último siglo se había creído que la emblemática piedra del altar, situada en el corazón del antiguo yacimiento, procedía también de allí; de hecho, el monolito de arenisca roja se había agrupado tradicionalmente con el resto de rocas de origen ígneo (blue stones). Sin embargo, el año pasado, una investigación publicada en la revista Journal of Archaeological Science señaló que la piedra del altar tenía que ser diferente y que su composición no correspondía a la del resto del yacimiento.
(Armando Herrero)
Pero, más en concreto, Anthony Clarke, investigador de la Escuela de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Curtin y autor principal del estudio, pone de manifiesto que:
Nuestro análisis demuestra que los granos minerales específicos de la piedra del altar tienen en su mayoría entre 1.000 y 2.000 millones de años, mientras que los otros tienen unos 450 millones de años. Eso da una huella química distinta que sugiere que la piedra procede de rocas de la cuenca orcadiana (en el noroeste de Escocia), al menos a 750 kilómetros de distancia de Stonehenge.
Sir James Waterhouse, a la izquierda del altar de piedra Stonehenge, Trilito, 1867. Centro de Arte Británico de Yale
En la nueva investigación han participado científicos de la Universidad de Aberystwyth, en Gales, y de las Universidades de Curtin y Adelaida en Australia. Los investigadores aplicaron nuevos métodos de análisis de datación a los granos minerales y espectrometría de masas para crear una "huella dactilar geológica" y la evolución de pequeños fragmentos de la piedra del altar, un bloque de unos seis metros de largo.
"Este hallazgo es realmente extraordinario, ya que da un vuelco a lo que se había pensado durante el siglo pasado", señala el profesor de la Universidad de Aberystwyth, Richard Bevins, coautor del estudio en Nature. "Hemos conseguido revelar la edad y la huella química de la que quizá sea una de las piedras más célebres de un monumento de fama mundial".
Aunque es difícil determinar el momento en el que la piedra del altar llegó a Stonehenge, los autores creen que pudo ser colocada en su sistema central en forma de herradura durante la segunda fase de construcción del monumento, que se sitúa en torno a los años 2620-2480 a.C.
El nuevo hallazgo apunta, además, a la existencia de unos métodos de transporte y a una organización social inesperadamente avanzados para la época. Porque la revelación del origen escocés del altar implica que el enorme bloque fue trasladado a lo largo de, al menos, 750 kilómetros hasta su ubicación actual en el sur de Inglaterra.
(Amado Herrero)
No obstante, Bevins matiza que "aunque podemos afirmar con seguridad que vienen de esa región, todavía queda mucho por hacer para determinar con exactitud de qué parte del noreste de Escocia procede la piedra del altar”.
Un recorrido asombroso
Dados sus orígenes escoceses, los hallazgos plantean preguntas fascinantes, sobre cómo se transportó una piedra tan enorme a través de grandes distancias en torno al año 2600 a.C, teniendo en cuenta las limitaciones tecnológicas del Neolítico.
( Anthony Clarke)
Dadas las grandes barreras en la ruta terrestre desde el noreste de Escocia hasta la llanura de Salisbury, en el condado de Wiltshire, los autores apuntan que el transporte marítimo es la opción más probable. Y añaden que, de confirmarse, se trataría del viaje más largo del que se tiene constancia para cualquier piedra utilizada en una construcción de ese periodo.
Para Herrero, “la logística necesaria para el transporte de este bloque implica un importante nivel de coordinación social durante el Neolítico en la isla y abre múltiples interrogantes sobre los pobladores de Gran Bretaña en ese periodo de la Prehistoria, hace casi 5.000 años. Sin embargo, de manera más general, el hallazgo proporciona información importante sobre las interconexiones de las comunidades del Neolítico, sus niveles de conectividad y sus sistemas de transporte”.
"La distancia recorrida es asombrosa para la época", subraya Nick Pearce, investigador en Aberystwyth y otro de los coautores.
Aunque el propósito de este estudio no era resolver cómo llegó a Stonehenge, no hay duda de que la procedencia escocesa muestra un elevado nivel de organización. Estoy seguro de que esto va a hacer que Stonehenge se estudie en un nuevo contexto y que va a dar pie a nuevas ideas sobre su desarrollo y sus vínculos con el resto de la Gran Bretaña neolítica.
(Nick Pearce).
Nota
Herrero, A. 2024. Una piedra de seis toneladas del altar de Stonehenge 'viajó' 750 kilómetros desde el noroeste de Escocia. El Mundo. Agosto, 14.