Bienvenidos al 2025. Es un año que comienza con la consolidación de profundos cambios globales post pandemia, expresados a nivel político por el triunfo de Trump, y más al sur, por el ascenso de una reacción neoconservadora y anti Estado, que al cabo de 2 años logró construir un personaje carismático, y casi sin pedir permiso, tomó el bastón presidencial y gritó “viva la libertad carajo” en diciembre del 2023. Luego de un año de gobierno, el país del cono sur está atravesando una experiencia histórica tan delicada como impresionante. En esta nota, unas secuelas del ayer reciente y un futuro próximo que promete más panic show.
Entre cruzada cultural y experimento socio político, durante el interminable año que pasó, Milei logró marcar agenda y ejecutar sus ajuste del 4,2 puntos del PBI según los últimos de ARCA, frente a un Congreso abyecto, debilitado luego de aprobar la Ley Bases, que entre muchas reforma del Estado y organización de la administración pública, le concedió facultades extraordinarias al Poder Ejecutivo Nacional (PEN) con el DNU 70/23 como nunca antes había sucedido en democracia, aunque la dinámica política demostró que no necesitó más que presionar a los gobernadores y senadores para conseguir los escaños y encriptar el debate puertas adentro, mientras la oposición parece no encontrar sus brújulas y entonar con el clima de época.
A partir de ahí, el Gobierno se vio fortalecido, ya que logró confiabilidad en actores económicos que miraban con desgano los deslices autoritarios y desquiciados del presidente, que pretende exportar “el modelo de la motosierra y la desregulación a todo el mundo”. En la página oficial destacan que en su primer año de gestión Javier Milei impulsó una transformación profunda de la economía argentina (algo inocultable hasta para el más desprevenido turista).
Los resultados del plan de estabilización tuvieron como primer objetivo cumplir con su gran promesa de campaña, bajar la inflación y ordenar el plano fiscal, mediante una política monetaria de déficit y emisión cero. En su comunicado rescatan que estas medidas, “junto con la aprobación de la Ley Bases, el RIGI y la desregulación de la economía, buscan impulsar el crecimiento genuino del país, atraer inversiones y generar empleo de calidad, posicionando a Argentina como un líder en libertad económica en la región”.
Bueno, veamos las buenas noticias económicas del primer año del gobierno, sin dejar de lado un detalle inicial, tres días después de asumir, el 13 de diciembre, hubo una suba del tipo de cambio del 54%. El dólar oficial pasó en ese entonces de $366,45 a $800, provocando una enorme transferencia de ingresos a los sectores concentrados del poder económico y una consecuente aumento de precios en el último mes del 2023, que cerró con un rango estimado de entre 25 y 30 por ciento del Índice de Precios al Consumidor (IPC), primer referencia para medir la inflación en el país. Mientras que las ventas en comercios reflejaron un desplome del 13,7% para la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Esos primeros meses fueron los más angustiantes, reconocido por el gobierno. Pero las promesas de recuperación económica en la voz de un líder caracterizado por el valor brutal de su sinceridad, servían de argumento para desguazar al Estado con la motosierra libertaria y dar señales a los mercados. Para ello eliminó secretarías, organismos públicos y recortó las erogaciones de casi un 30%, en términos reales, hasta octubre del 2024 en muchas otras áreas delicadas en materia productiva, educativa, cultural, sanitaria y ambiental que sufrieron heridas de diversas magnitudes. A la vez se desató una campaña discursiva de desprestigio hacia lo público y sus trabajadores, que perdieron 16,1% de su sueldo en los primeros diez meses de la era Milei, según el propio INDEC.
La recesión económica recayó en el mercado interno, que rondó en una caída del 6% interanual, afectando principalmente al comercio y la construcción, sostiene Martín Kalos, director de EPyCA Consultores. El desempleo fue en aumento durante el primer año de La Libertad Avanza, conforme a los datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) se perdieron más de 261.000 puestos de trabajo formal, desde noviembre de 2023 hasta agosto de 2024. Además la pérdida en el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones también está asociada a la recesión, junto con la suba de tarifas por la quita de subsidios, que afectó a las pymes. A la vista de gran parte de la opinión pública y el periodismo, es el “costo del cambio”.
Durante el segundo semestre del 2024 el gobierno logró un superávit primario de las cuentas públicas por primera vez en 15 años, de un 1,5% del PBI. Esto también se debe a la política cambiaria que para la consultora Econview, “hay consenso sobre que el equilibrio fiscal fue fundamental, pero igual o más importante fue la política del 2% de devaluación mensual, lo que indica que el tipo de cambio oficial fue el ancla nominal que logró coordinar expectativas y darle credibilidad al programa anti-inflacionario, que viene funcionando muy bien”.
El gobierno encontró financiación con el blanqueo de capitales y el superávit comercial de 234 millones de dólares en noviembre de 2024, acumulando doce meses consecutivos de balances positivos en exportaciones de energía, mientras espera que las herramientas legales que permiten la privatización de empresas públicas con déficit se efectivicen en operaciones, hasta ahora sin grandes avances, al igual el Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones, (RIGI), que implica beneficios impositivos, aduaneros y cambiarios a las inversiones superiores a los 200 millones de dólares.
En lo que respecta a la inflación, quizá el tema más acuciante, junto con la seguridad, en los últimos años logró lo que anteriores gobiernos no, bajar la inflación de dos dígitos a uno. Cuando asumió el economista libertario, el IPC rondaba en el 25,5 por ciento mensual, a fines de octubre del 2024 registró un aumento de 2.7 por ciento. El incremento de las líneas de crédito, tanto en pesos como en dólares al sector privado y personas también es visto como un buen síntoma, aunque refleja un aumento del endeudamiento para sobrellevar la crisis de ingresos.
Estos números son, sin duda lo que le da respiro al Gobierno, pero sobre todo a la gente, tanto a la que acompaña el modelo político y económico actual, envalentonada por las inmunidades que otorgan las redes sociales para el florecimiento de los discursos clasistas, racistas y misóginos, y un humor social caldeado por las fragilidades emocionales que provoca el exceso apego a la tecnología, como para la enorme porción que no votaría jamás un proyecto que promete terminar con la idea de justicia social, pero que sin embargo se ve atravesado por la frustración ideológica en esta distópica y tan real escena psicosocial.
Todos, sumando incluso a los talibanes del centro, tanto por izquierda o por derecha, como a quienes desde los sectores popular, la política les refriega, los traiciona y confunde, pero que votaron cansados de la aburrida normalidad, se están viendo beneficiados por estos números coyunturales que expresan una leve mejoría en su economía diaria.
Al finalizar el primer año, la imagen del presidente se consolida, a pesar de las internas a puertas abiertas con la vicepresidenta, quien ha mostrado tener una una visión diferente sobre el rol del Estado en la sociedad, de familia militar y corte nacionalista conservador en lo político y liberal tradicional en lo económico, cuando Milei encarna un globalismo ultra liberal que aúna a nuevos subjetividades, relacionadas al mundo cripto y la digitalización del mundo del trabajo. Los secretos de pasillo ventilados en los medios anuncian fuertes intenciones electorales de Victoria Villarruel y un fuerte desprecio y destrato personal entre ambos, tal como concibe la construcción de poder, con autoritarismo y escrache social en redes.
El progresismo, y lo que podríamos llamar el variopinto campo nacional y popular que incluye a los actores tradicionales del sindicalismo, como a sectores más dinámicos que intentan interpretar las nuevas demandas sociales, intentaron dar respuestas en la movilización popular y explicar de diferentes maneras lo acontecido, sin lograr torcerle el brazo al nuevo gobierno. Sin embargo, los acuerdos programáticos para enfrentar las elecciones legislativas de octubre de este año, y nadie sabe aún, si llegarán para el 2027, cuando toque refrendar o rechazar la transformación iniciada.
La pobreza estructural que llegó a cifras históricas son indicios suficientes para sostener que la estabilidad macroeconómica, no es sinónimo de desarrollo. Alrededor de 25 millones de personas son pobres, de las cuales 8,5 millones son indigentes, lo que representa un 52,9 % de la población durante el primer semestre de 2024. Son cerca de 3 puntos porcentuales con respecto a los datos de igual período de 2023 según el INDEC, donde la pobreza llegó un 40,1 por ciento. Tampoco es que estábamos mejor, digamos que “menos peor” puede ser el adjetivo más benévolo.
En los comentarios políticos y periodísticos se encuentran muchos análisis y pocas respuestas ante semejante crisis de sentido común, en una batalla cultural que volvió a poner el debate de ideas en el centro, pero sin reacción aparente en cuanto la aceptación de la tragedia. Total, como dijo el jugador de la selección masculina de fútbol, Rodrigo De Paul, tras ganar el mundial en Qatar por penales: “nacimos para sufrir”. Muy tanguero lo nuestro.
El 2025 arrancó con otras expectativas, es cierto, el mal trago ya pasó, no hubo saqueos ni colapso social en los días previos a las fiestas de navidad y año nuevo. Los piquetes, cortes de rutas, movilizaciones se frenaron por el protocolo represivo de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, que no titubeo en pegarle a jubilados, incluso a jóvenes que reclamaron contra el ajuste en las universidades y el sistema científico nacional. Algo que para muchos parece el síntoma de un resquebrajamiento de la democracia y la libertad de protesta, es para otros miles, la muestra de que un éxito esperado.
El economista Francisco Mattig, consultor en Consultatio Financial Services, habló con Ámbito Financiero y dijo que “el principal logro de esta gestión fue haber roto el axioma de que un Gobierno de minoría no puede tomar las riendas de la economía. La convicción con la que llevaron adelante el ajuste fiscal fue tremenda y eso terminó allanando el camino para lograr ir moldeando las expectativas de los agentes”.
En las calles y plazas de la vida online, las legiones digitales atacan de forma inmediata cualquier opinión que no compre el paquete total de la ideología anarco libertaria, donde la pedagogía de la crueldad y la habilitación de formas de acción violentas virtuales y directas contra los “progresismos”, “las ideologías de género”, la “corrupción”, demuestran las transformaciones de la subjetividad política de los últimos años, donde las derechas están captando mucho mejor la insatisfacción democrática, y al menos de este lado del mundo, es entendible que así sea, por su conexión históricas con procesos dictatoriales y autocráticos.
Quizá la cara más amable de una Argentina, que supo albergar índices de vida relativamente altos en comparación con el resto de los países latinoamericanos, por la cobertura universal de su infraestructura pública en salud, educación, ciencia y tecnología, ya no sea goza de salud en nuestro ADN, contaminado por el virus letal de la discordia y el enfrentamiento, que encontró en el desasosiego de un viejo orden internacional en caída y el corrimiento de los extremos, el huésped perfecto para inocular al Estado de Derecho.
La especialidad de Javier es la de condensar bajo su figura cada una de las manifestaciones mencionadas, se trata de un nuevo liderazgo: enigmático, a pesar de sus debilidades egocentristas; popular, pese a su encapsulado mundo porteño céntrico. Eligió con quiénes enfrentarse, adentro y afuera, y se esforzó en bajar a tierra su complicado discurso económico, pidiendo ayuda en secreto a políticos con la experiencia suficiente para manejar la rosca del nido de ratas que llamó Congreso en el inicio de sesiones del año pasado.
Aprendió rápido y ahora su contienda pasará en mantener la inflación en un dígito, continuar aprovechando la polarización política que acentúan los algoritmos digitales, para captar descontentos muy variados y fortalecerse con la exacerbación del debate. Conseguir las inversiones que tanto prometió y colocar los negocios de sus aliados geopolíticos, entre otras agendas.
Pero entre muchas urgencias y viajes al exterior, lo más importante que debe enfrentar este año es su primera gran batalla electoral y esta vez no como outsider, sino como presidente: ganar las elecciones legislativas de octubre. Al parecer, la economía no se lo impedirá, pero otras fuerzas del cielo pujan para quitarle la cordura que lo mantiene firme, ¿podrá con todo?
Fuentes
Di Santi, Matías y Ballarino, Florencia. (9 de diciembre de 2024). A un año de Javier Milei: el chequeo a las 20 promesas como presidente de la Argentina. Chequeado.
Litvachky, Paula. Milei 1 año | marco regulatorio. CELS.
Marino, Juan Pablo. (10 de diciembre de 2024). El primer año económico de Javier Milei: luces, sombras y una agenda de múltiples desafíos hacia 2025. Ámbito Financiero.