La felicidad que compartió Andrómaca con Héctor fue efímera ya que después de la muerte de este y del saqueo de Troya es capturada como esclava por Neoptólemo y obligada a tener un hijo con él.

Más tarde es abandonada por su amo que se casa con Hermione, hija del rey Menelao, ante los celos y la ira de esta, que la acusa de su esterilidad, Andrómaca tiene que refugiarse en el santuario de Tetis para salvar su vida y la de su hijo. Pero hasta allí, es perseguida por Hermione y Menelao que quieren dar muerte a ella y a su hijo.

Andrómaca pide ayuda al anciano Peleo que intercede por ella y salva su vida. Hermione siente un gran temor pensando que su marido la castigará por haber intentado matar a su hijo, por lo que pide ayuda a Orestes que había sido anteriormente su pretendiente. Orestes acepta y juntos intentan un plan para dar muerte a Neoptólemo y consiguen que los hombres de Delfos lo lleven a cabo, al creer que Neoptólemo viene a destruir el templo de Apolo.

Finalmente aparece la diosa Etis que ordena que Andrómaca debe casarse con Heleno, un hijo de Príamo y vivir en Molosia junto a su hijo.

Esta obra pone de relieve las trágicas consecuencias que tuvo la guerra de Troya tanto para los vencedores como para los vencidos.

Peleo se lamenta de la muerte de su hijo Aquiles al que Paris ha dado muerte clavándole una flecha en su talón.

Andrómaca, que ha perdido a su marido Héctor en la guerra, debe vivir como esclava y tener relaciones con su amo, del que concibe un hijo, causando los celos de Hermione la hija de Menelao y Helena.

La guerra siempre trae el horror y la desgracia, se piensa que con las armas se pueden solucionar conflictos, pero al final todo lo que acarrean son muertes, dolor y destrucción.

Cuántas madres quedan desoladas por la pérdida de sus hijos, cuántas familias rotas, cuántos jóvenes con sus vidas destrozadas para siempre, cuántos pueblos enteros devastados y sin futuro.

Nadie puede acostumbrarse al sufrimiento, ni al misterio del mal, en lo que a nosotros concierne, debemos siempre ser sembradores de paz y de concordia aportando nuestro granito de arena, que donde exista la discordia nosotros pongamos paz, que donde no haya amor sepamos dar amor y consuelo.

En el mundo actual hay muchas injusticias: gente que vive en la abundancia y otros que no tienen lo necesario para subsistir. Existen muchos huérfanos y desvalidos de las tormentas de la vida.

La paz se debe forjar sobre la justicia, sino hay justicia no puede haber paz, debemos ser justos y generosos con nuestro prójimo, porque en realidad no somos poseedores de nuestros bienes, sino administradores de todos los bienes que hemos recibido para emplearlos en el bien común.

Aquella cuyo varón está combatiendo.

(Eurípides, Andrómaca)

Poema a Andrómaca

Te sentaste junto al mar a recordar. tu pasado glorioso junto a Héctor,
el triste saqueo de tu amada Troya,
y tu rostro de lágrimas se anegó.

¡Qué se apague tu llanto de alhelí verás cuantas luces refulgirán hermosas!

El destino te llevó a ser esclava.
pero tu corazón siempre fue libre.
El brillo de tus ojos,
y el hielo de tus labios,
jamás se doblegaron ante el amo,
aun llevando un hijo de él en tus entrañas.

¡Tu hijo fue para ti, la vida, un continuo canto de laudes y alegría!

Amor bello de madre,
bajo los astros, sobre la tierra,
entre los vientos, y el huracán.

Nadie pudo vencer tu orgullo
aunque los celos y la ira de tu rival
llenaron tu boca de ceniza y humo.
Arrastrándote
al más infinito de los abismos.

¡Cuánta fuerza sagrada brotó de tus entrañas!

Gritaste, imploraste, amenazaste.
Los dioses se pusieron de tu parte,
para acariciar tu alma en la zozobra,
y defender al hijo, amoroso aliento,
sentimiento puro, esencia de tu alma.

¡Y los dioses de ti se apiadaron!

Labios indulgentes se cruzaron en tu camino
para paliar tu infinita tristeza,
labios amorosos absorbieron tus lágrimas.
Tus mejillas rosadas por la dicha
volvieron a resurgir como amapolas.
Se dispusieron esponsales con un príncipe
una nueva patria te acogió.

¡La más hermosa primavera
comenzó a florecer en tu camino!