Llevo varios días de reuniones. Reuniones de trabajo, reuniones con amigos, reuniones en las fiestas de mi pueblo, reuniones pre-navideñas… Soy una persona que no tiene problemas en sociabilizar, aunque en esta época del año tengo charlas con muchas más personas que de forma habitual.

Y en todas esas charlas hay dos temas recurrentes: la secuencia de conflictos bélicos que están azotando al mundo y el calentamiento global con sus consecuencias más que evidentes.

Seguramente puede que en vuestro entorno haya muchos otros temas de interés, pero probablemente coincidan con uno o los dos que preocupan a mi entorno.

La Dana que azotó la región de Valencia y otras aledañas en España -hace muy poco- sigue siendo un tema de conversación y de preocupación por aquí, que se suma a otros sucesos meteorológicos mundiales que sumados a las guerras en Ucrania, Líbano, Gaza, Siria, Yemen… ¿el mundo está loco?

¡No!

El mundo es un ente creado por los seres humanos para denominar algo mucho más grande que nosotros pero que no solemos poder abarcar y lo metemos en esa bolsa grande que llamamos mundo.

El mundo, en realidad, somos nosotros y nuestro entorno y lo estamos destruyendo, nos estamos destruyendo.

El odio de muchos pueblos ha sido reprimido y controlado por creaciones humanas como la democracia y los derechos humanos, la solidaridad y el amor por el prójimo.

Los valores son una invención humana muy conveniente, nos han mantenido ordenados y razonablemente contenidos dado que son una entidad superior (insisto, creada por nosotros mismos) que limita el odio y da objetividad a muchas decisiones difíciles.

Cuidar el medio ambiente y, junto a él, a otros seres humanos que no tienen los mismos objetivos que nosotros era algo incuestionable en los valores y creencias compartidos por democracias y dictaduras.

Por más que el vecino fuera un enemigo, no se le atacaba porque no convenía a nadie matar gente, porque estaba mal y eso era una realidad clara, marcada por los valores humanos.

Pero si Israel masacra Gaza y una potencia mundial como Estados Unidos mira para otro lado o si los estados de Europa cada vez invierten menos en energías renovables y se plantean avanzar en energía nuclear… ¿Dónde están los valores en los que creíamos?

Matar no está del todo mal, si dices que te estás defendiendo y no queda otra posibilidad, etcétera, etcétera. La energía nuclear es energía limpia porque no emite CO2, y tal y cual. ¿Nuestros gobernantes creen que somos tontos? Por más que un gobierno como el de España se oponga a lo que está haciendo Israel en Gaza, ¿de qué sirve si no hay acciones contundentes como parar la venta de armas y la colaboración con los que venden armas a Israel?

¿Agenda 2023?

Las intensiones están muy bien, pero no son suficientes. Y a veces hasta huelen un poco a márquetin. O más que un poco. El oro es algo del pasado, ahora el poder es virtual y las manos que lo sustentan, que lo mantienen no las veremos nunca.

Los mandatarios son meras marionetas que nos observan con miedo, a veces, cuando algunos descubrimos el truco que esconden, o al menos que hay truco detrás de sus palabras. Macron, Putin, Trump, Sánchez, Scholz… Marionetas que venden el humo que oculta lo que nunca veremos, lo que hay detrás.
Las guerras y el cambio climático no son más que claros síntomas de la decadencia de una sociedad occidental marcada por el poder de unos pocos que no cuidan el bien común, más bien lo contrario.

Y habrá más guerras.
Y más eventos meteorológicos destructivos.
Los que creemos en la humanidad,
todavía,
deberíamos unirnos,
pero eso es casi
imposible.