Actualmente no existe ámbito cultural, político, académico, artístico que no esté sumergido dentro del espíritu feminista- ¿Por qué ha tenido tanto impacto en los últimos tiempos? ¿Qué ha hecho que la voz del feminismo suene tan alto y tan fuerte? A diferencia de las posturas recalcitrantes que asumen algunos (y algunas) dentro del dinamismo actual del siglo XXI reflexionar acerca del feminismo requiere un análisis profundo pero con un marcado espíritu conciliador.
¿Qué significa “ser feminista”? Antes de responder esta cuestión habría que preguntarse, ¿por qué el feminismo? No es necesario repetir y citar todas las motivaciones que han llevado a lo largo de la historia a una invisibilidad y subestimación del rol de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad y sus constituyentes (arte, ciencia, filosofía, literatura, política, etc.).
Sobre esto se ha escrito y se escribe tanto. Son años que el feminismo como movimiento ha alzado la voz para defender y exigir los derechos de las ciudadanas, de las mujeres. Entonces, ¿qué ha cambiado en la actualidad? Responder esto quizás nos lleve a responder la primera pregunta que abre este párrafo. No es un secreto para nadie que nuestro tiempo actual (denominado por especialistas como “periodo posmoderno”) atraviesa por una crisis desde hace años que afecta todos los aspectos humanos, naturales, climáticos, históricos, científicos, tecnológico, artísticos, culturales, etc. Digamos pues, una crisis global no solo a nivel regional, geográfico, o, planetario, sino también, a nivel humano en toda su dimensión incluyendo nuestros conceptos, nuestros símbolos, y con ello, nuestros valores. Y aquí entra “lo femenino” y su influencia.
La mujer, lo femenino, la madre, conlleva una simbología. Es un símbolo infinito, eterno, imborrable, pero no permanente en su significado. Es un símbolo que evoluciona y se transforma a medida que la sociedad cambia, pero que no desaparece. “Lo femenino” era entendido bajo la figura de la mujer de siglos anteriores como aquello que refiere a la procreación, cuidado, amor incondicional, fidelidad, dulzura, maternidad, sumisión, etc. Pero, hoy día el significado actual se rebela a la figura materna tradicional.
Desde un punto de vista psicoanalista y filosófico, se puede explorar un ámbito actual: la anorexia y la bulimia. La anorexia (dejando de lado los juicios médicos) expresa el rechazo hacia la figura de la mujer-madre tradicional. Esa mujer del siglo XX entregada al hogar, al cuidado de los hijos y del esposo, con una fisonomía muy distinta a la de la mujer del siglo actual (extrema delgadez que desdibujan los rasgos curvilíneos que caracterizaban a la mujer del siglo XX). Paradójicamente, y aunque se denuncia la gravedad que tiene la anorexia para la salud de la mujer se continua a impulsar la imagen del ideal femenino como aquel que desdibuja diametralmente la figura de la mujer-madre tradicional cambiando el ideal de belleza.
La mujer, en busca de defender “lo femenino” se distancia de “lo materno” y su significante, sin advertir que al hacerlo deja de lado el elemento más poderoso para tomar la posición que merece. De lo que se trata es de anteponer “lo femenino” como elemento clave para la conciliación de la crisis en la era actual.
La importancia que ha adquirido “lo femenino” en la actual crisis posmoderna, no es casualidad y, tampoco es una lucha entre tantas otras. El posicionamiento de mujeres en cargos de poder no ha sido casual, fortuito, o, una clemencia por parte de quienes toman decisiones inherentes a los cambios sociales. Ha sido más bien una adecuada “lectura” del potencial que tiene “lo femenino” y, que ha tenido, a lo largo de la historia de la humanidad.
¿Cómo podemos “leer” correctamente este potencial de “lo femenino”? La dimensión humana con todos sus cambios sociales, culturales, etc, mantiene la imaginación y la creación de sus significantes y símbolos a través de los valores que le definen en cada periodo histórico. Y, lo religioso, es ejemplo claro de esto. La religión es conducida por hombres, pero, en cada una de sus estructuras mantiene dentro la figura de lo femenino. En múltiples formas. Con infinidad de nombres. Pero esta presente. Y sobre esto el feminismo debe dar una mirada mas profunda. Cada cultura, cada sociedad, responde a ejes de creencias y de valores. Cada una de estas creencias contiene en su eje la figura de “la madre” y con ella viene inexorablemente vinculada la figura de “lo femenino”.
Entonces, la humanidad en su imaginación y en su dimensión menos material sucumbe siempre a la madre. Es ella quien al final recurre al auxilio de los hijos, de los esposos, de los hombres. La madre (y con ella “lo femenino”) como elemento conciliador entre las esferas idealistas y materiales. Dos esferas encontradas que resumen (bajo una perspectiva profunda y muy reflexiva) las profundas divergencias que atraviesa nuestro mundo actual.
Y aquí cabe aclarar al querido lector que no se trata de un regreso a la figura de la mujer-madre de siglos anteriores, sino, más bien, de una evolución de “lo femenino” a través de la potencialidad del significado de lo materno. No se debe considerar la significación de lo materno contrario a la visión de empoderamiento de la mujer. Lo materno no está distanciado del empoderamiento femenino. Todo lo contrario. De lo que se trata es de dar transformación valorativa e imaginativa a la significación de lo materno con la finalidad de empoderar “naturalmente” a lo femenino.
Si tomamos, por ejemplo, el cambio climático y “miramos” mas detenidamente encontramos que el concepto central es la naturaleza. La “madre” naturaleza. Ésa que nos da alimento, nos cobija y nos da todo cuanto necesitamos, pero, a la que debemos obedecer y respetar ya que muestra su poder en cada evento natural (desde un hermoso amanecer, hasta un terrible maremoto). Entonces, ser “feminista” pasa por vincular bajo una mirada actual “lo materno” con “lo femenino” a través de una oscilación entre poder e independencia. No son contrarios, sino, complementarios.
Iniciar una revalorización de la mujer en los tiempos actuales pasa por dar una revalorización a lo materno y a lo femenino como elementos claves para la conciliación en escenarios actuales (guerras, conflictos sociales, etc.). Hacerlo, trae como consecuencia el empoderamiento de las mujeres en la esfera totalizadora global abriendo una nueva era. Pero se requiere de la reflexión profunda para la completa comprensión de este potencial. Es la ausencia de esta mirada la que ha conducido a la invisibilidad de lo femenino en los siglos anteriores.