Muchas veces, como profesionales del marketing, creadores de contenidos o simples mortales que deseamos cumplir nuestros estándares de reacciones en redes sociales, nos frustra ver cómo un contenido, una foto o un video no tiene las reacciones que consideramos que merecemos, no solo por el esfuerzo y tiempo invertidos, sino por nuestro buen gusto.
Y es eso lo primero que debemos detectar y detener al trabajar en este mundo: nuestra frustración. Me dirán que en todo es importante detener la frustración y sí, pero lo menciono particularmente en este caso como algo de primera línea, porque las redes sociales es comparación absoluta.
Yo subo contenido, mi amigo lo hace, la competencia lo hace, el desconocido lo hace y al final del día, si solo estás pensando en tus estándares y si lo lograste o no, agregarle la comparación a esa ecuación, solo te dejará frío, inmóvil y sin ganas de seguir trabajando en ello. Y con toda la razón, porque resulta ser un trabajo muy creativo, pero muy repetitivo y de mucha competencia.
El otro factor mencionado es que nos basamos en nuestro esfuerzo para esperar la recompensa y aquí debo ser el más antipático de todos, pero la meritocracia no siempre existe y tu empeño no siempre va de la mano con la recompensa (y digo no siempre para no ser tan absolutista).
De esta manera, podemos crear un excelente contenido, basado en las mejores estadísticas y respaldado con investigaciones de búsqueda, interés y público objetivo, el diseño y la edición pueden ser superiores a la excelencia y los captions, impecables e impactantes, y aun con todo esto puede ser un fracaso a nivel de números.
¿Motivo? Desconocido hasta el momento. Lo hiciste mal, obviamente, porque los números lo demuestran, no podemos negarlo; pero puede ser que una competencia subió un contenido al mismo tiempo, puede ser que alguien realizó ADS e impulsó por encima del tuyo, puede ser que uno de los números de la investigación previa esté mal o simplemente no era el día, ni el momento, ni era la hora.
Son millones los factores posibles, sin olvidar que en las redes no todo es el hermoso y siempre costoso like o corazón. En las métricas también entra el concepto de compartidas, views y demás elementos a tener en cuenta para apreciar al macro el resultado real del contenido que estás creando.
Y por último está un componente más personal: nuestro sentido del gusto, ese motivo que nos indica que algo nos gustó y por eso montaremos el contenido. Y siendo antipático nuevamente, no tiene nada que ver tu buen gusto (o no) con lo que se viraliza, pega o al menos alcanza tus estándares. Y siendo realistas, el hecho de que te guste a ti, no quiere decir que le gustará a los demás.
Este elemento es tan personal como la frustración, pero siento que este pega en el ego y caemos en el círculo vicioso de la comparación y posterior frustración.
Debemos tener en cuenta que las redes sociales, y con ello el internet, es un mar salado, al cual cada día todos le agregamos un gramo de sal nuevo. La intención de hacerlo bien y perfecto debe existir, pero aun más importante es tener la templanza para seguir adelante a pesar del camino de piedra. Si el contenido fue malo, lo importante es entender el error, atacarlo, corregirlo y volver a sentarse a hacer las cosas con la intención de que salgan excelente. Porque esto no es una carrera de velocidad, es resistencia pura y dura donde todos estamos viendo hacia la meta al final.