La Ilíada, de Homero, es una epopeya griega compuesta de 24 cantos o rapsodias que narra acontecimientos durante el último año de la Guerra de Troya, una confrontación militar que se prolongó por unos diez años. El título deriva de Ilión, que es el nombre de Troya en idioma griego.

Tanto La Ilíada como La Odisea se atribuyen a Homero, considerado por Platón como “el mejor y más divino de los poetas”, quien se estima habría podido vivir en el siglo VIII a. de C. en Jonia, actual Turquía. Sin embargo, tanto la autoría de ambas obras como la misma existencia de Homero continúan en discusión. La tradición sostenía que el poeta o aedo Homero era ciego.

Aqueos versus troyanos

La Ilíada trata del asedio de Troya por las tropas de los aqueos, quienes habían llegado desde Grecia en sus naves con el propósito de rescatar a Helena, esposa del rey de Esparta, Menelao, la cual había sido llevada a Troya por Paris, un príncipe troyano.

Tal parece que el príncipe Paris había sido enviado a Esparta en una misión diplomática. Durante su visita se enamoró de Helena, esposa del rey Menelao, y entonces ambos huyen hacia Troya, despertando el enojo del rey espartano. No está claro si Helena dio su consentimiento o si fue raptada. Los griegos se sintieron profundamente heridos en su identidad por la afrenta realizada contra uno de sus reyes y entonces deciden constituir una alianza militar al mando de Agamenón, rey de Micenas, para ir a la guerra contra Troya.

Según la tradición, los aqueos viajaron en más de mil naves o embarcaciones hasta llegar a las costas de Troya e iniciar el asedio de la amurallada ciudad. El rescate de Helena fue el casus belli del conflicto, aunque posiblemente hubo otros factores explicativos de la contienda.

Los aqueos tenían la hegemonía de una alianza de combatientes de varios reinos y ciudades-estado griegas en lucha para rescatar a Helena y sus posesiones. Dicha confrontación militar entre aqueos y la ciudad-fortaleza de Ilión, ubicada en el Asia Menor, representó una versión temprana de los futuros enfrentamientos entre la civilización griega y las potencias asiáticas de la época.

En la Guerra de Troya se enfrentaron los ciudadanos de Troya y la gran alianza de los reinos aqueos de la Grecia antigua y sus aliados, los dánaos y los argivos. La misma se desarrolló entre los siglos XIII a. de C. y XII a. de C. Parte de la contienda es narrada en La Ilíada, de Homero, aunque se discute cuánto de la obra pertenece a la realidad histórica y cuánto pertenece a la leyenda.

No solo Helena… también Briseida

La obra constituye una síntesis de poesía y de narrativa y se refiere a la cólera de Aquiles como personaje central y el más grande guerrero griego, quien se enfrenta con Agamenón, jefe del ejército aqueo, que le había robado a su esclava Briseida. Aquiles entonces se muestra resentido y encolerizado con su jefe militar por lo que opta por mantenerse al margen del conflicto con los troyanos. Desde el primer canto, Aquiles se rebela contra el soberano de los aqueos, que es Agamenón: “A mí no me das órdenes porque ya no pienso obedecerte más”. Es la respuesta de Aquiles ante un jefe que le ha robado su esclava Briseida, de hermosas mejillas.

De manera que en el bando aqueo existe un soberano o monarca llamado Agamenón al mando de las tropas de asalto y un guerrero, que es Aquiles, en estado de insubordinación, aunque por causas comprensibles. Valga aclarar que en aquellos tiempos y lugares la monarquía era el sistema de gobierno más común y la esclavitud era una practica social algo generalizada.

Nótese que tanto en la causa de la guerra como en las luchas intestinas en el bando aqueo se revela la importancia primordial de dos mujeres: Helena y Briseida, la primera, esposa del rey Menelao, y la segunda, una esclava amante de Aquiles.

¿Existió Troya?

Tanto La Ilíada como La Odisea constituyen piedras angulares y obras maestras, tanto de la literatura griega como de la civilización occidental.

La Guerra de Troya se escenificó en plena Edad del Bronce, lo cual se nota en la tecnología militar utilizada por los combatientes: lanzas rematadas en bronce, espadas, flechas, escudos y yelmos. Las armas, en su mayor parte, eran de bronce y ya se había desarrollado el carro de guerra y las naves o embarcaciones para el transporte de los guerreros. Heródoto, el Padre de la Historia, fechó el conflicto hacia el año 1250 a. de C.

Según excavaciones realizadas por arqueólogos modernos, como Schliemann, hubo nueve Troyas superpuestas a lo largo de unos 4.500 años, y la Troya VI o VII eran las mejor posicionadas para convertirse en la ciudad de La Ilíada.

Dicen los estudios que se trató de un poderoso enclave situado en la costa noroccidental de la península de Anatolia, noroeste de Asia Menor. Fue una de las mayores fortalezas de la Edad de Bronce, definida en el poema como de sólidos muros y anchas calles.

La Guerra de Troya se desarrolló en el contexto de la civilización micénica griega, en la que predominaban la religión politeísta y los pueblos guerreros gobernados por monarquías ubicadas en ciudades amuralladas que competían por poder, riquezas, territorios y control de las rutas comerciales y de navegación. Formaban alianzas militares y se enfrentaban en cruentas guerras.

Troya estaba ubicada estratégicamente en el punto de paso entre el Mar Egeo y el Mar Negro, y en la intersección entre Asia y la civilización micénica griega, de la que nacería Europa y la civilización occidental. De manera que controlaba las rutas comerciales y de navegación más estratégicas de la zona.

La Guerra de Troya fue ganada por la alianza de los aqueos gracias a la estrategia del llamado “caballo de Troya”, lo cual les permitió saltarse las grandes murallas de la ciudad, ingresar al interior de la misma y luego proceder a la toma y al saqueo de la ciudad. Pero ese capítulo de la guerra ya no aparece en las páginas de La Ilíada.

Entre los actores de la guerra llama la atención la presencia de bravos combatientes en ambos bandos, así como jefes militares, centinelas y los espías de enemigos, dedicados a “informarse de algún rumor que circule entre ellos sobre las maniobras que traman” (página 305).

Sin embargo, la guerra era considerada un asunto de hombres: como dijo el gran jefe Héctor: “No me pongas a prueba como a un niño de pecho o a una mujer que no sabe de asuntos de guerra, que bien sé yo de batallas y de masacres entre hombres…” (página 238).

Las descripciones de los combates revelan enfrentamientos muy violentos, que daban lugar a verdaderas carnicerías, con víctimas de ambos bandos, las cuales quedaban tendidas en la llanura ubicada entre las murallas de Troya y las embarcaciones de los aqueos. En ese punto, la poesía y la narrativa de Homero se caracterizaron por la descripción realista y cruda de una guerra en la que hubo muchos heridos y muertos en el campo de batalla.

Los dioses toman partido

La Ilíada es un poema de 24 cantos que narran la guerra entre los aqueos y los troyanos. Es una obra literaria maestra de la cultura griega, pero incluye mucho contenido histórico, así como datos sobre la cosmovisión de Homero y del pueblo griego.

Curiosamente, en dicho conflicto militar participan activamente los dioses del Olimpo, comenzando por el mismo Zeus, o dios principal, o padre de los dioses, y siguiendo por su hija Atenea, la de ojos de lechuza, entre otros.

El politeísmo del Olimpo y los dioses definidos como los seres inmortales toman partido en la guerra. Unos se alinean a favor de los troyanos y otros a favor de los aqueos. La guerra entonces era entendida como un enfrentamiento en el que participaban tanto hombres como dioses, ambos actores destacados. Los seres humanos son mortales, mientras que los dioses —se consideraba— eran inmortales.

Ares, Artemisa, Afrodita y Apolo apoyan a los troyanos. Hera, Poseidón, Hermes y Atenea ayudan a los aqueos o griegos. La lucha entre los seres humanos se reproduce en el Olimpo, de manera que existe una mezcla entre la historia humana y la historia de los dioses del Olimpo. Y en el Olimpo coexisten tanto dioses como diosas. Es la sede de los inmortales, que a veces realizan asambleas encabezadas por Zeus.

Zeus es “el más poderoso de todos los dioses” (página 249) y participa de lleno en las batallas entre ambas partes. La epopeya se desarrolla a veces, incluso, en el mismo Olimpo: “Entonces Zeus, de ancha voz, tomó asiento en su trono de oro y bajo sus pies se estremeció el Olimpo”.

Zeus, el dios principal, puede alimentar tanto la guerra como la paz. “De nuevo brotará la funesta contienda y el feroz combate, o tal vez Zeus, dispensador de batalla entre los mortales, extenderá la amistad entre ambos ejércitos” (página 153). Aquí se le brinda al dios principal un rol de mediador entre las partes en conflicto.

Atenea, que según el poema había nacido de la cabeza de Zeus y es su favorita en el Olimpo, participa activamente en la guerra: “Cuando la diosa Atenea, de ojos de lechuza, de un salto descendió de las cumbres del Olimpo hasta la sagrada Ilión” (página 230).

Atenea apoya a los aqueos, de arrogante cabellera. Es la diosa de la sabiduría y la gran protectora de los aqueos durante la guerra. Los guerreros oran a Palas Atenea y le ruegan ayuda y protección. Atenea era la diosa del aspecto táctico militar de la guerra y dio el nombre a la futura capital de Grecia: Atenas. Es la diosa de la que aún hoy día se conserva una estatua situada al frente del Partenón.

En resumen, los dioses griegos no son simples creadores de los seres humanos o espectadores de los acontecimientos humanos, sino que participan como actores, combatientes, protectores, inspiradores y a veces como mediadores en los acontecimientos militares.

La inspiración

La guerra tenía como objetivo evitar la derrota o logar la victoria: “Así cargaban troyanos y aqueos unos contra otros, dándose muerte sin que ninguno de los dos bandos pensara en la funesta derrota” (página 324).

La Ilíada es un libro cerca de la lucha por el poder con medios violentos entre dos pueblos que se enfrentaron durante la Edad de Bronce: los aqueos y los troyanos, a fin de incrementar su poder, que les daría acceso a más bienes, territorios y control de rutas de navegación y comercio.

Según la versión de algunos griegos de la época, Helena de Troya era considerada divina entre las mujeres, hija de Zeus y ahora raptada con sus posesiones en Troya, siendo obligada a fungir como la amante del príncipe troyano Paris. Dichas versiones son hoy discutibles.

Para la cosmovisión griega del momento, Helena de Troya y Palas Atenea eran las dos grandes figuras femeninas, que servían de inspiración, de motivación y de estímulo para una lucha más amplia que necesitaba entusiasmar a los combatientes.

Los dioses desde luego aparecían como actores de la historia humana, aunque posiblemente cumplían un rol de inspiración, protección espiritual y legitimación de la cruenta lucha. El padre Zeus y los dioses del Olimpo brindaban legitimidad a la lucha por el poder con medios militares durante la Guerra de Troya.

En el Canto 22 se relata la batalla entre el troyano Héctor y el griego Aquiles cerca de los muros de la ciudad. La victoria es para Aquiles y la muerte para Héctor.

En el Canto 24 se narra el funeral con honores para Héctor en la ciudad de Troya. En el último renglón se escribe lo siguiente: “Así se celebraban los funerales de Héctor, domador de caballos” (página 705), y concluye La Ilíada.

Bibliografía

Homero. Ilíada. Madrid, España: Alianza Editorial, 2024.