Recordando a Roland Topor en Dar de comer al hambriento (1967)1

Una señora visita al dietista.

La sala de consultas es pequeña, alargada, estrecha; iluminada apenas por un ventanuco al fondo y una luz blanca cayendo del techo. Hay una mesa arrinconada y dos sillas frías. El dietista flaco, escondido en su bata blanca recién planchada y cara de aburrido está recostado tras la mesa de espaldas al ventanuco. Para de mirar su teléfono móvil y vocea:

—¡El siguiente! ¡que entre el siguiente! -sale de un altavoz con voz metálica.

Entra una mujer de mediana altura y abundante envergadura, aseada, vestida con blusa blanca cerrada y pantalón largo oscuro con lunares claros; entra caminando con dificultad, se balancea apoyada en un bastón de madera. Se dirige hacia la mesa, se sienta frente al dietista ahogada. Respira hondo tres veces. Saca un pañuelo del bolso, se calma el sudor que le chorrea por la frente y la cara.

—Buenos días, señora.
—Buenos días tenga Ud. señor.
—Señora, su médico la envía a esta consulta de nutrición porque tiene Ud. unos kilos de más.

La mujer habla con dificultad, le falta aire, sofocada.

—Sí, cada semana unos kilitos de más, eso dice la báscula.
—¿Se considera Ud. una persona obesa?
—¿Obse-xa? No, no practico mucho sexo, prefiero comer bombones.
—¿Qué come Ud., señora?

—Poca cosa, la verdad es que como poca cosa. En casa solo cocino macarrones, alubias, garbanzos con tocino, pies de cerdo, callos de cordero... Hago las lentejas con chorizo riojano. Para postres plum cake, me atraen mucho los cakes. Durante las comidas pongo música: valses y boleros.

—Cuando está fuera de casa ¿qué come usted?

Ella responde saboreando las palabras, arrastrando cada una de las sílabas igual que arrastra los restos en la tapa de un yogur.

—En los restaurantes aprovecho las patatas bravas -que vienen asadas y con salsa picante-, el cocido, las chuletas de cerdo con salsa frita de de tomate, cebolla y ajo picado... pero como poco, la verdad es que como poco cosa -suspira y toma aire-. ¿Sabe usted? Cuando entro en el restaurante y me siento ante una mesa ellos me traen la carta; entre tanta sabrosura no se qué pedir. Luego me ponen el plato, lo miro, está bien; al poco rato vuelvo a mirarlo y ya está vacío . ¡Siempre me quedo con hambre! La verdad de verdad es que no sé qué como -inicia un llanto-. A veces compro helados, de tres bolas, pero no todos los días.

—Parece que Ud. también tiene algún problema de presión alta, según dice su médico, ¿echa sal a la comida?
—¡Cuando está sosa! solamente le echo sal cuando la comida está sosa —afirma satisfecha.
—También tiene Ud. el colesterol alto ¿consume Ud. grasas?
—No, nunca fuera de las comidas, solo uso mantequilla o grasa de cerdo para cocinar.
—Le convendría cocinar con aceite de oliva. ¿Tiene Ud. hambre a menudo?
—No, solamente tengo hambre antes de comer -afirma convencida.
— ¿Consume Ud. ensaladas?
—Sí, para acompañar los platos de carne, la aderezo con aceite de oliva, sal, vinagre y pimienta molida.
—¿Come usted verduras?
—Sí, como carne de cerdo, de cordero, de vaca, porque ya llevan las verduras incorporadas.
—¿Qué le gusta comer?

—Me gusta la carne, me gustan los macarrones y los bocadillos de tocineta con Ketchup; lo que más me gusta son los espaguetis con salsa ragú y las milanesas de lomo de cerdo rebozado. Y también las patatas fritas con mahonesa y las chuches mientras veo TV -responde degustando las palabras.

—¿Consume Ud., carbohidratos?
—¿Caaarbo qué? -muy sorprendida.
—Quiero decir harinas, pasteles, dulces...
—Sí, pocos, pero solamente de postre y entre comidas. Por la calle solo tomo caramelos o chocolate, en invierno con churros o con nata.
—Por último, señora, usted tendrá que mejorar su dieta un poco, consumir más ensaladas, verduras y frutas, y menos harinas y menos salsas. Le entrego esta dieta impresa en papel reciclado y vuelva a esta consulta dentro de 3 meses.
—Lo que Ud. diga, señor dietista.
—Le convendría hacer algo de deporte.
—Me encanta el futbol y el patinaje artístico, los veo en la TV.
─Haciendo algo de ejercicio se sentirá mucho mejor, en un gimnasio o vaya Ud. a nadar.
—Gracias, nos veremos aquí dentro de 3 meses.

Nota

1 Roland Topor, 7.01.1938 - 16.04.1997, Dar de comer al hambriento, 1967.