A Paco, en el tercer aniversario sin ella.

Tártaro

Yo que querría poder contarte.
que ahí afuera está la vida y solo hay gente
que quisiera comprenderte,
y abrazarte y alegrarte y ayudarte siempre.
Yo, que estudié al ser humano, te digo que no,
que ya nada espero.
Yo, que intenté comprender sus motivos,
que no, que ya nada espero.1

-¿Cómo está?-, preguntó Ulises. -No está bien, es cuestión de semanas-, respondió Prometeo y continuó - ¿y tu padre? - Pues tampoco soy optimista, quizás no queramos ver la realidad y nos auto engañemos, pero no esta nada bien. Debemos tener un plan para abandonar el tártaro. Llevo días y días viniendo durante el confinamiento a lo más profundo del Hades y ¿sabes cómo me lo pagan? Medusa denuncia al alto tribunal que me voy al inicio de la tarde… -Bueno, ya sabemos como son los que nos rodean y a Medusa ya la conocemos… sentenció Prometeo. Antes, por aquí pasaba un río.

Ulises le cortó -Por eso necesito un plan, cada vez soporto menos saber que la mayoría de los que nos rodean asuman que la vida plena pueda llevarse a cabo en el tártaro, no se dan cuenta que no, no saben que no tienen vida, sólo piensan en la acumulación, en tener más y más cosas, amasar, aparecer como protagonistas de una existencia falsa-.

Prometeo sarcásticamente -Nunca lo entenderían, ni lo vislumbran, para empezar, no creo que ninguno lea, incluso que ninguno sepa leer, la función sí la conocen, es necesaria para generar cientos de comunicaciones diarias y hacer ocupación, pero sin más–. Y continuó Ulises -y pensar que unos somos mayordomos de los demás, que todo se circunscribe a su ombligo, a tener, a aparentar… con el traje de hipócrita puesto todos los días… - Prometeo interrumpió -Saben contar, pero no pesar, en realidad es una minusvalía. Me voy, tengo synántisi-.

En una torre de cristal en el corazón del tártaro, Ulises y Prometeo pasaban sus días llenos de interminables synántisi, infinitas epikoinonías sin contenido y la constante búsqueda de metas que no eran suyas. Cada mañana, mientras los demás entraban a la torre, sumergidos en sus artilugios y absortos en su propio mundo, Ulises y Prometeo se veía en el Kapēleion entre el zumbido de las máquinas de café y el murmullo de conversaciones triviales, hablaban de todo, discutían sobre la medianía, la vulgaridad, el egoísmo omnipresente, la escasez de valores y la prioridad desmedida hacia lo contable. Lo que se cuenta y no se pesa, como decía Prometeo. Y hacían chistes sabiendo que, cuando lo importante no se tiene, se pierde la pista del eje de la existencia, se pierde pie y lo demás no cuenta.

-Mira a esos insulsos-, dijo Ulises una mañana, observando al resto a través del vidrio. -Persiguen sueños que no son suyos, atrapados en una carrera sin sentido. Les falta fuego en el alma-, respondió Prometeo con un suspiro, -un fuego que los impulse a buscar algo más allá de ellos mismos. Pero, ¿qué podemos esperar cuando se cercena lo que no encaja?-

Ulises asintió, comprendiendo a su amigo. Ambos habían vivido demasiado, habían visto lo mejor y lo peor de la humanidad. Ulises había recorrido mares, enfrentado monstruos y sobrevivido a las tentaciones de Circe y Calipso. Prometeo, en cambio, había desafiado a los dioses para traer el fuego a los hombres para, al final, ser encadenado por su osadía.

Al final de un día agotador, Ulises se acercó a Prometeo con una determinación nueva en su mirada. -He decidido que es hora de partir, tengo un plan-, anunció -voy a dejar este lugar y emprender mi viaje de regreso a Ítaca.

Hoy ya sé que no, que ya no importa
y que a la vida hay que buscarle otra razón
y busco en los colores del atardecer.
y no la encuentro.
Duerme, que ahí afuera.
Solo hay monstruos, solo hay gente.
que te compra y que te vende
que te odia y que te miente
que roba, que te mata
que te viola y que no siente nada.1

Prometeo

Como buen guerrero
puedo dar la talla, puedo darlo todo.
pues doy todo por perdido.
En cada batalla, nunca me he rendido
porque si la pierdo, ¿para qué quiero estar vivo?
Como buen guerrero, solo tengo miedo
a que sus ojos dejen de mirar, a ver si puedo
llegar al Olimpo y robar el fuego.1

Lo que se cuenta y no se pesa. ¡Que poco pesa el fuego y cuánto vale! ¿crees que lo valoraran? No, sin duda, ¡jamás! ¿Por eso vas a aceptar seguir en la roca donde el águila come tu hígado? Sí, por supuesto, es lo pactado, pero estoy satisfecho, mucho, además, cada noche me regenero. Eso es bueno, máxime cuando sé que un aparecerá Heracles y todo será distinto.

Ya, bueno, yo prefiero seguir mi plan. ¿Sabes Prometeo? Si los falsos dioses te conocieran un poco más te respetarían y te temerían, no como a mí, no me temen porque creen que soy su mayordomo, por eso todo es vano. Ignoran que el destino de Ulises es regresar a Ítaca y así será, algún día.

Prosiguió Prometeo -Mira, Ulises, esa es la cuestión, no se dan cuenta de lo que significamos porque no son en realidad dioses y esto no es el Olimpo, sigue siendo el tártaro, eso lo explica todo. Si alguien se cree algo, se cree más… el que está encantado de conocerse es un ignorante, pero sobre todo, un miserable. ¿Ves? Todas las mañanas lo vemos, miles de rostros feos, con el verdadero sentido de la fealdad. Esa fealdad moral que todo lo pudre, esa ausencia de tono, de forma, de modo, esa carencia de integridad porque es la máxima expresión de nihilismo, porque no puede tener integridad lo que no es. Por eso te piden, Ulises, tener, coleccionar-.

Puede que ni me siente bien
ni me sirva de consuelo
saber que nunca va a volver
y que solo ha sido un sueño.
Del desfiladero
no os voy a dejar pasar,
a este matadero
no hemos venido a mirar.2.

-¿Cuánto tiempo hace ya que ella no está? -, Preguntó Ulises. Casi tres años, ¿sabes que decía ella cuando hablábamos de estos temas? ¡Que normales somos! Y tenía razón, al final es una suerte tener la mierda tan cerca y no tenerse que limpiar. Y espetó Ulises - ¡Vete Prometeo!-. No, le respondió -llegará el momento, pero ahora debo esperarles en el desfiladero para hacerles frente como buen guerrero. Si estamos aquí no es para ocupar espacio, nosotros al menos, sí el resto. Mientras se saludan animadamente, mientras hablan de sus vidas que no interesan a nadie, mientras se compran y se venden a cambio de una migaja de “normalidad” van oxidando e “hipocritizando”, ellos saben que son poco, pero en realidad son menos aún, mucho menos. ¿Recuerdas cuando por aquí pasaba un río?-

Dime una cosa Prometeo, ¿es verdad que robaste el fuego? En realidad, no lo creo. ¿Tú que opinas Ulises? Todos lo dicen y por eso debo seguir aquí día tras día, si eso sucede y todos los afirman será verdad, ya se sabe lo que es una verdad establecida aunque sea falsa.

Ulises quedo pensando - ummm… no me lo creo, no sé porque, pero no lo creo. Mira Ulises, fue una noche de esas en las que no llega a hacerse la oscuridad del todo, la encontré, con su luz era fácil identificarla, debía aprovechar el momento para hacer claridad porque quizás nunca más la volvería a ver y así fue. Hoy en día no se si fue lo correcto, tomarla a ella, eso esta claro, pero dudo del resto y hoy en día ni me sienta bien ni me sirve de consuelo, además, ella no va a volver y el resto quizás fue un sueño. Si de verdad hubiese robado el fuego, ella aún estaría viva. Pero debo estar atento cuando se dé la batalla para seguir sintiéndome vivo. Y allí los esperare, como digo, en el desfiladero, y entonces sí les robare el fuego, pero el de verdad. El que robé sólo era un rescoldo del infierno buscando calor. Pero el castigo es el mismo, porque la victoria será definitiva-.

-¿Ves lo que te digo? - dijo Ulises, te infravaloran y no te temen-. Hacen bien, Ulises, es lo correcto, nuestros mundos son diferentes, llamémosle valores. Subamos a esa realidad que nos venden pertrechados con nuestra superioridad moral. Lo que pesa y no se cuenta.

Yo no robé del Olimpo este fuego, mi amor.
Fue del infierno este invierno buscando calor.
(…)
Puede que ni me siente bien
ni me sirva de consuelo
saber que nunca va a volver
y que solo ha sido un sueño.
Del desfiladero
no os voy a dejar pasar.
Como buen guerrero
aquí me pienso plantar.2

Ulises.

Perdí la dignidad y el sentido del honor.
y no lo siento.
Dirán que deserté y que no tuve valor,
quizá sea cierto.
¿Cómo podría explicar?, sin ver salir el Sol, qué denso sale.
Oh, qué destrozares, qué destrozares, qué destrozares.3.

Hay que regresar a Ítaca. La vida de Ulises está repleta de casos que muestran la maldad de los hombres, siendo arrastrado a desafíos morales y éticos. Por eso, debe enfrentarse a Cicones, Lestrigones y a los falsos dioses que aspiran a poseer el mejor caballo alado para esconder su no-deidad. Y enfrentar también a Escila y Caribdis, criaturas que representan la inevitabilidad de la maldad y el peligro en el mundo.

Algún día, Ulises regresará a Ítaca como culminación de su épico viaje. Un inquebrantable deseo de volver a su hogar y reunirse con sus afectos, resaltando la lealtad y el sentido de pertenencia, valores que contrastan con la corrupción y la crueldad de lo conocido junto a Prometeo en el Tártaro.

-Parece mentira-, dijo Prometeo, -los dioses no son quienes dicen ser. ¿Por qué Eris, Némesis, Apate, Keres, Hypnos y Thanatos quieren aparentar ser Zeus, Atenea, Apolo, Artemisa, Hermes y Hefesto? Está claro que si están en el tártaro no pueden ser ellos-. Ulises repuso, -pero el resto lo cree, eso es lo que importa aquí dentro, nosotros lo sabemos y debemos disimular nuestra conciencia, por eso he diseñado un plan para marchar-.

Mira Prometeo, te voy a contar porque estoy aquí. En mi odisea, decidido a abastecerme de provisiones y reparar mis naves, desembarqué, recibido por seres que, aunque amistosos, parecían distantes y ensimismados en sus propios asuntos. Luego descubrí que estaban bajo el gobierno de "dioses" locales que se hacían llamar deidades supremas, aunque siempre sospeché que eran simples mortales que habían usurpado el poder divino.

Decidido a ganarme el favor de los habitantes y asegurar los recursos que necesitaba para mi tripulación, ideé un plan. Los falsos dioses mostraban un gran amor por sus caballos alados, caballos de una raza específica que se decía que eran los más rápidos y hermosos del mundo conocido.

Con la ayuda de otros simpatizantes, logré obtener información sobre los mejores criaderos de caballos de la región “hadeica”. Descubrí que los "dioses" no sólo amaban los caballos por si mismos, sino también por el lujo y la exquisitez que connotaban. Los que preferían debían tener pelajes relucientes, cinchas de oro finamente labradas y tarras incrustadas con esmeraldas y otras gemas. Eran verdaderamente dignos de ser presentados como regalos a los "dioses" vanidosos.

Pero eso es lo único que les importa, la sensación de normalidad, la apariencia de que no estamos aquí, en el inframundo más recóndito del Hades, pero lo estamos… y se está descomponiendo, aunque el resto, los feos, lo intuyen por ignorancia y maldad… Ya sabes, por aquí pasaba un río. -No es maldad-, intervino Prometeo, -ahora no pueden recuperar el tiempo perdido de su juventud donde no leyeron lo que debían, donde no pensaron en lo imperativo, no escucharon la música ni vieron el arte puro de lo categórico. Ahora es tarde, son vidas sin sentido-.

-Aunque ya tengo las provisiones que necesitaba-, siguió Ulises, -me hubiera quedado, pero no puede ser desde que descubrí la realidad: los “dioses” no son dioses y estos no son los Campos Elisios, y apenas lo sabemos tu y yo, Prometeo. Por eso todo es tan vulgar aunque lo hayamos descubierto cuando los falsos dioses han dejado entrever que ocuparon el lugar de ellos-.

-Impecable, así es, aunque pueda parecer ininteligible, es algo claro como la luz. Es evidente que no es cristalino como el agua, pero es traslucido como una infusión de romero-, afirmó Prometeo y continuó, -es la primera vez que he tenido la certeza de que los verdaderos dioses mueren, igual que murió ella, igual que murió tu padre e igual que murió Atenea, dejando desconsolidado a Zeus-. Ulises le cortó, - ¿sabes dónde está enterrada Atenea? Me gustaría ir al cementerio-.

Juro que renegué de todo lo anterior
y no lo siento.
Dirán que no estoy bien, que es pura depresión,
quizá sea cierto.
Qué denso sale el Sol, qué denso sale el Sol, qué denso sale.
Qué destrozares, oh, qué destrozares, oh, qué destrozares.3.

Ítaca

Juro decir la verdad
y solamente la verdad.
Lo he pasado bien, lo he pasado mal,
me he sentido bien y me he sentido mal
pero volvería a hacerlo igual,
a arriesgarlo todo igual.
Y volvería a ganar y volvería a perder
y volvería a volar y volvería a caer.4 .

“Marcharás el mismo día que ella partió a los Campos Elíseos”, así dijo el oráculo y así debía de ser. -Ya tengo la razón por la que debo marchar inexcusablemente-, manifestó Ulises, -en la vida somos imprescindibles, en el tártaro, no, somos prescindibles y, por tanto, despreciables. Además, he dejado todo hecho y recogido, puedo comenzar mi odisea hacía Ítaca. Se que me costará llegar más que salir, sé que debo empeñarme en lograrlo, incluso aunque no se me reconozca, incluso sé que ni el perro me reconocerá. He de pedirte un favor, Prometeo, recoge mis textos y mis vinos, son tuyos. Y si en algún momento me ves vagando por los océanos sin rumbo, pudiendo caer en las tentaciones interiores, te ruego que des orden para que me aten al palo mayor para no caer, no volver a caer. No pienso atender a ninguna voz, sólo a la de mis afectos-.

Prometeo se puso humorísticamente sarcástico-, no te pongas pedante a estas alturas, lo tienes medido todo y controlado, llevas mucho tiempo preparando tu partida, todo ha sido pensado y empeñado, tanto que hasta el resto de titanes no sospechan tus planes reales para llegar a tu destino. ¿Sabes que es lo que más me gusta de todo? Que aparentemente todo seguirá igual, de la misma manera, pero es el comienzo de la trasmutación. Creerán que estarás en el Lete por eso no habrá sospechas y yo estaré a salvo, ¿sabes que he descubierto?, ¿sabes por qué estaré a salvo? Porque ellos en realidad no están aquí, están en el Estigio, tanto se han podrido sus almas que ya hasta el tártaro se les ha quedado pequeño-. Intervino Ulises, -debes irte Prometeo-. No, dijo este, -ya te dije que esperare en el desfiladero-.

Y este mundo está podrido.
Entero, desequilibrado.
Por aquí no hemos pasado aún.
Cuánta mierda en este lado,
en este lado del río,
por aquí no hemos pasado aún.4.

Me ha llamado Caronte, explicó Ulises, -me ha llamado Caronte, dice que no entiende nada, no entiende como me puedo querer ir si considera que fuera no hay nada, de hecho, no está dispuesto a trasladarme-. Es mejor así, le contrapuso Prometeo, -él sólo lleva a las almas sin vida y tu justamente lo que quieres es comenzar la realmente real, así que es normal, es lo habitual, no esperes otra cosa. Lo realmente gracioso es que trasmute su función de barquero a la de capataz, será un signo más de descomposición. Es curioso, aunque parezca paradójico y absurdo, estoy seguro de que Caronte va a dejar de estar en breve, va a morir, y digo paradójico porque cuando esto suceda seguirá estando en el mismo sitio, en el mismo lugar, en el mismo espacio del tártaro-.

Ahora lo sabemos, nosotros ya podemos distinguir ambos lugares. El Tártaro es una región profunda y oscura del inframundo, situada por debajo del Hades. Uno de los lugares más temidos y sombríos de la existencia, lugar de castigo para los enemigos de los dioses. Es el contrapunto a los Campos Elíseos, lugar de recompensa y paz eterna para los virtuosos. Por eso ella está allí. ¿Sabes Ulises? Si desde tu partida no nos vemos, nos veremos seguro años ha en los Campos Elisios. Ulises rio, - ¡Que va! Tu si me encontraras, en océanos, en bares y hasta en túneles-.

Ulises había llevado a cabo el ultimo trabajo que le habían encomendado, había logrado dejar construidas las jaulas de cristal para el recogimiento, notación y, sobre todo, exhibición pública de los tántalos. Estaba satisfecho, ahora todo estaba etiquetado de forma visible a todos los que quieran verlo, o sepan, no como antes. - ¡Muy bien Ulises! Puedes estar orgulloso-, sentenció Prometeo, -ahora todo es tangible, visible y obsceno, como les gusta a todos, ya no queda nada ininteligible-.

Quiero decirte que quemé
todas las naves cada vez
solo para que de verdad,
plantar cara o escapar
me fuera siempre inelegible.
Quiero decirte que empeñe
todo mi tiempo en describir
un paraíso en un papel
donde podamos vivir
y nada sea ininteligible.4

La última vez que Ulises cruzó el umbral de la torre, el resto de seres apenas notó su partida, atrapados como estaban en sus propios espejismos. Ulises iba a salir al aire libre, sintiendo el sol acariciar su rostro y el viento juguetear con su cabello. Respiró hondo, consciente de que estaba dando el primer paso hacia el todo.

Prometeo observó desde la ventana, su corazón cargado de una mezcla de esperanza y alegría, sabiendo que su amigo llevaría consigo la chispa de lo más grande. Tal vez, algún día, esa chispa encendería una llama que liberaría a los realmente vivientes de la vulgaridad y la mentira que los encerraba.

El tártaro, ajeno a todo lo que se desenvolvía en su corazón de cristal, continuó su danza mecánica, sin saber que dos titanes habían trasegado para devolverle su alma perdida. Prometeo le busco para su despedida.

-Es hora de partir-, anunció Ulises con voz firme, -se nos lleva el aire. Voy a dejar este laberinto y emprender mi viaje. No pienso mirar atrás, ni siquiera a los lados-. Eres libre de zarpar, viejo amigo, dijo Prometeo con una firmeza que resonaba como el eco de un trueno lejano. -Yo permaneceré aquí hasta que mi misión sea cumplida y el águila haya sido asesinada, pero ya sabes, no hay problema, ya conoces mis armas y mi determinación. mientras tanto iré detrás de todas las tormentas por si la encuentro-.

Ulises puso una mano en el hombro de Prometeo, sus ojos irradiando el desgaste de mil odiseas y la alegría del devenir. -Siempre has sido el más valiente, Prometeo. Ya me irás contando, sabes que te buscaré. No hace falta que te cuides, ya sabes…- Prometeo cambió de tema, - ¿Sabes que te vas el mismo día que ella partió? No te has dado ni cuenta-. ¡Por Tutatis!, dijo Ulises, -no caí en la cuenta, seguro que es buen presagio, quizá sean los cuidados de su voluntad. Una de las cosas que me duelen es no haberla conocido en vida. Aunque, nunca es tarde para las almas. En fin, parece mentira que todo esté aquí ahora tan muerto, antes por aquí pasaban vidas, ya no hay nada, voy para dejar atrás este espíritu inerte. Adiós…- Y al alejarse giro su cabeza: Por aquí pasaba un río.

Nada me detiene ni me toca,
no hay suelo debajo de mis botas
y voy, dejándome caer,
dejándome llevar,
dejándome la piel,
que ya no hay vuelta atrás.
Llegué a lo más profundo
y no encuentro explicación,
no somos de este mundo
nosotros dos. ¡Vámonos!
Ni tú, ni yo,
aquí ya no nos queda nada, vámonos
Ni tú, ni yo
del mundo no nos interesa nada, nada.4

Notas

1 Guerrero. Robe, Nana Cruel. Robe, del álbum "Lo que aletea en nuestras cabezas", 2015.
2 Guerrero. Robe, del álbum “Lo que aletea en nuestras cabezas”, 2015.
3 Destrozares. Robe, del álbum “Destrozares. Canciones para el final de los tiempos”, 2016.
4 Ininteligible. Robe, del álbum “Se nos lleva el aire”, 2023.