Si hubiera existido el VAR en 1986, la historia del fútbol no registraría “la mano de Dios”, nombre que se le dio al gol que Diego Maradona convirtió al portero británico Peter Shilton, validado por el arbitraje como un tanto marcado de cabeza; sin embargo, la posterior revisión de imágenes y filmaciones demostró que el jugador argentino empujó el balón con el puño.

El Video de Asistencia al Arbitraje o Video Assistant Referee, conocido como VAR por su sigla en inglés, fue incorporado oficialmente por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) en la Copa Mundial 2018, celebrada en Rusia, luego de dos años de pruebas, con la pretensión de que el apoyo de 13 cámaras manejadas por cuatro asistentes pondría fin a errores del árbitro y los dos guarda líneas que pueden incidir en el resultado de un partido.

Si el 22 de junio de 1986, en la Copa del Mundo disputada en México, el Estadio Azteca hubiera contado con VAR, Maradona se habría ganado una tarjeta amarilla del árbitro tunecino Ali Bennaceur, y tal vez habría sido otro el resultado de este encuentro de los cuartos de final en que Inglaterra terminó derrotada dos a uno. Argentina finalmente se coronó campeona de ese mundial derrotando a Alemania Federal 3-2 el 29 de junio.

Los seguidores del balompié recordamos ese encuentro con particular deleite por el segundo tanto argentino, marcado por el propio Maradona en un largo carrerón desde media cancha en que burló a cuatro defensas y al portero, consagrado como el mejor gol convertido en un Mundial. Un aplauso aparejado con un cierto matiz político, como revancha argentina por la derrota en la Guerra de las Malvinas de 1982.

Guste o no, el fútbol es un espectáculo masivo de pasiones desatadas, en que la adhesión a la camiseta de un club o a la divisa de la selección nacional suele desbordar los parámetros deportivos y dar pie a actos de violencia, manifestaciones nacionalistas, xenófobas o racistas, aunque la FIFA se empeñe en disciplinar su práctica y en imponer el fair play.

Un espectáculo de danza de millones tanto en los exorbitantes pagos de transferencias de jugadores de élite como en la venta de los derechos de televisación y de los patrocinios. La asignación de la sede para una Copa del Mundo pasó a ser una virtual subasta, con sospechas de sobornos y coimas, como ocurrió con el último torneo disputado en Qatar en 2022.

A veces de la mano y otras a la sombra de las regulaciones y actuaciones oficiales de la FIFA y las federaciones regionales, se ha gestado una economía paralela e incluso prácticas ilegales con sistemas de apuestas, tanto en manos de agencias reconocidas como también clandestinas.

Y todo este vasto planeta fútbol tiene como principio y final el encuentro de 22 jugadores en un rectángulo de césped que en 90 minutos darán alegrías o tristezas a las hinchadas como primera cuestión, porque luego están las otras consecuencias que inciden en el fútbol como negocio para empresas, agentes de jugadores y apostadores de diverso calibre.

Por eso el resultado de los partidos es fundamental más allá de los puntos en disputa y para el resultado es esencial el arbitraje. Y el VAR, se supone, es garantía de un buen arbitraje.

Sin embargo, esta incorporación de la tecnología audiovisual como apoyo del arbitraje está lejos de terminar con las polémicas que suelen acompañar los desenlaces de encuentros de alta convocatoria. Más aún, tampoco ha logrado despejar sospechas y también denuncias sobre intervenciones extra deportivas en los partidos.

Como siempre, en las reacciones de los hinchas ante los cobros o sanciones inducidas por el VAR hay un grado de protagonismo de los comentaristas y los relatores futboleros, sobre todo en enfrentamientos de selecciones nacionales, donde el tono de los relatos y de las opiniones de quienes acompañan las imágenes televisivas contribuyen a exaltar pasiones y culpar por una derrota ya no solo al árbitro y sus guarda líneas, sino también al VAR y sus operadores.

El árbitro sigue siendo el mandamás de última instancia en la cancha de fútbol. Cuando tiene dudas o se le advierte de alguna situación irregular, puede consultar las imágenes del VAR y con base en ellas tomar una decisión. Y siempre habrá un margen de subjetividad al evaluar por ejemplo la gravedad de un faul y discernir si constituyó agresión desleal o roce propio del juego, para optar por una simple amonestación, una tarjeta amarilla o la cartulina roja.

En el último Mundial de Qatar el representativo uruguayo necesitaba cerrar su participación en la fase de grupos con una victoria de al menos tres goles de diferencia con Ghana para clasificar a la fase siguiente. En el partido disputado el 2 de diciembre de 2022 los charrúas triunfaron dos por cero y en el transcurso del match hubo dos infracciones de los ghaneses que reclamaron como faltas penales. El referí alemán Daniel Siebert se abstuvo de cobrar la falta máxima en ambas oportunidades. Al finalizar el encuentro, camino a los vestuarios, el delantero uruguayo Edinson Cavani descargó su rabia derribando de un manotazo el monitor del VAR.

“Yo no soy partidario del VAR desde hace un tiempo atrás. Hay que dejar que los árbitros tengan ese margen, que sean seres humanos y se puedan equivocar. Pueden acertar, como toda la vida lo hicieron… Yo prefiero que le erren y se equivoquen dentro de la cancha en una jugada rápida a que desde una computadora y sentados en una silla tomen una decisión cuando no están en el lugar”, declaró Cavani en mayo de este año, al finalizar un cotejo de su actual equipo, Boca Juniors contra Talleres, en que le anularon gol por fuera de juego con consulta al VAR.

“Prefiero el fútbol sin VAR”, subrayó el jugador que anteriormente vistió las camisetas del Palermo y Napoli en Italia, del Paris Saint Germain en Francia, del Manchester United en Inglaterra y del Sevilla en España. La tecnología no es una herramienta que garantice la efectividad de los cobros en el balompié, sostuvo Cavani en una opinión que es compartida por muchos otros jugadores.

El fuera de juego o posición adelantada está entre los fallos más discutidos de esta tecnología cuando la pantalla muestra una acción invalidada a un delantero sobre la base de una fina línea imaginaria, en que la punta de su botín está apenas dos o tres centímetros por delante del botín de su marcador. Es un grado de sofisticación exagerada que a menudo termina anulando el arte y la habilidad como esencia del buen fútbol.

El artilugio tecnológico comparte ahora los improperios que antiguamente eran patrimonio exclusivo del árbitro y en lo esencial no despeja sospechas sobre arreglos para favorecer a un país en detrimento de otros en los torneos de selecciones. En una anterior Copa América hubo quienes acuñaron el término VARsil, porque consideraron que los arbitrajes favorecían a Brasil.

En la Copa América 2024, disputada en los Estados Unidos, la eliminación de Chile en la fase de grupos tuvo como corolario un generalizado rechazo a los arbitrajes en los encuentros contra Argentina y Canadá, acompañado de reparos al apoyo que los referís recibieron del VAR.

No faltaron cuestionamientos a la legitimidad del gol con que Argentina derrotó a Chile en el minuto 88 del partido, validado por el árbitro uruguayo Andrés Matonte, tras consulta a la asistencia tecnológica. Más de algún comentarista no chileno sostuvo que existía una clara predisposición de favorecer a Argentina, actual campeón mundial.

Las furias chilenas contra el árbitro colombiano Wilmar Roldán y el VAR arreciaron luego del empate en blanco con Canadá el 29 de junio, que significó la eliminación de Chile y la clasificación del seleccionado norteamericano. El colegiado no sancionó un golpe en el rostro del canadiense Moïse Bombito al chileno Rodrigo Echeverría a los cuatro minutos de juego, en una acción que merecía tarjeta roja. Luego, a los 26 minutos expulsó al zaguero chileno Gabriel Suazo con una segunda tarjeta amarilla que los comentaristas consideraron desproporcionada.

Tal vez las arremetidas contra los arbitrajes y el VAR fueron una suerte de pretexto para no admitir el mal desempeño de la selección chilena, sobre todo de su delantera, que en tres partidos no marcó ningún gol, aunque solo recibió un gol en contra. En todo caso, la hinchada chilena optó por una singular venganza contra Roldán y en 24 horas saturó su cuenta en Instagram con la publicación de 95 mil mensajes con recetas de cocina.