A esta altura del partido, todos hemos visto al menos un minuto de periodismo sobre lo que está mal en el Mundial de Qatar 2022. La muerte de obreros, las leyes que afectan los derechos humanos, las presiones de la FIFA a las federaciones que buscaban manifestarse, los inconvenientes que ha tenido la prensa, etc. A la par, nos hemos enterado de resultados esperados, como la victoria de Brasil, o inesperados, como la derrota de Argentina. Los programas de análisis deportivo han ganado importancia y las notas de color sobre los fanáticos, así como los videos en redes sociales, se volvieron los temas de conversación en las oficinas y en los chats. Más o menos, así vamos estas semanas.
Mientras veo alguno de los partidos programados yo no dejo de hacerme una pregunta anacrónica: ¿y si este hubiese sido el último mundial de Falcao? Claro, me gana el corazón, el patriotismo y la rabia. Quien en su momento fuese el tercero, luego de Messi y Cristiano, solo pudo jugar el Mundial de Rusia 2018 y anotar un gol. Para Brasil 2014 estaba lesionado de gravedad y para Sudáfrica 2010 la Selección Colombia no había dado el giro necesario para clasificar.
Para Qatar 2022, los problemas internos —que incluyeron dos goleadas inesperadas y una relación tensa con Carlos Queiroz y los fanáticos—, además de la mala conducción técnica de Reinaldo Rueda, impidieron la clasificación. Me decanto por haber visto a Falcao en Qatar, sin importar la arena de impopularidad que tiene la competición; para el próximo Mundial, 'el Tigre' tendrá 40 años.
Caso contrario con James Rodríguez, que tendrá 35 para Canadá, Estados Unidos y México 2026. Parte de los problemas internos tuvieron su fuente en James, que no admitía cuestionamientos y suplencias pese a que su nivel deportivo ya no era el de aquella estrella que marcó el mejor gol del Brasil 2014 y fue goleador del torneo. Luego de fichar con el Real Madrid, su carrera tuvo más tumbos que logros. Hoy intenta reorganizarse en Grecia, en el Olympiacos; un gran lugar si pensamos que su paso por la liga qatarí fue flojo, flojísimo. Perderse Qatar 2022 puede ser el llamado de atención necesario para un futbolista que prefirió ser estrella fuera de la cancha.
Estos dos casos resumen mi postura: los que merecían, por cariño, estar en este Mundial y los que no. Los bien portados y los descarriados. Un Cuadrado, que siempre trata de ofrecer lo mejor y es difícil imaginarlo con un uniforme distinto al de la Juve, luego de ocho temporadas, debió conocer Doha. David Ospina, portero que desde esta temporada juega en Arabia Saudita y no jugó los partidos que derivaron en la salida de Queiroz —dizque se negó porque sabía de las negras intenciones de varios compañeros—, ya está por la región, no le hacía falta tapar en otro Mundial. Camilo Vargas, bicampeón con Atlas en México —equipo que vuelve a ganar un título después de 70 años—, sí merecía estar de nuevo bajo los tres palos con Colombia.
Esto es lo que ocurre cuando una selección que tenía todo para jugar el Mundial se queda. ¿Qué estarán pensando en Chile o en Italia? Yo sé que muchos extrañan a Luis Diaz; Jordan Henderson, seleccionado inglés lo hace. Lucho es un jugador que todavía tiene para dar más de lo que ha mostrado en el Liverpool. Ojalá esté en Canadá… para ver qué tanto crece. En todo caso, la próxima cita será de 48 países y de Sudamérica van 6 de 10, sin contar los repechajes: no clasificar es un fracaso enorme.