En el artículo del mes anterior conocimos al rey de Macedonia, su historia, sus primeros pasos y su objetivo de conseguir el Imperio Persa para anexarlo a Macedonia. También conocimos lo que sucedía del otro lado, en el Imperio más poderoso hasta entonces, donde lideraba Darío III, cuya familia ya estaba en manos de Alejandro.
El fin de Darío llegó después de la última batalla de Gaugamela, donde tuvo que huir frente al batacazo que lograron presentar los macedonios. Alejandro ya había logrado quebrantar el entorno de Darío, ya no le quedaban hombres de confianza y hasta sus guerreros le perdieron respeto por abandonarlos nuevamente en el campo de batalla. Alejandro estaba obsesionado con matar a Darío ya que lograrlo representaba ser quien daba fin al gran Imperio Persa y, por lo tanto, quedaba como la persona a cargo de todo lo que hasta entonces pertenecía a los persas. La batalla terminó con Darío huyendo derrotado, ya buscando escapar más por solo salvar su vida que por salvar a su imperio, y Alejandro persiguiéndolo sin cansancio para alcanzarlo. Pero sucedió que Bessos, uno de los hombres más cercanos a Darío, harto de escapar y viendo que los macedonios aparecerían en cualquier momento para matarlos a todos, decidió ser él mismo quien matase a Darío. Al encontrarse con esta situación, Alejandro decidió matar a Bessos y velar a Darío con todos los honores que le correspondía por haber sido el rey de reyes. De esta forma se mostraba como el sucesor, además de ganarse el respeto de los persas.
A esta altura Alejandro ya estaba en el palacio de Babilonia, punto central del ahora eximperio persa. Había logrado lo que nadie creía posible y se mostraba muy cómodo con su nuevo imperio, viviendo y vistiendo como un persa más, por lo que los macedonios no estaban del todo felices. Los griegos esperaban una masacre al pueblo persa como venganza de lo que ellos habían hecho a su gente, por otro lado, creyeron que la entrada a Babilonia representaba el fin de la campaña de conquista, pero lejos de por fin volver a casa, este era solo un nuevo inicio a la siguiente etapa que inició Alejandro Magno.
Lo que continuó fueron otras múltiples guerras para conquistar otros territorios y así extender su imperio todavía más. Entre los territorios que ganó estaban la actual Turquía, Siria, Irán, Irak, Afganistán y Asia Central, llegando hasta las regiones de la actual Uzbekistán, Tayikistán y Kazajstán. También logró conquistar una parte significativa del noroeste del subcontinente indio. En realidad, Alejandro buscaba conquistar toda la India, pero llegó la batalla de Hifasis que marcó el extremo más oriental de su imperio, donde sucedió que su ejército llegó a un límite de cansancio, desmotivación y hartazgo tal que logró lo que ya a esta altura parecía imposible: que Alejandro diera fin a la campaña. Tomó la decisión de no continuar y regresó a Babilonia en el año 323 a.C. finalizando, sin saberlo, su gran campaña y sin haber perdido ni una sola batalla desde que salió de Macedonia hasta que se retiró de la India.
De todas formas, Alejandro Magno logró impactar en la India introduciendo elementos de su cultura griega y marcando lo que fue el inicio del intercambio cultural y comercial entre oriente y occidente.
Finalmente, estando en Babilonia y después de una fiesta muy grande con un abundante banquete, Alejandro cayó enfermo con fiebre durante tres días y finalmente murió con solo 33 años en el 323 a.C., quedando inconcluso su anhelo de helenizar todo el mundo y dejando al gran imperio sin un sucesor.
Si hablamos un poco más sobre la vida privada del joven conquistador, ya supimos que la esposa de Darío, Estatira, había aceptado tener una relación con Alejandro que terminó con la muerte de ella cuando daba a luz al primogénito del macedonio (quien también falleció en ese momento). Se cree, por un lado, que fue algo totalmente político de parte de Alejandro, pero también que esta relación fue con el consentimiento de ella. Por un lado, Estatira no perdonó a Darío por abandonar a su familia y escapar para salvarse él, y por otro lado ella sintió que para poder mantenerse a salvo a ella y sus hijos, lo mejor que podía hacer era relacionarse con Alejandro. Ahora bien, Estatira tuvo una relación con Alejandro, y fue la primera que tuvo un hijo de él, sin embargo, no fue su primera ni única pareja.
En esa época, al menos para los griegos macedonios de la alta sociedad, estaba normalizada tanto la poligamia como la homosexualidad. No tenían estos términos, pero para ellos eran situaciones comunes que podían suceder y nadie se frenaba a observar o juzgar, por ejemplo, Filipo el papá de Alejandro, tuvo varias esposas simultáneamente. En el caso de Alejandro, muchos historiadores consideran que el gran amor de su vida fue Hefestión, quien lo acompañó desde chiquitos hasta el final, siendo uno de sus mejores amigos y uno de sus hombres de compañía que lo seguía a todos lados. Lo acompañó en cada batalla y lo apoyaba en cada decisión que tomaba. En la cultura macedonia existía la considerada cultura bisexual marcial, lo que significa que había una relación de camaradería que aceptaba las relaciones entre hombres, generalmente de la élite militar y aristocrática.
Lejos de querer eliminar al pueblo persa, Alejandro buscó acoplar los tan distintos pueblos que conformaban su nuevo imperio, mezclando sus culturas, pero sin eliminar costumbres de cada uno, sino que mimetizándose unos con otros. Fue por esto que mandó a sus hombres a casarse con mujeres nobles de las tierras conquistadas, y él mismo se relacionó también con ellas. En el 327 a.C se casó con Roxana, una princesa bactriana que era hija de un noble, aparentemente este lazo habría sido un acto político para mantener la calma y unión de una región.
Otra de sus mujeres, fue Barsine y era hija de un noble persa del círculo de Darío. Barsine habría dado a luz a un hijo de Alejandro quien se mantuvo alejado de la escena durante toda su vida.
Sucedió que cuando murió Alejandro, había traído al mundo solo a dos herederos. El ilegítimo con Barsine, y el que tuvo con su esposa Roxana, pero ambos eran muy chicos por lo que el poder recayó en una disputa entre familiares y hombres del entorno de Alejandro, quienes se fueron dividiendo los territorios entre ellos, dando fin a todo lo que Macedonia había conseguido.
A pesar del abrupto final del imperio macedonio, los 13 años de Alejandro Magno como guerrero y conquistador, dejaron una marca muy importante no solo en la historia de la humanidad. También logró el propósito de expandir la cultura griega y la mezcla cultural entre distintas etnias y religiones.
Siendo tan jóven y en muy poco tiempo logró lo imposible, dejando muchas huellas en la historia. Tal vez fue ese justamente su propósito, y fue firme con su convicción de que lo lograría. Sin embargo, muchas veces dudo si continuar con su objetivo.
Se dice que Alejandro llevaba con él un amuleto que le dio uno de sus hombres de confianza. Este hombre se lo obsequió diciéndole que un maestro suyo se lo entregó por si algún día necesitaba hallar una respuesta, solo tendría que abrirlo para encontrarla.
Cuando llegó el momento en que Alejandro necesitó abrir el amuleto, se encontró con la inscripción «todo pasa», y decidió seguir adelante.