Vivimos ente dos mundos y nos movemos cada vez más cómodos en el segundo, aunque nuestra naturaleza es del primero.
¿Oportunidad o peligro inminente?
Los que venimos viviendo desde el siglo pasado nacimos con un mundo casi completamente analógico. Lo digital estaba ahí, pero no era tan apabullante como lo es hoy. Los coches y los trabajos, las llamadas telefónicas y la televisión eran completamente analógicas cuando yo nací, allá a finales de los años setenta del siglo pasado. Solo encender y apagar la luz era de las pocas cosas que podían representarse como unos y ceros. Los ordenadores no eran comunes en las casas, tal vez alguna consola de videojuegos, pero había que ir a una tienda especializada y se veían como cosas un poco futuristas y nada interesantes para trabajos de mayores o asuntos serios, por más que la NASA u otras agencias militares ya usaran los unos y ceros a diario.
Hoy en día es todo lo contrario, no nos podemos imaginar la televisión, la música, el cine ni la literatura sin lo digital. Las plataformas digitales lo copan todo y en nuestro trabajo, si no funciona el ordenador no podemos hacer prácticamente nada. Somos dependientes de lo digital. Las comunicaciones ya no son por ondas analógicas, incluso las grabaciones de los discos de vinilo (tan vintage…) hoy en día, han pasado antes por un proceso digital que se vuelve a traducir a analógico, para que esa grabación devenga anticuada, y que a algunos hace sentir como si estuvieran en el siglo pasado.
Puro engaño, la calidad de esas grabaciones no es mejor que las digitales, porque se ha seguido el proceso inverso, para transformarlas en la versión del siglo pasado, una vez trabajadas en digital. Incluso los grupos que graban todo en directo, raro es lo que pasa por cinta y de ahí directo al formato del disco final… Entremedias todos los equipos tienen un procesamiento digital. No hay sintetizadores completamente analógicos e incluso los amplificadores de válvulas tienen componentes digitales para mejorar la composición armónica. Los motores de los coches tienen, todos, una centralita digital y hasta los frigoríficos y las lavadoras ahora ‘piensan’ como un mono o a un nivel parecido.
¿Es solo el comienzo de algo más?
Qué pasaría si los componentes electrónicos dejaran de estar disponibles al precio que están hoy. Difícil imaginárselo. No nos damos cuenta hasta qué punto lo digital forma parte de la medicina, la gastronomía, los electrodomésticos, lo civil y lo militar. Las centrales eléctricas y la energía en general tienen sistemas seguros y redundantes, controlados con componentes electrónicos digitales y cada vez más conectados entre sí. Y todo son unos y ceros, el sistema más sencillo de numeración y al mismo tiempo el más usado. Unos y ceros, todo o nada, trillones de secuencias de unos y ceros transferidas a velocidades inimaginables hace unas pocas décadas atrás y que ocurren en sistemas minúsculos, del tamaño de un cabello humano. Los sistemas analógicos son incapaces de eso. Las variaciones no discretas entre dos valores no pueden controlarse como los unos y los ceros, discretos y precisos. No hay ambigüedades en lo digital, no hay opciones más que las dos que nos presenta el sistema y esa es la razón por la que ha triunfado.
El paso de uno a cero y el de cero a uno es lo que definen las decisiones, los cambios. Quedarse en uno o quedarse en cero no significan nada, no es información. En el mundo analógico los pasos y quedarse en un punto es información, tan ambigua y relativa que distorsiona el significado. Los humanos somos analógicos por naturaleza. El amor es analógico. El amor y el odio no son unos y ceros. Los asesinos y los héroes no son unos y ceros. Son humanos que pueden matar y pueden salvar de un día para el otro. Las personas somos seres analógicos porque tenemos matices y no solo el cambio es información, el hecho de mantenernos en un lugar, en un estado es también información, es también una forma de ser y de vivir. Somos lo que vivimos y si vivimos lo mismo durante diez años, somos eso. Para un sistema digital un uno que dura diez años es lo mismo que un uno que dura un milisegundo, es la misma información y tiene el mismo valor.
Somos analógicos
Somos seres analógicos dentro de un mundo cada vez más digital. Somos infinitos para la información discreta que nos mantiene con vida. Y me surge una pregunta después de todo esto: ¿Hasta qué punto seguiremos siendo compatibles con el mundo digital que hemos creado? Cada vez nos parecemos menos, aunque queramos integrarlo en nuestros sentidos.
Hay experimentos (y tecnologías maduras) que se basan en implantar componentes electrónicos (digitales, nunca analógicos) en nuestro cuerpo para hacernos súper hombres o para mejorar capacidades perdidas como la visión o la audición (el implante coclear es muy común hoy en día), lo digital está entrando y conectándose con nuestra analógica estructura. ¿Hasta dónde? ¿Seremos completamente digitales algún día? Espero que no. La razón del uno y el cero es tan minimalista que transmutaría lo orgánico en inorgánico, los sentimientos en secuencias de sensaciones algorítmicas.
El futuro está delante de nosotros. Hace unos cuantos miles de millones de años éramos monos que evolucionaron con el uso de las herramientas, que descubrieron el fuego. Ahora estamos en una nueva transición y eso puede ser bueno o malo dependiendo si nos quemamos con este fuego o lo usamos para ser más humanos. El día que dejemos de ser humanos, la historia ya no valdrá para nada, será una secuencia de unos y ceros contado por seres digitales poco interesantes.