Me han preguntado en México, más de una vez, cuál es mi banda o artista favorito colombiano. Aunque el Grupo Niche, Aterciopelados, Fruko y sus tesos o Sidestepper aparezcan en mi cabeza, siempre recurro a la misma palabra: Parlantes. Mi respuesta siempre deja un silencio propio de lo desconocido; y está bien, la verdad no espero que conozcan a este grupo de rock alternativo y experimental de Medellín. Sin embargo, sí me gustaría dejar un texto al menos para no olvidarlos, porque por casi 17 años me han brindado demasiadas alegrías musicales, grandes conciertos en la ducha y acompañamiento en mis quehaceres. Un gracias extenso y explicado.
Aguacate (Parlantes, 2005)
Aguacate, aguacate, aguacate, aguacate
Aguacate
Tienes que madurar a la fuerza
Aguacate
Te cogen a plomo y estás verde
Aguacate
Fruta de la guerra
Aguacate
Niño en uniforme.
Nunca esperé que, una cumbia ―muy colombiana, muy folclórica― con sintetizador, piano y otros toques contemporáneos pudiera hablar de manera clara lo que significa tener niños involucrados en el conflicto. Se estima que las FARC reclutó en su momento a más de 18.000 menores. En los tres años posteriores del acuerdo de paz de 2016, la ONU informó que más de 600 niños fueron reclutados por grupos armados ilegales. Tuvimos un ministro de Defensa, Diego Molano, que los calificó como máquinas de guerra para poder justificar un bombardeo donde murieron niños. Con estos datos mínimos, la canción toca un tema sensible a la vez que despliega el sabor de Colombia. Además, se anima versionar un fragmento de la poesía infantil El renacuajo paseador de Rafael Pombo:
Aguacate
Muchacho no salgas le grita la mamá
Aguacate
Pero él hace un gesto, orondo se va
Aguacate
Muchacho no vayas le dice la mamá
Aguacate
Levanta los hombros, al monte se va se va.
Equis Balada (Todo esto eran mangas, 2016)
Va a llover, va a llover, yo creo que va a llover. Que me caiga un rayo entonces, así canto eléctrico, encalambrado, como dicen que me mantengo. Disco rayado, canto rayado, canto rodado... ¡A rotar planeta que te mueve el canto!
Uno de los elementos que más me atrapa de sus canciones son las partes declamadas. Desde la primera vez que escuché este tema, sólo lograba imaginar un monólogo musicalizado, un cantante que va por Medellín buscando su día. Parlantes es de ciudad y desde su inicio en 2003 cuenta con músicos que han pertenecido a otras agrupaciones de rock reconocidas en el país, como Bajo Tierra y Estados Alterados.
Si llueve no importa, pues la brisa me seca, me caliento caminando y cuando pegue el sol le digo: «¡Qué tal caballerazo!».
Sin pisar la raya. Vamos por el surco del asfalto. Está temprano —la ventaja de ser madrugador de la tribu—, así voy de acá hasta Robledo y vuelvo, no por toda la 80 sino callejiando entre los barrios. Así me oyen mejor y hasta logro almuerzo... Una sopita de fideos con aguacate, ¡qué rico! Ah, pero vea pues, yo ya despaché la mañana.
Medellín, la segunda ciudad más poblada de Colombia —2'611.104 según los datos de 2023 del gobierno—, está viviendo un auge mundial. En los últimos años, la gentrificación ha llevado a que los precios de las rentas aumenten bastante en poco tiempo. De acuerdo con los datos de varios medios, los precios en AirBnb han crecido en algunas zonas casi un 40% y a varios propietarios han pedido a sus arrendatarios sus apartamentos para poder rentar con aplicaciones o a extranjeros: los efectos de ser uno de los mejores destinos para los nómadas digitales. Al mismo tiempo, problemas como la contaminación auditiva por fiestas y los delitos sexuales han aumentado. En diez años, hay más de 3000 casos abiertos por explotación infantil en el Valle de Aburrá. Se estima que en los apartamentos de renta temporal ocurren varios de los casos.
Bueno, a ver ¿cuál nombre artístico tengo hoy? Puma, Bravo, Dyango, Juan Gabriel, ¿ah? Aunque, ¿cómo es que me dicen en la 79 con la 29A? ¡Perales!
Perales, claro. Allá siempre me espera ese gafufito que se asoma por el ventanal. Perales me llama ese niño y se va a acordar de mí, voy a ser eco.
Lenguanegra (Lenguanegra, 2009)
Pronto volará sobre los techos
Nos insultará su lengua negra
Multiplicará la cruel mentira de esta ciudad
Todos buscarán la voz del cielo
Va a repetir y a cantar los discursos del lugar
Es un espejo animal del delirio local.
Colombia vive un momento complejo en lo que se refiere a la relación entre el Gobierno y los medios de comunicación. Es claro que los periodistas no están para ser comité de aplausos para el presidente Gustavo Petro y su gabinete. Sin embargo, varias críticas y publicaciones tienen un tufillo prejuicioso que escasea en datos y en investigación. Como evidencia, algunos medios se han enfocado en temas que no eran materia de escrutinio público, salvo que un escándalo lo ameritara, como cuánto se gasta en el mercado en las casas del presidente o cuánto cuesta que la vicepresidenta Francia Márquez se movilice. Desde la otra esquina, Petro ha lanzado críticas constantes, como que los medios embrutecen, y ha empleado el sistema de medios públicos para destacar los logros de su gestión, lo que raya con la propaganda. Por todo el país, sobrevuelan loros con la lengua negra que no temen calentar las aguas y aumentar la insania general.
Sobrevolará Las bibliotecas (Loro hermeneuta
Y confirmará que no pensamos sólo queremos parlar
Va a repetir y a cantar los discursos del lugar
Es un espejo animal del delirio capital
Biela (El sueño de Pedro, 2020)
Al igual que muchos compatriotas, estoy atento a lo que ocurre con los ciclistas colombianos en las carreteras europeas. Pasamos mañanas enteras atentos a lo que nuestros escarabajos consigan en las montañas de España, Francia, Italia entre otras. No existe otra manera para que el público general colombiano sepa dónde quedan el Mont Ventoux, el Tourmalet, Covadonga o el Mortirolo. Desde el lenguaje, ninguna canción, colombiana al menos, tiene una descripción más poética de lo que ocurre durante etapa:
Grito pintado en la carretera. Se empina el destino, ahora es épica cadencia. Mito de la soledad kilométrica y encumbrada, la gente se amontona, es caudal en la carretera para ofrecer en gritos su fuerza. Ahora (Cuesta arriba), la fortuna es fondo, leña.
Ataca, fuera de categoría, de altura, regia cadencia. Fuga en el camino gris.
Picar en punta, en cuesta. Cuando el mundo se pone… (Dale la vuelta).
Asciende, trasciende.
Cuerpo y máquina escriben la verdad rutera.
Si hay una canción que me recuerde una promesa, jamás hecha por nadie, de que en los pies de los ciclistas colombianos llegarán lo mejor para todos, es esta. Los problemas sociales y económicos no se solucionarán porque Egan Bernal logre conquistar la Vuelta a España y se convierta en el primer no europeo en hacerlo. Sin embargo, el día que suceda, si se da la gracia, la alegría correrá por las carreteras colombianas, niños pedirán a sus padres una cicla para emular a su ídolo y por un momento nos sentiremos en la cima del mundo.
Mont Ventoux, Tourmalet, Covadonga, Letras. Palmas, Escobero*, ¿qué pasa arriba? ¿Qué pasa arriba? ¿Quién llega?
Letras, Palmas y Escobero están en Colombia. Las dos últimas en Antioquia, el departamento donde está Medellín.
El señor del saco azul (Parlantes, 2005)
A mi mamá le gusta esta canción.
Lo siento, pero el señor de saco azul no entra.
No entra.
La escuchó cuando puse el CD (sí, años atrás) de Parlantes en el equipo de sonido de mi casa. Compré ese disco en una tienda que ya no existe; estaba en la entrada de la biblioteca Luis Ángel Arango. Ese día salí con dos camisetas y con el primer trabajo de la banda. Gustos de mi primer salario.
Lo siento, pero no puede entrar. El señor de saco azul no entra.
Caballero, yo lo conozco.
Supe de Parlantes por una prima; la misma que me invitó a venir a México en 2018 sin esperar, creo yo, que el mole y el pozole me pedirían no irme o volver tan pronto como fuese posible.
Él ya ha estado acá en el bar.
Siempre el mismo problema. No, señor, no entra.
Hace unos meses publiqué una historia en Instagram donde puse un fragmento de esta canción. Un buen amigo del colegio que vive en España, y con quien no tenía contacto desde hace años, se animó a escribirle luego de mucho tiempo. Él conoció la canción por mi culpa.
No es cierto que conozca a la banda.
El señor de saco azul no entra.
Yo sé, siempre dice lo mismo, que es amigo de Pinky y Dophin y todo aquello, no…
Solo vi una vez a Parlantes en vivo. Fue en el 2011, en la Media Torta —un escenario de Bogotá— en la edición de Rock al Parque de ese año. Yo no estaba frente a ellos: los vi desde un balcón que estaba al costado izquierdo del lugar, desde la Universidad de los Andes, gracias a que un amigo que estudió allí me ayudó a entrar. Grité y canté las canciones a la distancia. Al final, el cantante, Juan Camilo Suárez, se giró hacia donde yo estaba e hizo una venía… o así me gusta recordarlo.
No importa. Así sea cierto que la banda se queda sin cantante, el señor de saco azul no entra.