El cáñamo es una preciada fuente de fibra vegetal, suministradora de alimento y fundamento de usos medicinales, conocida y aprovechada por la humanidad desde el octavo milenio antes de Cristo, en plena revolución Neolítica. Llegada a Europa desde el Este a comienzos de la Edad del Hierro (can. 8.000 a. C.), la producción de cáñamo se vio fuertemente impulsada a raíz de la incorporación de Hispania a los dominios de Roma por la demanda de su fibra para la producción textil y, en especial, para el armamento de barcos. Con estas premisas, la Generalitat Valenciana, a instancias del Ayuntamiento de Callosa de Segura y la Asociación «Escuela de los Trabajos Artesanales del Cáñamo» de dicha localidad española, ha iniciado los trámites para declarar la actividad tradicional de la cultura del cáñamo como Bien de Interés Cultural Inmaterial de la Comunidad Valenciana.
Pese a las fluctuaciones sufridas a través del tiempo, cabe destacar que todos los trabajos sobre esta dorada fibra natural han permanecido invariables durante siglos, aunque, como patrimonio vivo, la cultura del cáñamo es una manifestación evolutiva, reflejo de los cambios en el utillaje y la división del trabajo vinculada al proceso de producción y transformación de la fibra textil.
Los conocimientos transmitidos de generación en generación constituyen una riquísima muestra etnológica, así como todo el conjunto que la compone, siendo pues la mayor expresión viva heredada de los antepasados, en cuanto a las técnicas y saberes vinculados a la artesanía tradicional propia de la Vega del río Segura, y especialmente de Callosa de Segura. Los inmuebles y entornos vinculados a esta actividad son las tierras de la huerta donde se produce el cáñamo; las balsas de la huerta, donde se sumerge; los obradores, donde ésta se transforma; los espacios al aire libre donde se construyen las carreras de hilar; las fábricas de hilar; el Museo del Cáñamo y la huerta de su entorno.
Alma mater del mantenimiento de esta cultura desde hace años ha sido Roque Francisco Albert Lucas, al que está dedicado el Museo del Cáñamo que lleva su nombre y del que es fundador y director honorífico. Con él hablamos sobre el pasado, presente y futuro de esta actividad en la Vega Baja del Segura.
¿Callosa, Ciudad del Cáñamo?
Sí. La cultura del cáñamo está ligada a Callosa de Segura prácticamente desde sus orígenes, siendo esta localidad nexo de unión en las distintas fases de transformación y elaboración de productos derivados de esta fibra textil, tanto en el ámbito agrícola como industrial, formando parte de la idiosincrasia y carácter de este municipio distintos elementos tanto arquitectónicos, culturales, etnográficos e históricos que nos ha llevado a sentirnos orgullosos de llamarnos la Ciudad del Cáñamo, como así se conoce a nuestra ciudad, al ser la base de la estructura socioeconómica local que a lo largo del siglo XX ha hecho de Callosa de Segura referente de emprendimiento de agricultores, industriales y comerciantes que han dado la supervivencia necesaria en los momentos de mayor crisis económica como la derivada del final de los años veinte y de posguerra, siendo ejemplo para las poblaciones de alrededor, incluso a niveles provincial y nacional, por sus productos de hilos, cuerdas, redes, calzado, etc.
¿Cuándo comenzó a fraguarse el objetivo de poner en valor la cultura del cáñamo?
Los callosinos se afanaron en mantener la producción de cáñamo y los trabajos artesanales del cáñamo como cultura viva. Para ello se llevaron a cabo tres iniciativas: en primer lugar, mediante la acción del Grupo de Amigos del Patrimonio Cultural que yo coordinaba, en colaboración con el Ayuntamiento de Callosa de Segura, se celebró una exposición durante las fiestas patronales de 1980, con los materiales recogidos con la ayuda de la población. Esta colección constituyó el núcleo en torno al cual se creó en 1986 el Museo del Cáñamo de Callosa de Segura, que en la actualidad se encuentra alojado en el antiguo Matadero Municipal, obra del arquitecto Juan Vidal Ramos (1925), que ha sido recuperado, restaurado y rehabilitado con el fin de albergar en su interior la rica colección de elementos significativos como los aparatos y las herramientas usadas en la transformación de la fibra de cáñamo.
¿La segunda iniciativa?
En segundo lugar, la escuela de los trabajos artesanales del cáñamo como conjunto de artesanos que, en un espacio, mediante talleres y demostraciones, se dinamizan las colecciones del museo, lo que contribuye decisivamente a la difusión de los valores de la cultura tradicional del cáñamo e intenta garantizar la transmisión de los viejos conocimientos y destrezas a las nuevas generaciones. Hay que destacar, en este sentido, la actividad de las Demostraciones Nacionales del Cáñamo, celebrada anualmente con gran éxito en el contexto de las fiestas patronales de agosto. Quienes todavía conocen por su experiencia las técnicas artesanales, recrean y demuestran en vivo los diversos trabajos relacionados con la fibra de cáñamo. Con ello se contribuye a la salvaguarda de los conocimientos y destrezas, por su transmisión y continuidad, siendo sin lugar a duda, el alma viva de todo lo expuesto tanto en el museo como en la Ruta de la Arquitectura Industrial del Cáñamo.
¿Y la tercera?
La Ruta de la Arquitectura Industrial del Cáñamo es la tercera acción llevada a cabo para la puesta en valor de este patrimonio. Nos guía por cada una de las construcciones dedicadas a esta industria, generando un variado patrimonio inmueble, debido a la diversidad de tareas que implica, desde su cultivo en la huerta hasta la elaboración de los productos manufacturados, pasando por la preparación de la fibra, la elaboración de la materia base, el aprovechamiento de productos secundarios o sus variadas fases de artesanía especializada. Cada fase tenía su ámbito espacial característico, en la huerta, en el núcleo urbano y laderas de la sierra, siendo realizadas la mayoría en espacios construidos exprofeso. Cabe destacar: la balsa, para cocer/macerar el cáñamo en la huerta; el obrador, edificio de características muy singulares, con amplios ventanales para trabajar la fibra natural, espadar y rastrillar; y la fábrica de hilar, en las laderas, donde realizaban el proceso industrial artesanal de esta fibra convertida en hilos, cabos y redes que llegaron a abastecer a todo el territorio nacional.
¿Cuándo llegó el declive de la actividad?
A la prohibición del cultivo del cáñamo a nivel mundial en 1961 se sumó la demanda de productos con materias primas derivadas del petróleo, esto acabó con esta industria que, comenzando de manera artesanal, fue incorporando su primera mecanización, lo que llevó una caída importante en la demanda de materiales realizados con cáñamo, lo que supuso en los años 60 una fuerte emigración de la población de la Vega en general y callosina en particular; pero ello no amainó el espíritu innovador y emprendedor de nuestros empresarios que adaptaron sus empresas y fábricas a estos nuevos materiales para seguir siendo en la actualidad una potencia a nivel nacional en la fabricación de hilos, cuerdas y redes de pesca, seguridad o deportivas.
¿Qué actuaciones de promoción y divulgación de esta cultura del cáñamo se desarrollan?
Con la intención de dar a conocer estos trabajos, comenzaron en agosto de 1987 las Demostraciones Nacionales de los Trabajos Artesanales del Cáñamo que, hoy en día, están más que consolidada como un reclamo de turistas, investigadores y autoridades que junto al público congrega a más de dos mil personas cada 14 de agosto. En su afán de seguir actuando en la promoción de este museo y su cultura etnográfica tan particular, se trasladó desde las instalaciones en un local alquilado hasta el antiguo Matadero Municipal en el año 1995, un edificio que ha sido equipado con nuevas tecnologías para facilitar la comprensión de los materiales expuestos y el contexto sociocultural que los enmarca a los visitantes. Paralelo a este Museo del Cáñamo, reconocido oficialmente como Colección Museográfica el 24 de marzo de 1994, nació una Escuela de Monitores de los Trabajos del Cáñamo, que realiza demostraciones o exhibiciones a los visitantes con personas que han trabajado en estos oficios. Además, se realizan demostraciones fuera de nuestra localidad de todo el proceso de transformación de la fibra de cáñamo y elaboración de productos, participando además en ferias promocionales especializadas tanto a nivel nacional como internacional.
¿Está asegurada la continuidad de estos trabajos artesanales?
En estos momentos, con la finalidad de dar continuidad a este colectivo constituido como asociación, se está trabajando en la elaboración de un convenio de colaboración que afiance la misma, a la que se subvenciona sus actividades, se les da cobertura técnica, en una estrecha colaboración ya que este museo y la cultura que representa no podría entenderse sin la participación de estos hombres y mujeres, que tienen su sede social en una de las estancias del Museo del Cáñamo y su taller en la Casa de Cultura donde se imparten cursos de aprendizaje y perfeccionamiento de estos oficios para dar continuidad a estas demostraciones y mantener este trabajo artesanal con generaciones que ya no lo han conocido como actividad económica.
¿Qué acciones avalan la solicitud de Bien de Interés Cultural?
Para la protección y reconocimiento de la cultura del cáñamo se han llevado a cabo las siguientes acciones: gestión continua de relación y colaboración con la Escuela de los Trabajos del Cáñamo y sus monitores, atendiendo sus demandas, asistiendo sus necesidades de espacio con sala para reuniones y demás gestiones, almacén para su material, sala para talleres y cursos, programación de los mismos para renovación de sus componentes, financiación de algunas actividades, promoción de las mismas para renovación de sus componentes, difusión, estrecha relación a la hora de asesoramiento por parte de sus miembros sobre las peculiaridades de esta fibra, colaboración desinteresada de los monitores en las visitas guiada al Museo del Cáñamo, ruta y demostraciones, asistencia a ferias, apoyo logístico, etc. En cuanto a la parcela de huertas en estos años se han realizado plantaciones conveniadas con agricultores y propietarios de la localidad con la finalidad de obtener cáñamo para las exhibiciones, tanto en el Museo como en las demostraciones de estos trabajos. Pero para fortalecer más si cabe la dedicación de terrenos agrícolas, se han habilitado parcelas en terreno agrícola cercano al edificio que alberga el Museo del Cáñamo para cultivos por parte de los callosinos como «huertos urbanos».
También participan en alguna investigación sobre este cultivo…
Sí, colaboramos con la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (UMH). En otros países occidentales se realizan estudios y aquí se constituyó una Mesa del Cáñamo con agentes sociales y económicos implicados para poder proporcionar al agricultor recursos alternativos ante el inminente regreso de este cultivo para los nuevos usos en esta tierra donde ha sido tradicional. Alemania anunciaba recientemente que va a legalizar y regular el cultivo, como han hecho Canadá y otros países y Estados americanos. Si lo hace Alemania, antes o después, toda Europa irá por el mismo camino.
¿Algo más?
Tras la solicitud a inicio del expediente de Declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial para la cultura del cáñamo de Callosa de Segura, se ha trabajado en la línea establecida por la Generalitat en la realización y cumplimiento de los requisitos que nos solicitaron, después de una visita de inspección técnica tanto al museo como varios edificios que forman parte de la arquitectura del cáñamo, en la que se conocieron de primera mano las características de este bien a proteger y que motivó que se establecieran una serie de actuaciones que se debían llevarse a cabo para la consecución de este reconocimiento, siendo estas las siguientes: consolidar la Escuela del Cáñamo y darle una continuidad; recuperación de bienes inmuebles a proteger; parcela de huerta para la plantación del cáñamo; balsa de cocer el cáñamo; obrador y fábrica de hilado.