En un mundo, caótica morada de una humanidad perdida que se encontraba anhelante y ciega. La mirada de Dios se detuvo en las junglas de asfaltado, entre la vorágine de los flashes cegadores que amenazaban con sumir a los hombres en la más absoluta oscuridad, angustiados por la globalización de la indiferencia y la soledad.

Y fue allí, en ese mundo de desolación y caos, donde los ojos de Dios se conmovieron al ver tantas almas desorientadas y aturdidas, que ahogadas entre una muchedumbre, sin rumbo fijo, sin saber qué camino tomar, se sentían perdidas cuando al apagarse las luces de la gran ciudad sentían su corazón languidecer y se encogían en sus lechos con el cuerpo yerto.

Esos hombres buscaban una señal, una estrella de escarcha cuyo fulgor apagara el fuego de sus corazones anhelantes, implorando el destello de una luz que diera sentido a sus vidas.

Dios se apiadó de la confusión de esas almas y fijándose en Leonardo Polo, un hombre de fe, un filósofo en busca de la verdad, un navegador incansable por mares embravecidos, bajo lunas de plata que trataban de sofocar el fuego de su ardiente corazón y lo eligió para llevar sus planes de salvación.

Dios pronunció el nombre de Leonardo susurrándole a su oído, para pedirle que fuera cooperador de su Gracia y aunque él se consideraba un simple servidor De Dios, un militante de su fe, con las solas armas de su palabra y su vida, se puso a su servicio. Aunque Leonardo se consideraba un hombre insignificante, aceptó la misión, y a través de su cátedra, quiso ser luz potente, faro salvífico, que sirviera de guía a los que se encuentran perdidos sin saber qué rumbo tomar.

¡Qué gran maestro, que gran apóstol de Cristo es Leonardo!

Él ha querido acercarnos la palabra de Dios con un lenguaje actual, atractivo e impactante. Nos habla de los valores de la persona, en su libro Antropología Transcendental. Su mensaje y su legado ha sido recogido por una estela de discípulos que se han sentido transformados a la Luz de los afectos del Espíritu.

Estos grandes valores son: el amor, el conocimiento, la libertad y la coexistencia.

El amor

Para comprender mejor el más importante de todos los valores, el profesor Leonardo Polo se muestra muy intrépido a la hora de descubrirnos que es el amor y lo hace a través de los contrarios.

Amor/desamor

Al igual que para saber que es La Luz, tenemos que haber experimentado la oscuridad. Así el desamor nos hará comprender y desear el amor, porque cuando hemos cerrado con llave la puerta que da acceso a la ternura, en nosotros se ha producido un vendaval de espanto y soledad.

Nuestros deseos más bellos quedaron convertidos en cenizas y hasta un frío cuchillo segó toda mano a la que aferrarnos, dejándonos con nuestros labios mustios y el corazón roto. Es en este momento en que cerramos la puerta al amor, cuando nos damos cuenta de su verdadera dimensión y el hombre se queda sumido en la desesperación y el miedo.

Pero es en ese momento transcendental cuando experimentamos el brutal vacío de la Nada estaremos en la mejor disposición para limpiar nuestro corazón y descubrir de nuevo el amor, pero desde una dimensión nueva que va más allá de un sentimiento sensible, de una querencia egoísta y placentera.

Es un amor total hacia el otro, un amor que supone en primer lugar aceptación de uno mismo porque solo cuando nos hemos aceptado a nosotros mismos como imagen de Dios y testimonio vivo de su esencia y su palabra, podremos entregarnos en totalidad al otro.

Para ello antes debemos acercarnos a ese pozo de agua viva que es Cristo para nunca volver a tener sed, a esa fuente escondida que mana agua pura, aunque es de noche, como nos decía San Juan de la Cruz y llenos de ese espíritu de entrega, de donación empezar a transitar por el camino del amor.

Conoceremos cuál es verdadero amor porque tiene que dar frutos y se bebe manifestar en actos y en obras. El Amor auténtico exige la entrega total de uno mismo. Muchas veces nos hemos planteado: ¿Cómo podemos encontrar la Paz si todavía no hemos encontrado el sentido de nuestra vida? La utopía de la humanidad es descubrir la verdadera felicidad. Encontrar un maestro que enseñe la verdad, la belleza, el bien pero que respete nuestra libertad.

Será en la quietud y en el silencio donde podremos encontrar el sentido de la vida, porque el Amor es callado y silencioso. No es amigo de grandes alborotos, ni palabrería vana y no es un cacharro hueco que hace mucho ruido.

A medida que entendamos mejor la verdadera esencia del amor nos volveremos más callados, pero más eficientes, porque el amor es donación y la entrega siempre busca el silencio para alcanzar la plenitud.

Así, nuestro maestro Leonardo

Ese gran filósofo de la palabra y del conocimiento, nos habla de que el amor es don, es entrega, va más allá del raciocinio porque nuestro referente es Cristo que nos amó hasta el extremo, hasta entregar la última gota de sangre, hasta la locura de la Cruz y eso excede toda nuestra razón y comprensión.

Tenemos el listón muy alto, no se trata de cumplir por encima el expediente, se debe vivir cada minuto del día en disposición de entrega y para ello debemos limpiar el corazón de envidia, de recelos, de maledicencia. Nuestra entrega debe partir de un corazón limpio porque es en el fondo el corazón del hombre, donde anidan los verdaderos sentimientos de bondad y de belleza.

Al igual que anidan los malos instintos, esos rescoldos que todavía están latentes y tienen el poder de incendiar la ira y el resentimiento. Cuando nuestro corazón se mantiene puro es nuestro mayor tesoro y nuestra mayor fuente de felicidad.

El conocimiento

Es otro paso fundamental en la profundización de los valores transcendentales, que nos llevan a la conquista de nuestro ser. Porque el conocimiento de uno mismo es el mayor logro que podemos alcanzar. Al igual que en el amor, aquí también nos enfrentamos a los contrarios para que la luz brille en nosotros, ya que en todo conocimiento descubriremos la dualidad.

Confianza/desconfianza

No hay nada tan pernicioso como la desconfianza, el vivir con miedo, pensando que el otro es una amenaza para ti y que tienes que estar alerta, expectante, porque te pueden causar daño. Muchas veces las relaciones son como un espejo, si tú te acercas a una persona con cautela y desconfianza, el otro percibirá un cierto rechazo e inseguridad que le llevará también a cerrarse y no dejar ver lo mejor de su interior.

Cuantas veces, la desconfianza nos lleva a hacer juicios a priori, por el aspecto, y la imagen que proyecta el otro, quedándonos en la superficie sin llegar al fondo del corazón, que es dónde reside la esencia de la persona.

Partiendo de la premisa de que no se puede amar aquello que no se conoce. El conocimiento es fuente importante para la aceptación de la otra persona, pero a la vez se debe abordar la intimidad del otro con empatía y generosidad. Hay que intentar que el conocimiento del otro sea un paso hacia el interior de su yo más íntimo y verdadero.

Nuestro acercamiento al otro se debe realizar llevando a cabo un diálogo amigable de conexión y sobre todo a nivel afectivo, en el que muestres que la persona te importa, que la quieres como es, con sus virtudes y defectos.

La confianza

Que hermoso es el diálogo confiado con el otro para mitigar nuestros miedos. Cuando sentimos como el amigo va sorbiendo despacio nuestras palabras generando una corriente mutua de confianza:

El llanto se va secando. La desolación es poblada. Una luz sanadora nos invade porque la paz va ocupando el lugar donde antes estaba la duda, y se produce una oleada de amor que hace que la angustia desaparezca. Los ojos del otro nos transmiten la sensación de un lago sereno en el que ahogar nuestras penas. Y salimos de ese pozo profundo y negro en el que de repente se refleja un rayo de luna que disipa las tinieblas.

¡Qué hermoso es ser rescatado por el otro!

La libertad

El hombre es libre por naturaleza, en nuestras manos está el poder de decisión. Este principio fundamental que goza todo ser humano es intrínseco en el hombre, porque forma parte de su ser personal. Para ser plenamente comprendido nada mejor que la contraposición y la dualidad que dará luz a su esencia.

Esperanza/desesperación

No hay sensación más terrible en las personas que la desesperación, cuando pensamos que es imposible alcanzar nuestras metas, y no creemos tener ninguna salida a nuestros problemas. Es como si el tiempo se hubiera detenido y ya nadie diera cuerda al reloj de la vida para seguir latiendo. Es como si un manto de fría escarcha apagara el oro de los campos porque ya no tendría sentido dar trigo.

¿Quién no querría cambiar el tormento por el éxtasis? Pero ¿cómo lograrlo? Cuando nos sentimos desfallecer y con las ilusiones truncadas, es necesario tocar fondo, experimentar la angustia más terrible y abandonarnos en la Providencia. Para sentir que con un rayo de esperanza estamos salvados.

La esperanza

Contra todo pronóstico, hace que en el fondo del corazón se encienda una pequeña llama que nos dé la fuerza para luchar. Porque tenemos un íntimo convencimiento de que debemos tomar decisiones, elegir caminos, hacer apuestas para alcanzar nuestros ideales, a pesar de que existen días grises, aunque las tormentas de la vida sean muy fuertes, eso no será obstáculo para lanzarnos a conseguir nuestra meta. Nosotros no vamos a dejar de mirar la línea del horizonte hasta que aparezca la Luz que va a dar sentido a nuestra vida y comencemos esa larga travesía hacia la libertad.

La coexistencia

Ya Aristóteles en el siglo IV a. C. nos dijo: «El hombre es un ser sociable por naturaleza». El ser humano no alcanza su plenitud hasta que no se relaciona con los otros y con las demás realidades, de hecho, la soledad y el aislamiento es el mayor castigo al que nos podemos enfrentar. Para entender mejor este principio lo contraponemos a su contrario.

Alegría/tristeza

Al buscar el sentido profundo de la tristeza, nos estamos refiriendo a la tibieza espiritual. No hay mayor dolor que el sentirnos sin fuerzas, ni motivación para luchar por aquello que sabemos que puede dar sentido a nuestras vidas y hacernos felices.

La tristeza

No hay mayor tristeza que la de sentirnos débiles y abrumados por la apatía, con el corazón árido, dejándonos llevar por el desaliento como hojas secas arrastradas hacia la Nada. Cuantas veces nos hemos encontrado perdidos en el laberinto de la vida porque hemos tomado el camino equivocado y seguimos caminando ciegos y desorientados; sintiéndonos invadidos por el miedo y la angustia, azotados por vientos y vendavales con temor a que el barco de nuestra vida se vaya a pique.

Qué hermoso sería entonces, encontrar una luz pura que nos hiciera dar un golpe de timón a nuestra vida y aceptar el compromiso, abrir nuestro corazón al otro, entregar todo para alcanzar la verdadera Alegría.

La alegría

Entendida como gozo interior, donde todas las ausencias son pobladas, porque es dualidad, abrazo cálido que hace florecer la primavera temprana en los corazones secos. Qué hermoso es tener la certeza que nuestra vida tiene un fin, que estamos en el mundo para desempeñar una misión. El saber que vamos a conseguir nuestros ideales nos hace vivir con pasión y gozo.

Ya no somos seres cansados y desalentados, estamos motivados para lanzarnos a los caminos más peligros, atravesar ríos torrenciales o mares embravecidos, ya no existen fronteras solo fuego y pasión en nuestro corazón.

Este recorrido tan fascinante es el que nos presenta Leonardo Polo para acompañarnos y orientarnos en el maravilloso viaje de la vida.