Hoy día parece que siguiéramos en la guerra de la Reconquista.
Aunque no es de extrañar, porque el racismo contra los musulmanes perdura tras 780 años de violencia hacia su etnia o cultura.
Hace no muchos días, estando en Marruecos, hicimos una ruta en coche de más de 1000 km entre Agadir, Marrakech y Essaouira.
Así que quizás, esta no sea solo una declaración contra la discriminación, sino una declaración de amor personal hacia Marruecos y una respuesta al odio que recibe esta comunidad.
Tras el seísmo de magnitud 6.8 no sólo se han visto gravemente afectadas las vidas de los habitantes y sus infraestructuras, sino sus propias identidades. Y es que una catástrofe, es el escenario natural para que nazca el odio; y así ha nacido, una vez más, en forma de comentarios que celebran la tragedia por motivos étnico-coloniales.
La exaltación del nacionalismo y la aversión se ven muy claras de parte de la población española que se comunica abiertamente a través de X:
“Dios haciendo justicia, así me gusta”
“Sé que está mal alegrarse por la desgracia ajena, pero me alegro y ojalá se repita 20 veces más”
“Que se vayan todos los moros a Marruecos a ayudar a sus compatriotas y a servir a su monarca Mohamed VI”
“Seguro que también tendremos que pagarles las reparaciones nosotros”.
“Antes somos los españoles que los moros”. Primeramente, sorprende la ligereza con la que son catalogados negativamente como 'Moros'. La facilidad con la que el constructo de raza -ya desmitificado por la ciencia-(1) reduce el término de persona, a un concepto racial; y por ello, peyorativo.
También sucede con la palabra: "beréber", que, procediendo del árabe, es transformada al latín como 'barbar', es decir, el origen del termino bárbaro.
La infantilización a la que se somete al cuerpo colonizado es una estrategia racial que logra apropiarse de su propio lenguaje para usarlo contra el propio cuerpo en sí, como si este no fuera conocedor. Hasta cuando la tragedia es ajena, nos apropiamos la potestad de hacer un discurso deliberado.
Porque el portador de significado aquí es deshumanizado y posicionado en la cualidad de ser incivilizado, en la de una persona a la que no se escucha. Esto determina una barrera: la de un diálogo imposible, un diálogo que no puede producirse con quien no sabe hablarlo . Algunos marroquíes consideran esto ofensivo mientras que otros ya lo han instalado en su lenguaje cotidiano. Paseando por las calles uno que iba montado en su moto nos gritó “apártense que viene el rey moro”.
De este modo, la reapropiación del término no solo resulta política (como por ejemplo hizo la comunidad LGTBIQ+ con marica); sino que deja entrever ese carácter pícaro y de sociabilidad con el que se vacila o lucha contra la europeización de sus vidas.
A menudo las comunidades afectadas, funcionan con un fuerte mecanismo de resiliencia y, a pesar de las circunstancias encuentran la estrategia combativa.
Ellas mismas, muchos años atrás, prefirieron nombrarse no bereberes; sino Amazigh, lo que significa, hombres libres. Amazigh fue una palabra compartida con los guanches de Canarias, territorio que resultó ser colonizado por España, desplazando sus raíces y relaciones bereberes hacia otro lugar.
Frente a la catástrofe, evidentemente la opinión siempre es totalizadora y reduccionista, si no tiene en cuenta la multiplicidad de contextos geográficos.
Y mucho menos, respeto hacia las diferencias.
¿Hasta qué nivel ha sido despersonalizado este lugar por la cultura europea?
Ante una mirada sesgada, que solo ve lo exótico:
¿Cuánto ha calado en ellas la colonización?
¿Hasta qué punto tienen los medios adecuados para su recuperación, no solo urbanística, sino psicológica?
Hay muchas utopías europeas de retroceso, de volver a la tierra ante la crisis climática y de construir diálogos sólidos tras haber sido tan falazmente transformadas en una supuesta individualidad. Pero a veces buscamos algo que no solo existe, aunque se sienta ausente, sino que es primario en otras culturas.
En Marruecos las personas parecen ayudarse mucho entre sí. Quizá porque tienen varios rituales que generan lazos: el momento del té o las comidas, el mercado, las horas del rezo, el culto a ‘lo sagrado’...
Así como se están ayudando ahora, demuestran que muchas veces que la acción es más valiosa que el pensamiento.
¿Es nuestra realidad menos dura?
No me atrevería a responder.
Cuando tu cultura es lo único que conoces, solo te queda eso. Abrazarlo o rechazarlo, pero todo nacerá desde ahí. Por eso entiendo que el sujeto con conductas potencialmente racistas esté tan unido a la idea de nación.
Toda esta crítica, quizá ensalsadamente política, solo viene a reflejar cuán manipulada puede estar nuestra visión por una inercia antropológica. Y lo necesaria que es la práctica de la solidaridad con aquello que desconocemos y que no tiene por qué tener que ver con nuestra propia identificación. Aunque la muerte, la pérdida del hogar y el derrumbamiento de tus sueños es algo que puede ocurrirle a cualquiera.
De los desagradables comentarios mencionados, sin duda es destacable esa división de falaz superioridad racial y su pertinente indiferencia hacia la desgracia más allá de la raza. Aunque finalmente no puedo olvidar destacar el factor económico; ya que hoy, más que nunca, somos dinero.
Durante mucho tiempo el racismo español ha estado dominado por concepciones religiosas de la moral cristiana frente a la religión islámica. Una islamofobia que también está presente en otros países, con relativas decisiones de una cultura sobre otra. Al ser territorios vecinos, siempre ha habido una evidente competitividad y preocupación por la toma de poderes o privilegios.
Sin ir más lejos, hace diez días (previos a la catástrofe) se publicaban noticias comparativas sobre el mercado español y el marroquí (barcos, armas militares, materia prima…
Sin duda, una vez más estamos ante la económica adversidad entre quién gana más y quién gana menos.
Paradójicamente el grado de racismo percibido es más alto entre los grupos poblacionales más discriminados, según datos recogidos por el equipo de investigación RED2RED, a través de las consecutivas encuestas del Ministerio de Igualdad español. Lo que viene a decir, que la gente también discriminada en otras lecturas sociales, es incitada a apoyarse en movimientos fascistas. Porque la apertura a los discursos racistas ha sido beneficiada por los partidos que difunden mensajes xenófobos en la actualidad española.
Así muchos creen confiables políticas que resultan ser las causas de la violencia, vendidas como tándem de su querida ‘transparencia’.
Ante toda esta frivolización del ser humano contra Marruecos, se ignora que son comunidades unidas y llenas de hospitalidad. Y no es solo una hospitalidad a través de la idea de trueque, de que “hoy por ti y mañana por mí”; sino que igual no hay ese mañana y aún así se ayudan. O al menos se saludan. Hoy los autores de los comentarios de X deberían aprender de ese gran atributo.
Desde todo este desconocimiento y apertura a las culturas extranjeras a la mía, escribí algo más personal en mi diario de viajes, que me recuerda que las identidades de una cultura pueden ser fuertes y perdurables: “Las personas locales se sientan en los arcenes a ver la vida pasar. Se respira un gran espíritu de la contemplación mezclado con el frenesí del negocio bajo el sol. Las carreteras son un videojuego tetris: carros con burros enanos que igual te lleva un niño, motos, bicis, dos carriles en los que se pueden inventar otros dos, adelantos por la derecha… De hecho, es posible hasta pararse en cualquier carril. Hay unos guardias en las rotondas. Ayer vimos a uno 'moderando' la circulación, pero de repente vio a un amigo en un coche y dejó lo que hacía. Cruzó la rotonda, el amigo se paró en media rotonda y bajó. Se dieron un abrazo. Mientras el tráfico seguía su entrópico ritmo con camiones que llevaban a una familia entera. Me gustaría subir en uno de esos”.
Quizá no podamos impedir un seísmo, pero sí podemos impedir que el suelo de los derechos humanos deje de temblar y que la igualdad de trato sea una normativa de sentido común.
La historia y su configuración del lenguaje deben ser visibilizadas y resignificadas.
“Lo blando es más fuerte que lo duro, el agua más fuerte que la roca, el amor más fuerte que la violencia”- Hermann Hesse
Mucha fuerza para Marruecos.
Nota 1: "La Unión Europea rechaza las teorías que tratan de establecer la existencia de las razas humanas. El uso del término, origen racial, no implica el reconocimiento de dichas teorías. Así se establece en el considerando no 6 de la Directiva 2000/43/CE del Consejo, de 29 de junio de 2000."