Bienaventurados los sordos.
Ayer caminando por la calle escuché un comentario de un gañán, de estos que te hacen alucinar por la supina estupidez que emiten. Prefería haber sido sordo en ese momento. Iba «aconsejando» a una señora que siendo fumadora se ve que quería dejar de fumar.
El ‘iluminao’ va en un momento dado y le dice: «Lo primero para dejar de fumar es no querer fumar». Ole, con dos cojines. Escuché ya muy poco más porque yo estaba a punto de entrar en shock, pero mientras me alejaba y alucinaba a la vez, añadía algo más: «Es que lo que hay que hacer es no pensar en ello… y bla, bla, bla».
Mientras este ‘cuñao’1 aleccionaba a aquella señora yo iba pensando en la maldita costumbre que tenemos de evitar el acudir a un profesional que nos ayude, como si nos fuera la vida en ello.
Antes me muero que ir a hablar con un psicólogo. ¿Por qué pasa esto?
Vergüenza
Por tener que contar cosas íntimas a un desconocido. Pero un psicólogo nunca te obligará a hablar de lo que no quieras. Me refiero a un buen psicólogo. Por otro lado, cuando tenemos que ir al médico, ¿no es cierto que también tenemos que contarle a veces cosas que no las contaríamos en otro entorno? ¿Y cuando tenemos que despojarnos de la ropa para que nos hagan una exploración? Pues con el psicólogo es exactamente lo mismo y así lo hemos de ver para no privarnos de los beneficios de acudir a un buen profesional.
¿Y qué dirán los vecinos?
Preocupación por la opinión de los demás: «está loca». Algunas consultas de psicología tienen que tener espacios separados o entradas casi secretas para que no se sepa quien acude y quien no al psicólogo. Increíble.
Autoengaño respecto a nuestra capacidad
No nos planteamos el ser capaces de curarnos nosotros mismos un problema cardiaco o un hipertiroidismo, pero si nos creemos capaces de salir nosotros por si solos de un problema emocional importante, una depresión, etc. Esa percepción errónea nos puede costar la salud e incluso la vida.
Un psicólogo es muy caro
Partiendo del hecho de que nadie trabaja gratis, el psicólogo también tiene el mismo derecho que los demás de poder llegar a fin de mes. Tenemos que plantearnos también que muchas personas están dispuestas a pedir un préstamo todos los años para ir de vacaciones y gastarse miles de euros, con lo cual todo depende de la importancia que le demos a nuestro bienestar. Si este no te importa, no hay más que hablar.
En tiempos de mis padres no había psicólogos y la gente vivía igual
Y cuando los Reyes Católicos, las hemorroides se operaban en vivo y sin anestesia y sin garantías de que la cosa no acabase peor de cómo empezó.
También he conocido a personas de hace 40 años atrás que si entonces hubiera habido psicólogos2 les habría venido fenomenal el poder contar con uno. Pero cuando no tienes una herramienta de salud mental, obviamente te tienes que aguantar. Hace 40 años también había suicidios y depresiones, pero no había el seguimiento que hay hoy en día.
También es cierto que en aquellos tiempos el estrés se llevaba de otra manera (no me voy a extender) y las redes sociales y de apoyo eran mucho más extensas. Casi no había paro y el trabajo físico ayuda a eliminar una parte importante del estrés, etc.
En definitiva, no seas ‘cuñao’ y si crees que necesitas ayuda plantéate recurrir a un profesional colegiado de la psicología o de la psiquiatría. Si ese puedo ser yo, fenomenal. Si conoces a otro, también me parece bien, pero haz algo.
Notas
1 ‘Cuñao’: Persona que gusta de menospreciar los méritos ajenos, hacer bromas gastadas o llamar la atención de forma molesta. Ámbito: España.
2 Hace 40 años había algún psicólogo en España, pero eran cuatro gatos.