Existe un gran potencial detrás de un cambio de imagen que se hace por decisión propia y con la intención clara de estar bien y dejar atrás el pasado.
El Dr. Joe Dispenza en sus diferentes discursos insiste una y otra vez en la necesidad de cambiar la rutina que nos llevó a algún estado que no nos gusta —dolencia de salud, dificultad financiera o laboral, etc.—, para poder liberarnos de la vieja narrativa y los pensamientos repetitivos que, en automático, acompañan esa rutina y lograr así una transformación. En ese sentido, un cambio de imagen puede también resultar de gran ayuda, para desligarse del personaje —historia que nos hacemos de nosotros mismos según nuestro pasado— que nos llevó hasta ahí.
Como afirma Hay (1991) «la autoaprobación y la autoaceptación en el presente son las claves para los cambios positivos» y, por tanto, si una nueva imagen nos hace sentir muy bien, nos separa del pasado, y se ajusta a la nueva realidad que queremos ver materializada en nuestra vida, sin duda, será algo muy positivo en nuestro objetivo de cambio.
Poder entender que no somos la misma persona que fuimos hace un año, una semana, o siquiera hace una hora, y que son las historias que nos contamos las que nos hacen continuar igual, resulta vital para salir del patrón de autolimitación y repetición en que vivimos la mayoría.
En ese sentido, toparnos con una imagen nueva y fresca al miramos al espejo, en algunos momentos de la vida puede llegar a ser algo poderosísimo y el inicio de una transformación mucho más profunda; si se hace con la intención de recordarnos que las posibilidades son infinitas, que estamos en constante cambio, y que simplemente ya no somos las personas que fuimos.
Si el cambio de imagen además va acompañado de una nueva narrativa sobre nosotros mismos y la vida; nuevas actividades en nuestro día a día; así como cambios en nuestros espacios, el resultado puede llegar a ser aún más poderoso, ya que cada vez que hacemos algo nuevo, nuestro cerebro crea nuevas conexiones neuronales, y poco a poco cambiamos nuestra mente y dejamos de identificarnos con nuestras historias del pasado.
Claro, es importante que al hacer un cambio de imagen no exista una intención de ser mejor, agradar más o encajar en algún ambiente; sino el simple deseo de gustarse más, romper con lo conocido, y ofrecerse el cambio que se necesita —si es que así se siente—.
Tampoco hay que perder de vista, que nuestra apariencia es solo una parte muy pequeña de lo que somos, y que el cambio más importante es el que se debe dar en nuestra mente, en nuestras emociones y en nuestra energía, para que el avance sea real y duradero.
El programa de telerrealidad de Netflix llamado Queer Eye trata de evidenciar el hecho de que los cambios de imagen no deben ir enfocados a alcanzar estándares o estereotipos de belleza para ser positivos; sino que, deben hacerse con el objetivo de ayudarse a sentirse mejor y recordar que cada persona tiene el poder de cambiar su vida, y que, si además se acompañan de un deseo de cambio más profundo y un trabajo interno, pueden llegar a ser una muy buena práctica de empoderamiento. En la séptima temporada, se pueden ver ejemplos muy conmovedores de esto.
La mayoría de las personas tratan de crear una nueva realidad con la misma personalidad y eso no funciona. Para eso, literalmente hay que convertirse en otra persona (Dispenza, 2023, 0.27s), y ¿qué mensaje más potente podríamos enviar a nuestro cerebro en este sentido, que una imagen renovada al mirarnos al espejo? A lo mejor ese cambio de realidad que tanto querés, podría empezar por esa simple acción.
Notas
Dispenza, J. (2023). Breaking The Habit of Being Yourself. YouTube. Marzo, 6.
Hay, L. (1991). Tú puedes sanar tu vida. B., Valverde, trad. Trabajo original publicado en 1984.