En estos tiempos las modas sobre este o el otro tema se suceden a una velocidad muy superior a la que sufríamos décadas atrás. Una de las últimas oleadas de información tiene que ver con la búsqueda de la felicidad.
Según el psicólogo, Tal Ben-Shahar, escritor de Más feliz a pesar de todo: «hay varios componentes fundamentales para ser feliz, como creer en la felicidad, cultivar las relaciones personales, desconectar de la tecnología, concederse el permiso para ser humano, aprender a descansar, estar agradecido, estudiar la felicidad e invertir en la felicidad». También destaca la importancia de aprender de los errores, tener atención plena y desarrollar el bienestar espiritual.
Quizá demasiadas cosas a la vez para analizar en esta turbo sociedad en la que estamos. Pero precisamente por eso, la importancia de coger las riendas y parar al caballo desbocado sobre el que vamos, en este tiempo tiene una importancia tan grande. Es crucial para no estrellarnos y ser carne de terapeuta.
Un punto de vista equilibrado sobre la felicidad
La felicidad no es algo que ocurra puntualmente. Es un continuo en la vida, es una media del resultado de los éxitos y los fracasos. Y nos referimos a pequeños éxitos y pequeños fracasos y a nuestra forma de gestionar la respuesta a estos.
¿Si te toca la lotería vas a ser feliz? Si, seguro. Por poco tiempo. Luego volvemos a nuestra línea media de felicidad. Y si antes éramos unos amargaos, ahora también lo volveremos a ser una vez que se nos pase el subidón del premio de la lotería. Eso está medido y comprobado.
Empeñarse en ir tras la felicidad, sin embargo, suele acarrear decepción y tristeza. Son las pequeñas cosas cotidianas las que nos marcan si estamos en el camino correcto o nos deslizamos por el tobogán de la patología mental.
Decía el filósofo del siglo XIX John Stuart Mill: «Los únicos que son felices son los que tienen sus mentes fijas en algún objeto que no sea su propia felicidad».
¿Qué cosas van a incrementar nuestra felicidad?
Una de ellas es el bienestar espiritual. Se refiere a encontrar un propósito en la vida. Sea de índole espiritual-religiosa o no.
La idea está en ser capaces de ver que nuestra presencia en este mundo es por algo y que, aunque ahora no lo entendamos, podemos contribuir a mejorar las cosas de manera duradera para el resto de las personas de nuestro alrededor e incluso para el planeta.
Una ayuda importante para alcanzar el bienestar espiritual estaría en conseguir que nuestro trabajo sea nuestra vocación. Tenemos que ver siempre el resultado a la larga. Preguntarnos: ¿Por qué es importante esto para mí?
Decía un monje budista: «Si vivimos en el pasado, estamos abiertos a la depresión; si vivimos en el futuro, estamos abiertos a la ansiedad; sólo en el presente estamos simplemente abiertos».
En este entorno desafiante y bajo la premisa de lo anterior aparece el mindfulness, el cual implica la toma de conciencia del momento presente sin hacer ningún tipo de valoración sobre lo que pasa por nuestra mente. Esta práctica puede convertirnos en poseedores de un cerebro más feliz. También mejora nuestra salud física al bajar los niveles de ansiedad y mejorar nuestro sistema inmunitario, entre otras cosas.
Párate y escucha
Oblígate a frenar en seco en ciertos momentos del día, aunque duren solo minutos.
Cuando te sientes a comer no engullas. Imagínate que vas a comer tu alimento favorito recién salido del horno. Huélelo varias veces. Fíjate como los grandes cocineros todos ellos usan mucho el olfato para conectarse con la receta que están ejecutando. Y luego disfruta de cada bocado, no comas sin más. Analiza con la vista la comida, sus colores y formas (de ahí la importancia de una buena presentación).
Escucha, escucha, escucha
Cierra la boca y escucha con detenimiento lo que te dicen. No estés ya listo a lanzar una respuesta. Fíjate bien en qué y cómo te lo dicen. Observa la postura corporal de tu interlocutor y que esta sea congruente con el mensaje verbal que te dirige.
Cuando la gente vea que de verdad prestas atención a lo que dicen empezarán a verte con otros ojos. Te asignarán un alto valor y tu disfrutarás más que nunca de su compañía al fomentar así la empatía.
Se un tirano con la tecnología. Que esté a tu servicio, que te libere de tareas, pero nunca permitas que te robe horas de tu atención sobre lo importante de esta vida. Reflexiona sobre la necesidad de apagar el móvil.
Llama por teléfono a la gente que quieres. No uses tanto las aplicaciones de mensajería. Parece que nos da vergüenza llamar por teléfono a alguien en la creencia de que le vamos a molestar. Si no nos puede atender ya hablamos más tarde, pero llama y si puedes quedar en persona mucho mejor.
Años atrás estas sugerencias parecerían infantiles por lo fáciles de ejecutar, pero hoy vivimos en una marejada continua que hace difícil lo que antes era sencillo. Por eso, lucha, pelea y bracea para robarle al estrés esos momentos que te mereces y que te llevarán a un lugar mucho mejor de el que ahora conoces con dolor.