A la memoria de doña Celia Ávila Ávila, resuelta enamorada de las flores, a la vista de la que en vida fuera su casa.

Es preciso que (…) tu blancura acompañe a las flores cortadas.1

En esta nota inicial podría leerse tan solo: «Artículo del 5.o aniversario», mas he querido hacer explícito mi reconocimiento a don Antonio Vergara Meersohn por invitarme a esta casa del pensamiento, a los editores de la versión en lengua española (han sido dos, ambos magníficos) y, en sí, a quienes posibilitan la revista.

Y aunque siempre se dice lo mismo, y eso desdiría, manifiesto con todo el peso de la verdad que agradezco la generosidad de mis esperanzados lectores (esperanzados porque de pronto han de leerme como cuando uno escucha una música que no acaba por gustarle y dice «¡a ver si ahora sí!»). Gracias, mil gracias, una y otra vez gracias.

La muerte en flor

Nuestro artículo recién pasado hablaba de la vida de la flor, toca abordar su fenecimiento (y también algo de música, de la que prescindimos en aquel texto por dar cabida a la cita de Memorias del imperio de Fernando del Paso, la del celebrado pasaje de las flores).

Una de las muertes más desalentadoras en la naturaleza es, pues, la de la flor; nos tira las alas del corazón. Pensábamos, queríamos, que viviera y languidece; la queríamos para siempre y ha muerto.

Vida y muerte de la flor sirven para una perfecta metáfora del nacer, consumirse y morir del ser amado; o una gran variante: metáfora de la relación entre la persona amada y uno.

Comprender el significado de lo floral habla de nuestros sentimientos, de nuestra personalidad y de qué clase de gente somos como quedó de manifiesto en el multicitado artículo de la vez pasada.

Somos devotos resueltos de las plantas. Les retiramos lo caduco, les damos agua para que beban, las abonamos, las arropamos.2 Podemos hacer un amplio registro de personalidades de la arquitectura, las letras, la ciencia que eran amantes decididos de la jardinería. Para ellas un jardín desolado es como un cementerio, yacen ahí, extintos, los cuerpos de los que se valió la vida para manifestarse.

Mucho viene a mi memoria un artículo de Carlo Coccioli —escritor italiano vecino de México—, acerca de las personas sensibles, las que lloran viendo «un perro herido o una flor aplastada». El narrador se decía parte de ese grupo tan humano… y remataba el texto titulándolo: «¡Mía es la flor aplastada!».

Esa ha sido una de las tantas alusiones a la flor que fue y ya no es que llevo grabadas desde siempre.

Música en clave de flor

Del duelo por las flores se ha hecho eco la música popular ya sea directamente o mediante comparaciones con la pérdida del amor de la pareja; el romance es un florecimiento, goza de plena forma, emana de él aroma único, y cuando termina es un marchitarse, se deforma, su olor ha perdido lo aromático.

Así que se trata de una extensa veta para los compositores. Tomar una parte de ella es faltar a la justicia hacia lo demás, sin embargo, he aquí una selección. Me disculpa que es obligado incluir en una nota como esta la música que sigue…

«Las hojas muertas», de Jacques Prévert (letra) y Joseph Kosma (música), voz: Yves Montand.

Entre las muchas deudas que tenemos con la música rusa están ciertos valses —que se suman a los muy conocidos de Viena y a los muy originales de México. Chaikovski y más tarde su compatriota Shostakovich dieron dos campanazos valsísticos. El del primero se acomoda a nuestro tema.

Vals de las flores, de «El Cascanueces», de Chaikovski, Filarmónica de Nueva York dirigida por Leonard Bernstein.

Cuando Léo Delibes, compositor francés, compuso Lakmé en el siglo XIX es seguro que no imaginó lo que sobrevendría ya en el siglo XX: que esa ópera le daría gran fama, que aportaría con pasajes de ella momentos vocales para la historia y que uno de estos, el «Dúo de las flores», sería buscado por medio mundo para solazarse, aunque sea unos segunditos con él hasta en anuncios comerciales.

Escuchemos un fragmento de «Dúo de las flores», de Lakmé, de Léo Delibes; mezzosoprano Katherine Jenkins, soprano Kiri Te Kanawa, Philharmonia Orchestra dirigida por Anthony Inglis.

Obituario

Miguel Concha

Empezamos mal el año 2023 pues partió el padre Miguel Concha, mexicano que se echó a cuestas la defensa de los derechos, más tarde llamados «humanos», de sus semejantes cuando les eran vulnerados; en palabras de la fe de la que era ministro, amó a su prójimo. Desde ya puede editarse un libro tan solo con la tinta que ha corrido por esa pérdida, de esos textos me llamó poderosamente la atención el cierre del artículo del subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas. Luego de hacer un recuento de conocedor de las tareas del prohombre parafraseó una vieja fórmula de esta manera: «puede descansar en paz».

Luis Villagómez

También en los albores del nuevo año partió Luis G. Villagómez Domínguez, mexicano, maestro normalista especializado… Luchó, colaboró y sostuvo la educación secundaria técnica en México, la Orientación Educativa —hoy descartada—, el curso de «Nivelación», luego «Actualización Pedagógica» —que debería ser Benemérito—; recorrió la república actualizando profesores; para profesionalizar al maestro de educación tecnológica no descansó hasta crear una licenciatura —sueño dorado de décadas… Hago mías las palabras de una linda compañera, solidaria en la capilla ardiente: «mi gratitud eterna para él».

Curiosidades

Dos veces pasé vergüenzas con el padre Miguel Concha (corrían los años 80). La primera de ellas cuando leí que la hoy universidad Lumen Gentium de la Ciudad de México colocó juntos nuestros currículos como maestros de asignatura, evidenciando lo escaso y elemental de mi preparación, junto a la doctoral carrera de don Miguel. No paró la cosa ahí, hubo segunda: en unas conferencias, el ponente que siguió de mí… ¡fue el padre! (Por amor de Dios, qué ganas de juntar lo verde con lo maduro).

Notas

1 Tanto nuestro subtítulo como este epígrafe son parte de Oscura palabra, poema del escritor mexicano José Carlos Becerra.
2 Precisamente el arrope es una técnica de jardinería, dotar de una capa extra de tierra a la plantación en el invierno para que las especies sobrelleven el frío.