No solamente su Sinfonía Fantástica (inspirada en la actriz irlandesa shakesperiana Harriet Smithson, con quien pasó del rechazo al matrimonio y finalmente al divorcio) es un cúmulo de pasiones humanas, también Les troyens, que más que una saga de guerras es una historia de amores en medio de conflictos extremos y destinos hiperbólicos. Y de todo este exquisito embrollo, sale a relucir un elemento geométrico que acaso lo sostiene de principio a fin, como un entre creador y asimismo destructivo: el círculo. Nos enfrentamos aquí, por si fuera poco, a la versión completa y sin recortes de Les troyens, bajo la dirección musical de Xavier Roth y la puesta en escena de Johanes Erath, con quien conversamos sobre su montaje.
Hemos notado que hay en sus puestas escénicas una tendencia al minimalismo, pero en Les troyens, es algo distinto, más bien. El escenario se nos presenta como un anillo que gira, y en él se desarrollan, en diversos puntos, pequeñas escenas en donde todo es más bien opulento, desde el vestuario a la complejidad de la acción, y así no podemos hablar propiamente de minimalismo en ese microsistema, acaso en el macrosistema…
Lo ha expresado de manera muy hermosa, y me alegra. Y claro, procuramos concentrarnos en lo principal, sin distracciones, para mirar allí donde ocurre algo entre los protagonistas. Tampoco es minimalismo porque paralelamente se pueden mirar muchas cosas, y hay que decidir que se mira, por lo que es posible mirar varias funciones y descubrir cosas que no se habían visto.
¿Tiene este montaje que ver con las limitaciones de la sala, dado no es propiamente un teatro sino una sala adaptada para llevar a cabo producciones operísticas, o tiene que ver quizá con este montaje en particular o viene de una idea previa?
No, el anillo no tiene que ver con la sala, más bien, dado que hay dos protagonistas femeninas, con el símbolo femenino, representado por el círculo, y que los estados tienen ambos, Troya y el puerto de Cartago, forma circular, y claro, también con la forma de un reloj: doce horas, doce dioses. Así tenemos el discurrir del tiempo y las repetición de los hechos, y que no nos hacemos más inteligentes y cometemos los mismo errores de entonces: estamos presos en un universo inevitable y preciso del que no podemos escapar.
Es decir, hay más simbología de la esperada…
Sí, pero no importa. En Bach es lo mismo, no hace falta entender la precisa forma, y aún así se siente la existencia de un universo que no es casual.
Paralelamente hay en Europa un conflicto militar, ¿No es casual?
Naturalmente existe ese conflicto, pero es intangible para nosotros, solo podemos hablar de él, sin tomar parte en el mundo del teatro. Solo podemos dar un impulso, y claro, hay gente que ve cosas que no desea ver, de las que solo se habla. Pero solo tenemos la fantasía y los pensamientos sobre esa situación.
Luego, curiosamente la orquesta está en el centro del la puesta escénica…
Sí, es a propósito, pues es tan emotiva y llena de colores, que es impensable dejarla de lado, debe estar el centro.
¿Cómo podemos identificarnos con todo los personajes de la ópera en nuestro tiempo? Mediante filosofía o simbolismo? ¿Cómo debo asumir a Eneas o a Casandra?
¿Debo hacerlo? Eso lo decide cada quien. Los asume o no, pero no es una obligación identificarse con cada personaje.