Desde la creación del Premio Nobel en 1901, se han entregado más de 600 reconocimientos, entre personas y organizaciones.

La primera mujer en obtenerlo fue Marie Curie, junto a su marido en 1903. Desde entonces a la fecha 57 mujeres han sido galardonadas en las distintas disciplinas incluidas en este reconocimiento, lo que hoy corresponde al 12,4% de los premios.

Si vamos al ámbito de las letras, encontraremos el nombre de 17 mujeres, entre las cuales se encuentran una de nacionalidad italiana y una chilena.

Grazia Deledda, originaria de la hermosa isla de Cerdeña, nace en 1871 en una familia acomodada. Escritora prolífica, intensa, con una pluma asentada en el movimiento literario italiano, conocido como «Verismo» resultado de la influencia del naturalismo francés que podemos ver en los textos de Emilie Zolá, reconocido como padre de este movimiento.

Sus novelas fotografían las tradiciones, las leyendas que la rodean, con una oscura visión de fatalidad sobre el pecado, el mal, la ruptura de tradiciones, sin perder el sentido romántico de la vida expresado en los idílicos paisajes descritos en sus novelas.

Importantes temáticas son abordadas en sus escritos, como la diferencia de clases sociales. En una de sus principales novelas La senda del mal, se puede encontrar sentimientos como el pecado, la culpa y esa inevitable fatalidad de los amores prohibidos.

También se pueden apreciar temáticas de género, como por ejemplo en su novela Cenizas que relata la historia de una mujer marcada por el pecado de haber tenido un hijo sin casarse, la vergüenza para la familia y las tantas dificultades que experimenta el género femenino en esas circunstancias en donde todos podían permitirse denostar a estas «mujeres pecadoras».

Nuoro, su ciudad de origen, que tanta inspiración le trajo, a la vez, siente como si la frenara en su objetivo de reafirmarse como escritora. Se traslada a Cagliari y finalmente a Roma, que según sus propias palabras la describe como «la Jerusalén del arte». La escritora sale a la luz con importantes novelas como La Hierba (1908), Cañas al viento (1913). Su éxito y notoriedad literaria se ve coronada con el premio Nobel, que se le otorga en 1927, primera mujer italiana y segunda a nivel internacional después de la sueca, Selma Lagerlöf, en 1909.

Las motivaciones del otorgamiento de este galardón para el jurado son «su inspiración idílica, escrita con prefiguraciones claras de la vida de su isla nativa, con profunda comprensión de los problemas humanos».

«Yo hablo de hombres y mujeres» decía ella, queriendo evidenciar su voluntad de representar no el estereotipo de vivencias de una isla, sino su propia experiencia sarda.

Grazia deja una obra inconclusa, Cosima, novela que aparece con el agregado en su título, de Casi Grazia, evidenciando la profunda unión entre su obra y su propia vida.

La escritora muere en 1936, a los 65 años, aquejada de cáncer al seno, una enfermedad que sigue golpeando con fuerza todavía hoy, a pesar de la mayor consciencia en su prevención. Es hasta hoy la única mujer italiana en recibir el premio Nobel de Literatura.

La poetisa chilena Gabriela Mistral, viene de un país, considerado en esos tiempos, casi una isla, debido a su difícil acceso; por un lado, cercado por la cordillera de Los Andes y por el otro, el océano Pacífico que baña sus casi cinco mil kilómetros de longitud.

Digamos que las problemáticas, a pesar de los kilómetros que las separan, no difieren tanto, pues son mujeres que viven en una época en donde se les encasilla marcadamente en roles «tradicionalistas familiares y religiosos».

Nace en Vicuña, en su amado Valle de Elqui, en 1889. De familia modesta, desempeña el oficio de maestra rural desde muy joven, promoviendo un pensamiento pedagógico centrado en el desarrollo y la protección de los niños y niñas. No obstante, se encuentra con obstáculos en su ciudad, debido a la visión tradicionalista de este, sobre el rol de la mujer y de los más desamparados.

Así, se traslada a Santiago. La capital la ve lograr sus metas, aprueba sus exámenes como docente y comienza a trabajar en distintas escuelas. Su pasión por enseñar la lleva a recorrer el país de un extremo a otro.

Tanto su carrera como docente y su producción poética proliferan de forma simultánea. En 1922 es invitada por el Ministerio de Educación mexicano a colaborar en la reforma educacional y creación de bibliotecas populares en el país. Es el año en que se publica por primera vez su libro Desolación en New York, Estados Unidos. Es así como comienza el reconocimiento y prestigio internacional, que la llevará a ser considerada como una de las plumas más prometedoras de la literatura latinoamericana. A esto, sigue la publicación de Lectura para mujeres (México, 1923) y Ternura (España, 1924).

Pero su rol no estaba solo en las letras sino más bien en el comunicar, y lo hizo con gran energía, realizando numerosas conferencias y clases en Estados Unidos, Centro América y Europa. En 1932 inicia su carrera consular, siendo la primera mujer chilena en desempeñar ese cargo.

No pocas fueron las dificultades que debió afrontar en su calidad de mujer «fuera de época». Su preocupación por los más necesitados, por la vulnerabilidad de los niños y los derechos humanos, aumentaron con el conocimiento de otras culturas y naciones.

En 1945, le viene otorgado el premio Nobel de Literatura, transformándose en la quinta mujer en el mundo de las letras y hasta hoy, única latinoamericana, en recibir este galardón. La motivación de los jurados dice: «por su lírica, inspirada por fuertes emociones, logrando que su nombre sea un símbolo de las aspiraciones idílicas del íntegro mundo latinoamericano».

La poetisa, muere en New York en 1957, a los 67 años de edad, aquejada de un cáncer de páncreas.

Podemos decir que a lo largo de estos años se ha buscado revindicar su figura como mujer y como escritora.

Recientemente se realizó un gran homenaje virtual llamado Gabriela Mistral, matices de mujer organizado por la plataforma digital Grandes Mujeres Chilenas y la Gabriela Mistral Foundation Inc. de New York, en donde la presidenta de la fundación, Gloria Garafulich-Grabois, presentó el documental titulado Gilda Péndola: mis recuerdos de Gabriela, un conmovedor recorrido por los recuerdos y la amistad entre Gilda y la poetisa chilena, en sus años en Rapallo, Italia.

Dos mujeres que a través de las letras nos cuentan sus vivencias y con descripciones fotográficas nos muestran problemáticas que aún hoy se siguen arrastrando.

Piececitos - Ternura

A doña Isaura Dinator.

Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!

¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!

El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva dejáis;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.

Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.

Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!

Poema Balada de Gabriela Mistral

Balada - Desolación

Él pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!

Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!

Él besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!

Él irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiere callar)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!