Innumerables veces, exaltamos la sororidad de mujeres que nos han abierto ventanas, puertas y portones en diversos ámbitos de la vida, pero, pocas veces nos hemos detenido a reconocer a aquellos hombres, que fuera de su época, tenían ya una visión, quizás no feminista, pero sí más neutra que otros grandes e importantes representantes del género masculino.
Hago mención del músico y compositor Eleodoro Ortiz de Zárate (1865-1953), hoy hijo ilustre de la ciudad-puerto de Valparaíso de Chile. Su ascendencia europea le proporcionó esa apertura espiritual, que, junto a su sensibilidad, hicieron de él un artista reconocedor de su entorno, amante del país que lo vio convertirse en el fundador del Teatro lírico nacional. El año 1895 se convirtió en el primer chileno en estrenar una ópera en el Teatro Nacional de Santiago.
Desde temprana edad manifestó su especial pasión por la música y, becado por el gobierno del presidente José Manuel Balmaceda, se perfeccionó en Milán.
Luego de su paso por el conservatorio Giuseppe Verdi, regresó a Chile, en donde intento plasmar parte de la historia del país que acogió a su familia, en su Trilogía La Araucana, inspirada en el poema épico escrito por el español Alonso de Ercilla y que relata la guerra de Arauco durante la conquista española de Chile.
Hoy es la investigadora y cantante lírica Javiera Tapia Varas, dotada de la misma sensibilidad del gran compositor, quien desempolva de un viejo baúl, documentos inéditos, trayendo a la luz partituras que por más de cien años permanecieron en la oscuridad del olvido. Javiera nos cuenta que, las obras que forman esta trilogía se dirigen a distintas épocas de la historia de Chile: Lautaro, la Conquista; La Quintrala, la Colonia y Manuel Rodríguez, la Independencia.
Pero, ¿qué hace a Ortiz de Zárate tan especial? La investigadora nos dice «es un compositor que, debido a su formación en Europa, se desmarca estilísticamente de sus pares chilenos de la época. Llama la atención la profundidad de sus personajes y en especial el de Guacolda, pareja de Lautaro, líder indiscutido de la rebelión de los indígenas en la guerra contra los conquistadores españoles. Nos muestra una mujer empoderada, valiente y fiel. Una fidelidad ciega a sus raíces y a su pueblo. Una mujer que lucha a la par con Lautaro por mantener a salvo su cultura y a su gente».
En la obra Lautaro, ella desencadena la trama de la ópera al abrir un «triángulo amoroso» entre su pareja y Catiray, mapuche traidor que alcanza el grado de capitán. Él, la pide como premio después de vencer en sus misiones; ella se niega y la llevan a prisión donde planean hacerles un exorcismo junto a los demás mapuches capturados para hacerlos aceptar al dios español. Guacolda invoca a su dios, dios del sol y se mantiene firme. Escapa con Lautaro, pero el traidor no les da tregua, matando a su amado. Hacia el fin de la ópera Guacolda venga la muerte del legendario mapuche, utilizando el mismo puñal con que el traidor le había dado muerte. Se concluye la ópera con la frase de Guacolda «están vengados amor y patria»
Eleodoro Ortiz de Zárate nos regala, a 120 años del estreno de su ópera Lautaro, las partituras completas con las cuales reivindica su legado como compositor. Todos sabemos que «nadie es profeta en su tierra», pero es hora de que comencemos a reescribir algunos pasajes de la historia de personajes que, dentro de todas sus vicisitudes, han hecho un gran aporte a nuestra cultura. Es así como, gracias al arduo trabajo de Javiera Tapia, radicada en la ciudad de Pésaro, en Italia, que será presentada próximamente, por primera vez en Europa, la ópera Lautaro en el Teatro Rossini de dicha ciudad, con elenco de artistas chilenos.
Cabe destacar que Pésaro es la cuidad natal del gran músico y compositor Gioachino Rossini, que en Chile abrió las puertas a la ópera en abril de 1830, con su obra L’inganno felice (El engaño feliz) a manos de una compañía italiana de paso por Valparaíso.
A raíz de este hallazgo, Javiera Tapia, en conjunto con variadas entidades tanto italianas como chilenas, organiza diversas actividades para rescatar la figura de quien tuviera una visión vanguardista del papel de la mujer, al menos en la ópera, resumiendo su legado en el documental «De la partitura a la voz» en donde además se podrá visualizar el difícil camino de la lírica en Chile.
Generalmente los grandes hallazgos y descubrimientos ocurren por la ingenuidad de quien nada busca, nada pretende y es, quizás, el motivo por el cual estos personajes históricos se revelan sin tapujos ni mezquindad, a quienes solo tienen por motivación reivindicar logros olvidados, premiando así la nula pretensión de alabanza y consolidando, de esta manera, su legado.
La historia trasciende a través de la música, fusionando dos disciplinas importantes para el desarrollo humano y espiritual.
(Javiera Tapia Varas, investigadora y cantante lírica)
La música que nos reporta la historia.