La llegada de Gabriel Boric a la presidencia es una esperanza. Es fruto de la conjunción de varios procesos políticos y sociales que venían gestándose en los años recientes. El primero, es una demanda de transformación expresada en la mayor movilización social de Chile desde el término de la dictadura. Luego, es un cambio generacional arrollador, estamos en presencia de una sustancial cantidad de jóvenes, hombres y mujeres, capaces de asumir la conducción del país, después de una prolongada preeminencia de una generación que luchó contra la dictadura, que construyó la gran coalición de centro izquierda y gobernó 24 de los últimos 32 años.
Esta nueva generación es la portadora de un mensaje de futuro, que combina por un lado las aspiraciones de la sociedad contemporánea que han irrumpido a nivel global, como el cambio climático, la salud, el feminismo, la digitalización y las relaciones horizontales; y, simultáneamente, la voluntad de extender los avances conquistados en derechos sociales básicos, en particular en pensiones, educación pública, salud pública y vivienda, y así reducir la desigualdad.
Boric representa ese nuevo espíritu, y, apoyado en las conquistas logradas en democracia por los gobiernos de centro izquierda, el nuevo gobierno podrá desplegar su capacidad para conducir al país en una situación compleja, derivada también de las restricciones post pandemia. Para ello contará con el apoyo en el Parlamento de una segunda coalición del Socialismo Democrático, y también con altos funcionarios de la ex Concertación y Nueva mayoría que gobernaron en años anteriores. Ese apoyo es esencial para dar viabilidad al gobierno de Boric.
La nueva Constitución
Al mismo tiempo que se inicia un nuevo gobierno transformador está en curso un proceso inédito de elaboración de una Nueva Constitución, a través de una Convención Constitucional elegida con paridad, pueblos originarios, y una mayoría de convencionales independientes jóvenes. Esta nueva Constitución debe establecer una orientación por la inclusión social, sustentabilidad ambiental, derechos básicos universales, igualdad, diversidad y participación. Deberá establecer una democracia social de derechos.
En todo proceso constituyente surgen riesgos y este proceso chileno no está exento de ellos. Deberá atender a la experiencia histórica, proponer una estructura del poder político institucional que, junto a la consecución de los derechos básicos, asegure la gestión eficaz del gobierno de una sociedad compleja, que logre resultados. Y sintonizar con el sentido común de la mayoría para asegurar un triunfo en el plebiscito, con voto obligatorio, para refrendar la propuesta de la Convención.
Hay quienes pueden esperar que un texto constitucional conduzca automática y rápidamente a resolver los problemas económicos y sociales. Todos sabemos cuánto más difícil es lograr bienestar con igualdad. Una mejor democracia, con mayor participación electoral y un ejecutivo eficiente, responde mejor a las aspiraciones de bienestar e igualdad. Pero no se debe olvidar que ambos procesos, el político y el económico, tienen dinámicas distintas.
La nueva Constitución será la piedra angular del rumbo futuro, pero no garantiza la solución de los problemas. Al mismo tiempo, se debe transitar a una economía diversificada, con ciencia, innovación, mejor educación, verde y con empleos de calidad, aprovechando los acelerados cambios tecnológicos. Ese camino es prolongado y requiere de una estrategia convenida y compartida.
¿Cuáles debieran ser las prioridades del nuevo gobierno?
Tres prioridades demandarán una acción preferente del nuevo gobierno para superar las principales urgencias y sostener una misión de largo alcance.
La primera es ampliar la coalición original, Apruebo Dignidad, que es minoría en ambas cámaras del Parlamento, en las gobernaciones regionales y alcaldías. El presidente lo está logrando, sumando el apoyo de la coalición de centro izquierda, de orientación socialdemócrata, sin mermar su vitalidad. A largo plazo, la misión fundamental será formar una nueva coalición de envergadura, tanto electoral como programática.
Será necesario que algunos personeros del Frente Amplio dejen atrás la práctica de atacar a la centroizquierda; el presidente ha mostrado una actitud integradora y amplia. La nueva etapa de cambios necesitará unidad, pues el gobierno nuevo enfrentará una intransigente oposición conservadora, que representa más del 40% de los votos y posee gran poder económico y mediático. El presidente ha contado con el apoyo incondicional de las fuerzas de centroizquierda para conjurar el riesgo de formas autoritarias.
La segunda prioridad es garantizar el orden público, combatiendo una violencia creciente que el gobierno de Piñera no fue capaz de contener. El comportamiento de grupos minoritarios destructivos en la Araucanía, grupos anarquistas en Santiago y una expansión del crimen organizado han despertado temor de amplios sectores medios y populares. Son temas que requieren tratamiento distinto y que deberán absorber la atención inmediata del gobierno.
La tercera prioridad es llevar a cabo un nuevo pacto social, manteniendo el crecimiento y las inversiones públicas y privadas. La estabilidad social necesitará de una reforma tributaria sustantiva. Los nuevos recursos deben destinarse a dar sustentabilidad social y ambiental, y el Estado habrá de acrecentar la capacidad tecnológica nacional.
Como en todos los países de América Latina, el nuevo gobierno deberá encarar importantes demandas, empleo, inflación, inversiones, en medio de aspiraciones elevadas y limitaciones fiscales. El presidente Boric tiene el liderazgo, por su transparencia, empatía y convicción, para explicar qué es posible en cada momento, y entregar confianza.
El gobierno debiera conformar acuerdos con el sector privado para proyectar nuevos proyectos e innovaciones en cobre verde, hidrógeno verde, litio, energía solar, desalación de agua de mar, agroindustria, acuicultura, infraestructura y digitalización.
Sin duda, la educación es el pilar del futuro, despliega el talento de las personas, impulsa el desarrollo tecnológico, genera empoderamiento ciudadano y una cultura democrática. El presidente y su equipo surgieron de un potente movimiento estudiantil. Pondrán urgencia en educación y, en particular, en la educación pública, favoreciendo a los sectores más pobres. El sector público representa apenas el 35 % de la matrícula en la educación primaria y secundaria, y deberá elevar su participación con escuelas públicas de mejor calidad. Esta tarea implica destinar a los mejores profesores y colocar el énfasis en la educación preescolar, de cero a cuatro años, de sectores urbanos y rurales, combatiendo la desigualdad cuando nacen.
La educación superior representa el gran vehículo de movilidad social y el equipo del nuevo gobierno deberá responder a demandas de financiamiento. Además, habrá que expandir los institutos de ciencia y tecnología, y estrechar la relación con empresas, que deben incrementar la innovación.
Los propósitos del nuevo gobierno y la Convención Constitucional
Uno de los desafíos principales del gobierno y de los sectores progresistas será armonizar el avance paralelo de la Convención con la nueva Presidencia de la Republica. La experiencia de la Convención Constitucional presenta debilidades que la ponen en peligro. Los partidarios del apruebo han disminuido y se requerirá de un acuerdo político mayor, lo que es aún incierto. Nuevos acuerdos deben asegurar la aprobación de la nueva Constitución en el plebiscito previsto para septiembre de 2022, y que el triunfo sea por un margen de votos apreciable que le otorgue legitimidad. Sin ello se correría el riesgo de fracasar y quedarse con la Constitución actual. Tal escenario implicaría una crisis mayor. Un fracaso comprometería el éxito de este gobierno y el futuro de Chile.
El presidente Boric despierta esperanza, motiva el compromiso de las nuevas generaciones y posee las mejores cualidades. Puede ser líder de una nueva etapa de transformaciones en democracia, estructurando una base política sólida, y convocando a cuadros político-técnicos capacitados, como lo ha hecho al configurar su gobierno. Tiene visión y madurez, es necesario apoyarlo, y respaldar el trabajo de los constituyentes. Es mucho lo que se juega. Se necesitará convicción y sensatez.